Capítulo VI

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Pasaron dos semanas desde que Radamis fue herido. En ese tiempo Florencis estuvo muy pendiente de su compañero y su recuperación. La consejera dejó que la naturaleza del elegido haga su trabajo. El primer elegido del fuego desde hacía dos días daba indicios de despertar, cuando lo hizo su compañera estaba sentada junto a él...

—... Por fin abres los ojos.— dijo preocupada Florencis, que cuando notó la reacción de su compañero de elemento, soltó su mano.

—... Aun siento dolor... pude haber muerto...— al despertar, Radamis no decía más que incoherencias. Tumbado en la cama observaba el cuarto en el que estaba recuperándose.

—Radamis, recuerda que somos inmortales. Gentile te atacó de esa manera sabiendo que no te mataría.— corrigió Florencis que seguía expectante de lo que pudiese pasar con su camarada. 

—Vaya, al fin despierto. Te ha llevado más de dos semanas abrir los ojos, espero que con esto haya quedado claro que el entrenamiento será bastante riguroso.— comentaba Gentile ingresando a la habitación.

—... Despreocúpate... pronto me tendrás al pie del cañón otra vez.— Radamis se reafirmaba al menos sentándose.

—No te esfuerces demasiado. Acabas de despertar, tratar de pararse ahora es algo imprudente.— Florencis mostraba un semblante bastante serio.

—... Puede que tengas razón... me siento fatal.— Radamis se recostaba nuevamente para volverse a dormir.

Tuvieron que pasar tres días más para que Radamis pudiera abastecerse por sus propios medios. En ese tiempo su compañera velaba por él. Traía su comida lo ayudaba a levantarse e incluso incentivaba a realizar ejercicios físicos para su pronta recuperación. Sólo el aseo de la habitación y del mismo Radamis, corría por parte de la servidumbre de la estancia. En más de una ocasión se sintió algo incómodo, pero prefirió no hacer mención de ello para no herir sentimentalmente a su compañera. El muchacho había esperado con ansias el día de no depender de nadie...

—Gracias...— dijo Radamis cuando Florencis le acercaba la ropa de entrenamiento.

—No debes dármelas. Seremos compañeros por cinco mil años y sé qué harías lo mismo de ser yo, quien estuviese en esta situación.— afirmaba la muchacha conformándose con haber hecho lo correcto.

—De todos modos, no estaría bien si no lo hiciera. Ahora dime ¿Gentile nos espera para nuestra primera lección?— preguntaba Radamis mientras se retiraba al baño, donde se colocaría las ropas suministradas por su compañera.

—... Ella dice que será nuestra segunda lección, creo que en la primera no te fue muy bien.— aclaraba sonriente Florencis. —Sólo espera un momento, ya estaré listo.— Radamis invitaba a su compañera de elemento a esperarlo fuera del cuarto. Cuando este estuvo listo, caminaron juntos para encontrarse con la consejera.

Era otro de los tantos cuartos que poseía la estancia. Éste parecía estar preparado para un entrenamiento intensivo, con una amplia superficie de espacio total a dos mil quinientos metros cuadrados, Gentile los aguardaba en el centro de aquella habitación. Se mostraba concentrada, sus brazos cruzados por delante, parecía expectante a cualquier cambio en el ambiente. —No se queden ahí como tontos, acérquense.— Gentile abrió sus ojos que antes permanecían en estado de meditación. Cuando los chicos se acercaron les mostró una sonrisa.

—Espero no hacer el ridículo esta vez.— comentó Radamis, soltando palabras que guardaba hace tiempo.

—No creo que hayas hecho el ridículo. Lo que tendrías que decir es 'Espero aprender algo nuevo esta vez'. Pero pueden estar más relajados, no les pediré que me ataquen. Ahora serán ustedes mismos los que se medirán.— Después de que Gentile les haya adelantado el entrenamiento a seguir, los jóvenes se sintieron incómodos. —Vamos, no pongan esas caras. Si no pelean entre ustedes jamás aprenderán valores como la confianza y la estrategia. Tienen que conocer a sus compañeros como a ustedes mismos. Eso sí, no se excedan. Recuerden que su inmortalidad se ve frustrada cuando es un miembro elegido el que tienen en frente.... Comiencen.— después de la orden de la consejera el primero en ponerse en guardia fue Radamis.

El Pilar del Universo: Los Guerreros de la EsperanzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora