HE'S BLUE | CHRIS EVANS【✔】

CAPÍTULO VIII

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CAPÍTULO VIII

SCOTT EVANS 

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Eran las 10 a.m y Dakota no había abierto los ojos aún.

Ella y Chris habían pasado una noche algo incómoda.

Chris se veía que no la pasaba bien, pero por alguna extraña razón prefirió no decir nada.

Ella incontables veces le preguntó si algo pasaba solo para que el chico de ojos azules negara con la cabeza y siguiera tomando agua.

Agua era lo único que podía tomar, al estar medicado el doctor le dijo que no podría beber ni una gota de alcohol. Eso a él no le importo demasiado, si con eso sus problemas estarían controlados era un sacrificio que estaría dispuesto a tomar. Quería estar bien y que todos a su alrededor también.

Aunque él no se había divertido mucho, nada detuvo a Dakota de poder festejar y divertirse con sus amigos.

A las 2 a.m decidieron que ya era hora de volver.

El ojiazul como todo caballero acompañó a Dakota hasta su puerta para luego marcharse rápidamente.

Mentiría si ella dijera que no esperaba que él la besara porque exactamente es lo que ella ansiaba, un beso de su guapo vecino.

Al parecer él no estaba listo para eso aún.

[...]

La madre de Dakota entró a su dormitorio y tiró de las sábanas de la chica mientras que abría las persianas para que entrara luz solar.

—Amor... —le dijo dulcemente. —Es hora de que te levantes... —Dakota gruñó. —Tienes clases a las 11:40 —le recordó su madre y eso fue todo lo que ella necesitó para abrir los ojos de golpe y levantarse rápidamente.

—Maldición, me dormí... —su madre la miró con el ceño fruncido ante sus palabras. —No volveré a maldecir —su madre sonrió a gusto.

—Confió en ti —la mujer beso la frente de su hija. —Tu desayuno está listo —le guiñó un ojo y se fue de la habitación.

A velocidad de un rayo Dakota se dio una ducha y vistió con ropa cómoda. Tendría que dar clases hoy, no podía creer como se le había olvidado.

Estaban a pocas semanas del musical de primavera, no se podía dar el lujo de faltar además que tendría a 14 pequeñas esperando por ella hoy.

Se ajustó la correa del bolso y salió para la cocina. En la mesa su madre le había preparado una vianda con su almuerzo, una botella de agua y fruta. Guardó todo en el bolso y se apresuró a beber toda la taza de café seguido de una tostada y por último un jugo de naranja.

—Si comes así te dará dolor de estómago —la regaño su madre por segunda vez algo divertida.

—No tengo tiempo para eso —dijo mirando su reloj que marcaban ya las once pasadas. —¡Te amo mamá! —gritó y seguido salió del apartamento.

A paso rápido camino hacia el elevador. Presionó el botón y comenzó a moverse nerviosa.

Llegaría tarde si esto no se apuraba.

Por fin las pequeñas puertas de metal se abrieron y Dakota entró. Las puertas se cerraban, pero ella escuchó la voz de un chico decir que se detenga. Sin dudarlo colocó su mano entre medio de las puertas y estas volvieron a abrirse.

Un chico alto y de ojos azules con la respiración entrecortada entró en el elevador y sonrió hacía Dakota.

—Gracias... —susurró tras unos segundos recuperando su respiración.

—No fue nada —sonrió ella.

El chico la miraba sin decir palabra alguna, esto la puso algo incómoda.

—¿Eres Dakota? —preguntó él.

Ella asintió. —Si, ¿tú eres?... —ella preguntó entrecerrando los ojos.

—Scott Evans, hermano menor de Chris —se presentó él.

Sus labios se abrieron un poco. —Él no mencionó que tenía un hermano —él joven rio ante aquel comentario tan repentino.

—Él tampoco te mencionó —ella rio para después fruncir el ceño.

Le parecía extraño que supiera su nombre, aunque eran vecinos. Quizá deba ser eso.

—¿Cómo sabes mi nombre entonces? —preguntó y ambos salieron del elevador.

El hermano de Chris se lo pensó unos segundos. Probablemente su hermano se enojaría al saber que diría aquello, pero le hacía bastante gracia por lo que finalmente decidió hablar.

—El sueña contigo —respondió con una sonrisa.