-- ¡Alabaster, despierta! ya casi es medio día, mocoso holgazán.
Claymore había tomado como hábito levantar a Alabaster de las misma manera todos los días desde que llegaron "ahí", cosa que al muchacho dejo de molestarlo desde que en sueños vio como su hermana Lamia era quemada por un chico moreno sobre un dragón de bronce (Lo que realmente sorprendió a Alabaste era que quien lanzaba las llamas era el chico y no el dragón) y no volvió a resurgir.
Alabaster se arreglo lo mejor que pudo para empezar un día de entrenamiento, tomo el bolso que le habían dado desde que llego y se dirigió a la puerta.
-- Ahora vuelvo- se despidió de Claymore.
--Ten cuidado de que no te maten, que parece que tienes como hobby ir a la enfermería.- Contesto el mayor sentando en el escritorio manejando el ordenador.
--No prometo nada.
-- Solo cuídate mocoso, no me ha costado casi la vida para mantenerte aun respirando.
--Si, lo que digas, adiós.
--Adios.
Alabaster salió del cuarto con una sonrisa calmada, sabia que aunque el Doctor le hablara de esa manera y viceversa ambos eran lo más cercano a una familia para el otro; secretamente a Alabaste le agradaba que Claymore se preocupe por él, de hecho se sintió feliz cuando el doctor puso de condición que les instalaran cuartos continuos como condición para quedarse, era consiente de las pesadillas y miedos del menor, así que pensó que era razonable por cualquier emergencia.
El chico llego a la cocina donde se encontraban algunos de los otros chicos que estaba desayunado o preparándose para ir a la escuela. El hijo de Hécate tomo asiento junto Lorena A. Zarate, quien era lo más cercano a una amiga desde que llego a ese lugar.
-- Buenos días-- le contesto la chica de cabello azabache y ojos negros brillantes.
-- Buenos días.
-- Vaya! hoy estamos de humor para dar lo buenos días, a eso le llamo progreso.
-- Ya me estoy arrepintiendo de eso.
Alabaster miro el desayuno que había apercibo mágicamente ante él, ese era una de las pocas cosas que odiaba de ese lugar, le hacia recordar el maldito campamento de semidioses al que un día fue. Tomo una cuchara y empezó a tomar el cereal de trigo que extrañamente no sabia tan mal como se veía.
-- Sadie, quiere verte-- solto la chica a su lado.
-- ¿Ahora que hice?
-- No creo que sea nada, acaba de llegar de Boston hace unos días con Carter y los dos se veían relente agotados y frustrados, tal vez necesiten de tus dotes mágicos.
El chico chasqueo la lengua y se levanto dispuesto a hice sin embargo se volteo en el ultimo instante hacia la chica.
-- ¿Q-quieres salir al rato?
Lorena sonrío un poco y Alabaster creyó ver un ligero rubor en sus mejillas.
--¡C-Claro!.
El chico se dio la vuelta y siguió caminando por el pasillo hacia la biblioteca.
Hacia un mes que se había topado con ellos, unos chico que controlaban la magia a voluntad sin tener ningún vinculo sanguíneo con los dioses, al menos no con sus dioses, cuando descubrió que los dioses egipcios eran tan reales como los griego solo una cosa paso por su mente "genial, más idiotas poderosos que me arruine la vida" sin embargo escucho como estos dioses habían vuelto al anonimato, desapareciendo de la vista de los hechiceros de la Casa de la Vida y dejándoles solospor su cuenta, justo lo que Alabaste necesitaba.
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La Rebelión del Olimpo
FanfictionDespués de la batalla contra Gea y sus fuerzas, varios dioses vieron morir a sus hijos, sin poder hacer nada. Las regalas son claras, "los dioses no pueden mostrar preferencia hacia ningún mortal, incluyendo a sus propios hijos." Las reglas apestan...