Capítulo 9

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Después de comer, volvimos al establecimiento. Las horas pasaron volando.

Ya estando en la parada, eran las 5:35p.m. y aún no llegaba – no vendrá – oí una voz en mi cabeza. Llegó el bus y nos subimos; estaba desilusionada. Cuando de pronto observo por la ventana y lo veo caminando en dirección a la parada anterior. Bajé rápidamente y mis compañeros me siguieron, en realidad ni siquiera pensé en ellos, estaba demasiado desesperada por llegar a la otra parada rápido para lograr verlo. Quedé exhausta, tenía buena resistencia pero esta vez pareció como si un oso me viniese persiguiendo, sabía que tenía que llegar de inmediato, o de otra manera tomaría el bus y no lograría estar con él.

Cuando al fin llegué, me miró, pero no hizo ninguna mueca. Me acerqué para saludarlo:

– ¡Hola! – dije muy hiperventilada, estaba feliz porque estaba junto a él.

– Hola. – respondió de una manera bastante desagradable.

– ¿Qué te pasa? Estás un poco... pesado.

– No.

Me molesté. ¿Qué le había hecho yo para que me tratase así? ¿Acaso le molestaba el echo de verme? ¿Le habrá ocurrido algo en su casa? ¿Le molestaba mi forma de ser con él?

Pasó el bus y nos fuimos, me senté con mis compañeros, quería hacerle notar que no me gustó su actitud, aunque sabía que no le interesaba en lo más mínimo. Mis compañeros extrañados me preguntaron:

– ¿Qué onda el tipo?

– ¡Qué sé yo!

– Pero si habla contigo...

– Que hablemos no significa que seamos amigos o algo. – dije firme, trantando de que no me temblara la voz.

Llegué a casa y le pregunté por qué había tenido esa actitud conmigo:

– ¿Se puede saber qué te hice?

– ¿A qué se debe ésta pregunta?

– A que tuviste una actitud de perra cuando te hablé – ya me había cabreado el tipo.

– Jajaja, nada. No te preocupes tontita.

– Que no se vuelva a repetir, ¿ sí?

– ¡Uy!

Me dijo tontita. Creo que fué lo más tierno que me ha dicho ese maldito adefesio. Me gustaba, me gusta en realidad.





El niño del busWhere stories live. Discover now