Capítulo III

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Radamis y la consejera caminaron hasta las afueras de la mansión, dónde una carreta los aguardaba para emprender viaje. La duración del trayecto no fue muy extensa, pero si considerable. Radamis observaba por la ventana de aquel habitáculo, no salía de su mansión muy a menudo a causa de su entrenamiento y esta vez parecía ser especial. Cuando el carruaje se detuvo, el joven Radamis miró con asombro su alrededor, una nueva estructura similar a la casa donde creció. Florencia bajó del carro e invitó a que el muchacho haga lo mismo, estaba tan atontado por la nueva mansión que observaba que tropezó y cayó al suelo. —Estás demasiado distraído ¿Cómo salvarás el Universo siendo tan descuidado?— Florencia se burlaba de Radamis, que ya estaba de pie nuevamente.

Cuando entraron al lugar, fueron recibidos cordialmente y avanzaron hasta llegar a la sala de visitas. Allí aguardaban dos mujeres, una de edad media que mostraba un vestido bastante exuberante y por otro lado una muchacha que podría tener la misma edad que Radamis. Ésta última no tenía atuendos tan refinados, más bien, llevaba unas ropas ligeras y algo desgastadas.

—Bienvenida Florencia, me agrada verte después de tanto tiempo.— la mujer que parecía ser la dueña de la casa sostenía una copa de vino, con las piernas cruzadas y sin mostrar ningún otro tipo de atención para sus invitados, solo se limitó a saludar a la consejera.

—Diana, para ti pudo haber sido un tiempo considerable. Pero en mi calendario cinco años no es nada.— contestó Florencia Gentile inclinándose levemente al responder de manera gestual su saludo.

—¿Y bien? Supongo que este muchacho es el elegido del clan Lauro ¿Verdad?— la suposición no era más que una certeza, Florencia sólo asintió con la cabeza. —Has los honores entonces consejera, que me siento algo nostálgica para esto.— Diana terminaba de beber su copa de vino y se ponía de pie, la muchacha imitó el movimiento.

—Radamis, ella es la persona que quería que conocieras. Su nombre es Florencis Horrach, es la elegida de su clan y por consecuente es tu compañera de elemento, la segunda hija del fuego.— Radamis observó a la muchacha con suma atención, a pesar de estar con fachas de mugrienta, sus ojos almendra centelleaban y sus rizos dorados conservaban su dinámica. Los latidos de Radamis se aceleraban generando una molestia para él. Las palabras no brotaban, lo único que llegó a insinuar fue un saludo extendiendo su mano.

—... ¿Qué tal Radamis?— dijo tímidamente Florencis, Radamis se sonrojó.

—¡JAJAJAJA! ¡Serán compañeros por miles de años y lo único que dice es 'qué tal'! perdonen mi reacción es que sonó demasiado gracioso.— Diana se burlaba de la inocencia de los dos jóvenes, pero no había malicia en su actuar.

—... A pesar del comportamiento de su madre, estoy muy bien señorita, gracias por preguntar. Espero que usted también esté bien.— Radamis contestó rojo como un tomate, pero molesto al mismo tiempo por la actitud de la cabeza del clan Horrach.

—¡Ah bueno! El muchacho es tan educado que esconde su impertinencia. Está bien Radamis, mi nombre es Diana Horrach, soy la señora de esa mansión, está bien que me guardes respeto. Pero ¿Puedo pedirte una cosa?— la pregunta de Diana captó por completo la atención de Radamis. —No trates de 'usted' a mi hija. Ella será tu compañera por lo que tu vida dure. Sería triste ver que les cueste congeniar para llevarse de la mejor manera.— Diana mientras hablaba se acercó a Radamis y posando su mano sobre la cabeza de este, sacudió sus cabellos. Florencis miró el accionar de su madre y sonrió, ese gesto fue suficiente para cautivar a Radamis. Las mujeres adultas conversaban entre sí del continuar del entrenamiento compartido, eso dejó solos en la misma sala a los dos jóvenes.

—... Radamis eres raro.— Florencis tocaba el ego del primer hijo del fuego.

—¿Raro?— él aún guardaba respeto para su compañera, no quiso ser grosero.

El Pilar del Universo: Los Guerreros de la EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora