✿Capítulo 1

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━¡Inútil! ━acusaba Butch Bowers a su hijo, arriba en la habitación━.

Henry estaba de frente a su padre, debía soportar la reprimenda diaria que éste le daba sólo porque quería. Al parecer, Oscar "Butch" Bowers era respetado y temido, tomado en Derry por un auténtico loco y peligroso que, a su medida, había hecho a Henry. 

━Eres un completo estúpido. Niñato de mierda. ¡Cabrón!

Y le llegó un golpe a la altura de la mejilla derecha, haciéndole ladear el rostro con tanta fuerza, que su cuello crujió al compás del sonido producido, reverberando por cada recoveco de las cuatro paredes de aquel dichoso cuarto. Henry se tapó la marca rojiza y ardiente con una mano, sus ojos echaban rabia, la misma que empleaba Butch para golpearlo. Y es que su progenitor no necesitaba excusas, él lo golpeaba a veces por gusto, y otras porque no paraba de sonar el teléfono con llamadas de atención. Con "consejos" de cómo educar a su único hijo en casa. Parecía ser que Butch, utilizaba la violencia para combatir violencia, inconsciente de que eso, generaba más agresividad en Henry; un adolescente de dieciséis años, rubio y de preciosos pero temerosos orbes azules que destilaban rabia y furia, dos combinaciones que pronto formarían al segundo mayor asesino en serie. Asqueado, Henry se irguió y volvió a recuperar la postura de antaño, incitándole sin hacer a nada a que Butch volviera a golpearlo a mano abierta, esta vez, por toda la cara hasta hacerlo caer al piso y estampar la espalda contra la pared debido al impacto. Llenó el abdomen de golpes, y los golpes, se transformaron en hinchadas y moradas marcas, allí, dibujado en su piel, estaba un claro símbolo del infierno que se respiraba en casa, pues el menor, había aprendido a crecer solo sin la presencia de su madre después de que ésta, los abandonara para irse con otro hombre que supiera darle felicidad y calor de hogar. Allí, Henry Bowers tenía todo menos familia. Quizás ahí estaba la base perfecta de un villano en pleno resurgimiento. Sí, Henry se conformaría golpeando menores (incluyendo niñas y niños). No lo hacía solo, tenía una banda poderosa con la que marchaba de un lado a otro. Eso le daba más fuerza y conseguía que todos le tuvieran miedo hasta el punto de no acercarse demasiado. Y de sentarse solo en clase, ya que era el único repetidor. Sus amigos (algunos de ellos), estaban un curso por encima o un curso por debajo. Nunca coincidía con ellos. Aunque le era indiferente, en clase estaba por encima de aquellos niñatos a los que llamaba Perdedores.

Cuando Butch se hartó de la dosis diaria de golpes, abandonó la estancia y se bajó al piso inferior a beber cerveza postrado en un sillón mientras veía algún que otro partido de fútbol repetido en la televisión hasta que tuviera que hacer una redada policial. Era aburrido, sí. Sin embargo, era ventajoso el hecho de no tener que lidiar con la presencia del mocoso las veinticuatro horas del día. Solo que a veces, su presencia no le resultaba tan aburrida cuando lo molía golpes. Un grave error del que se lamentaría durante varios segundos. O quizás no. 

Era septiembre, el día siguiente había dado comienzo y Henry Bowers empezaba la secundaria. Había pasado el verano entero en Los Barrens con sus colegas, destrozando la hermosa naturaleza a patada limpia en la orilla del Kenduskeag donde a veces tenía el placer de encontrarse con los Perdedores. No soportaba a ese club de niñatos, compuesto por seis miembros: Bill Denbrough; el tartaja, Beverly Marsh, Mike Hanlon, Stanley Uris, Richie "Bocazas" Tozier, Eddie Kaspbrak y, probablemente, alguien más que se uniría dentro de poco. Digamos que su pasatiempo favorito, era molestarlos. Y por qué no, golpearles si con eso saciaba su abrupta agresividad y sus constantes enojos consigo y con el resto del mundo entero. Herir al ajeno le sentaba bien, pero era incapaz de sentir empatía hacia todos aquellos a los que humillaba. Quería hacerle sentir al resto todo lo que a él le hacían sentir. 

Como cada mañana de clases, se equipó con los libros, una navaja en el bolsillo perteneciente a su padre y que cogía con cuidado procurando no perderla, y un bollo de chocolate para el camino de regreso a su cueva llena de cachorros débiles a los que iba a seleccionar. Solo que, ¿quién sería el desafortunado aquella vez?. Mientras caminaba, pudo observar nuevos carteles de niños desparecidos. Cada vez eran más los que ya no estaban, los que, por alguna misteriosa razón, abandonaban Derry a merced del sufrimiento y la preocupación. Ese verano, ahora que lo recordaba, había desaparecido Georgie Denbrough, el hermano menor de Bill. Sí, el "puto" tartamudo al que no podía ni ver. El mismo. Su investigación todavía seguía en trámites y en proceso, pero un proceso lento al parecer. Ahora, la nueva cara en los carteles era la de Betty Ripsom; una niña a la que su madre iba todos los días a buscarla por si aparecía. A Henry le daban igual las desapariciones mientras no fuera la suya, por lo tanto, siguió caminando sin ver ni la fecha ni la hora exactas a las que Betty desapareció. Se consideraba valiente y poderoso como para dejar que alguien lo apresara sin más. 

IT  Arrástrame Al Infierno (Henry Bowers X Max Mayfield)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora