✿Capítulo 4

1.1K 81 7
                                    

HENRY:

Todo era un tira y afloja. Henry buscó la dirección de los Hargrove preguntando a la gente, no le costaría mucho encontrarla debido a que eran los únicos que se habían mudado a Derry y los únicos desconocidos. Con las manos en los bolsillos, caminaba pateando piedras pensando en cómo era posible que una niña más pequeña que él, lo hubiera ridiculizado así hasta el punto de que ni siquiera sus amigos de toda la vida supieran reaccionar, defenderle, sacar las garras por el líder de la banda. Caminando, pasó al lado de un hotel en reformas, un establecimiento en el que a día de hoy pese a sus remodelaciones, tenía huéspedes en su interior. Supuso que dentro de poco lo inaugurarían de manera oficial, aunque eso era algo que a Henry le era indiferente, ya que no le interesaban las obras que hiciera el alcalde de la ciudad, el presidente o lo que demonios se hiciera llamar por el resto de personas que también le daban igual. Detuvo a una señora, sujetándola del brazo y ejerciendo presión en la carne que se arrugaba con su fuerza, preguntando por la casa de los Hargrove. La mujer, asustada porque sabía qué fama tenía el joven adolescente, le indicó la dirección y se sobó el brazo de arriba a abajo una vez que se vio liberada de la presión. Sin dar las gracias, dobló un par de avenidas y allí estaba la casa que buscaba; una morada de dos pisos bien adaptada para una familia de cuatro y hasta cinco miembros, grande y ciertamente "lujosa". Al menos más que la suya propia. La música sonaba estando fuera, probablemente Billy tendría problemas con los vecinos por disfrutar de esa manera la soledad. Bowers, con una sonrisa plasmada en el rostro, se acercó al timbre y dio dos toques con la diestra, guardando después las manos en los bolsillos de aquellos pantalones vaqueros rotos por las rodillas. Billy alzó una ceja de verlo ahí plantado nada más abrir la puerta, parecía alegrarse de verlo.

━¿Bowers? ¿Qué tienes para mí? ━preguntó Hargrove━.

━Dijiste que viniera cuando tuviera información de Max. Y aquí va. ¿Te interesa?

Para Billy era todo un placer tener "malas" noticias de Maxine con las que poder jugar, estaba cansado de que su padre, así como el de Henry, estuviera posicionándose todo el día de parte de todo el mundo menos de su propio hijo. Ya ni siquiera parecían familia, no desde que esa fulana enredó al adulto y se la llevó a vivir nada más y nada menos que con una hermana postiza a la que debía cuidar como un jodido niñero. Sin duda, tenían muchas cosas en común, y ambos tenían la maldad suficiente para hacer el mundo arder a su alrededor.

━Tu hermanita sale con un tal Bill Denbrough. Un friki perdedor que a parte de ser un imbécil, es un tartamudo. Imagínate.━mintió Henry, sabía que no necesitaría entregarle pruebas para que Billy lo creyera━.

La mandíbula del mayor se tensó y se hizo a un lado, invitándolo a pasar al interior de la casa. Antes de cerrar la puerta y estar a solas, Billy se mordió la lengua. Esa cría lo tenía harto, pero saber que estaba saliendo con un niño en Derry podría ser maravilloso. Sólo necesitaba un poco más de información y saber quién era ese tal Denbrough para presentarse en su casa y reventarle la cabeza a puñetazos, advirtiéndole que no se le ocurriera acercarse a Max si apreciaba su vida o su pescuezo.

━Tienes mi permiso. Entra a la habitación de Max y rómpele todos sus videojuegos.

Bowers se quedó un tanto estático, lo último que hubiera esperado es que Billy le diera acceso al rincón más privado de Max, y mucho menos que pudiera hacer aquello para lo que había nacido: romper y destruir cosas. Por un momento pensaba que estaba bromeando, no obstante, las facciones en el semblante de Hargrove indicaban que lo último que haría en esas circunstancias era bromear. Maravilloso. A Henry se le acababa de abrir el cielo y el infierno a la vez. Nada más saber qué puerta era la que accedía al cuarto de Max, entró por la misma y respiró un aroma dulce; la colonia de la chica estaba replegada por todas las paredes, y las sábanas tenían mechones pelirrojos de los que se le habían caído de la cabeza mientras dormía. El rebelde angelito femenino echaría humo por las orejas en cuanto viera el desastre provocado, y era algo que Henry no quería perderse por nada del mundo. Se acercó al escritorio, dejándose guiar por los cables negros que salían de debajo del susodicho donde allí, guardaba la consola. Convirtió la mano en un puño y golpeó la tapa, abollándola un poco. Supuso que con eso no volvería a funcionar, pero no era suficiente. Buscó con la mirada los juegos bien ordenados en una estantería, y tras abrirlos uno a uno, acabó partiendo por la mitad los discos, no sin arañarlos primero. Disfrutaba tanto, que hasta casi estuvo a un mínimo de deshacer la cama y tirar la ropa por la ventana, pero Billy solamente dijo que rompiera los videojuegos, y no iba a abusar de la confianza de alguien que se podría convertir en uno de sus mejores colegas. Cuando por fin salió, Billy asintió complacido y cerró nuevamente la puerta como si no hubiera pasado nada y esperaron sentados en el salón a que Max llegara.

IT  Arrástrame Al Infierno (Henry Bowers X Max Mayfield)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora