El carruaje estaba llegando a su destino, tan sólo unos minutos los separaban de lo que sería el siguiente paso de su entrenamiento. Radamis se había sentado al lado del cochero, el último tramo del viaje. —¡Veo una estancia a lo lejos!— anunciaba para las dos mujeres que, dentro del habitáculo, hablaban diversos temas referentes a la niñez de la segunda hija del fuego. —Es cierto, no falta mucho para llegar. Aprecia el paisaje Radamis, éste te acompañará por lo que dure el entrenamiento.— informaba la consejera. Radamis saltó del coche en movimiento mostrando una enorme sonrisa. —¡¿Qué estás haciendo muchacho?!— Gentile se preocupaba por la conducta del adolescente. —¡Sólo me adelantaré un poco!— exaltaba el joven que corría a una velocidad superior a la humana.
Viendo este tipo de conducta, la tutora temporal de los jóvenes, pensó que Florencis podría actuar igual que su compañero, sin embargo, ésta se sorprendió cuando la muchacha le dijo, que los hombres se comportaban de manera inmadura. Supuso que habría escuchado eso de su madre, cuando realmente era una reflexión de la pequeña.
Al llegar al destino, Florencia Gentile vio a Radamis practicando posturas de pelea. Simulando estar en combate el joven hacía movimientos asombrosos. —Veo que Salomón te ha enseñado bien. Florencis colócate junto a tu compañero y escuchen con atención. Vamos a dar inicio a nuestro entrenamiento.— la consejera estaba dispuesta a iniciar segundos después de haber abordado.
—¿Y bien?— preguntó Radamis mirando intrigado a la que sería su nueva maestra.
—Ustedes dos me mostrarán todo lo que aprendieron en el entrenamiento con sus padres. Vengan con todo lo que tengan.— la consejera invitaba a los pequeños a un combate. Florencis observó a Radamis, dándole a entender que no aprobaba la idea de Gentile.
—Ya la escuchaste, quiere pelear contra nosotros. Mira, ya está en guardia.— Radamis mostraba a su compañera el camino a seguir colocándose en postura de pelea.
Pensando que a su compañera le faltaba algo de confianza, Radamis fue el primero en lanzarse. Con una serie de golpes de puños y patadas trataba de noquear a su rival, sin embargo, Gentile sólo se dedicaba a eludir los incontables ataques del elegido del fuego. Probablemente haya sido justamente por eso, Florencis, al ver que su compañero nada podía hacer en contra de la consejera, decidió ir tras ella también. Mostrando una velocidad, aún más superior que la de Radamis. Florencis caía desde el cielo por encima de la consejera, aplicando también muchos golpes furtivos que fueron eludidos por la consejera. No obstante al exigirle tanto a su contrincante, ésta se vio obligada a bloquear, alternando evasión con bloqueo. Gentile no esperaba que Radamis al verse fastidiado y frustrado por sentirse inferior a su compañera, usara algo de mayor magnitud. Estirando su brazo apuntando a su enemiga, arrojó una ráfaga de energía que rozó el brazo de su compañera. La consejera no tuvo más remedio que cubrirse con los dos brazos. El impacto inminente produjo una explosión. Radamis observaba victorioso y preocupado cuando Florencis lo miró directamente a los ojos...
—Creo que se te ha pasado la mano.— comentaba Florencis tomándose el brazo izquierdo, que mostraba un corte sangrante.
—Es que... Es que me exigió demasiado, lamento lo de tu brazo no era mi intención.— a pesar de no demostrarlo mucho, Radamis se preocupaba por su compañera de elemento.
—... Debes tener más cuidado, en una pelea real herir a tu propia compañera puede significar la muerte para ambos.— del polvo levantado por la explosión salía Florencia Gentile sin rasguño alguno.
—... No era mi intención dañar a Florencis.— a pesar de que el regaño de la compañera era fundamentado, el pequeño Radamis se molestaba.
—Al verte apañado por las habilidades de tu compañera, te has dejado llevar. Solamente porque ella complicó un poco más mi defensa. Debes medir tu actuar, eso es algo que aprenderás estando a mi lado. Pero aun así rescato que hayas atacado con todo tu potencial. Ahora es mi turno de atacar...— Gentile sorprendentemente avanzó a una velocidad que apenas pudieron seguir con los ojos. Florencis no pudo detener a la consejera que fue tras Radamis, víctima del asombro recibió directamente un golpe en el vientre. Más fue la impresión, cuando un alarido de dolor retumbó en el patio de aquella comarca, Florencis entonces vio que el puño de la consejera se asomaba por la espalda de su compañero. Radamis gritaba y se lamentaba, el dolor era insoportable. —¡AAAAAAHHH! No... Puedo... — Radamis no podía hablar la sangre que salía a borbotones lo ahogaba.
—No te alarmes, es mejor que conozcas el dolor, mientras más te acostumbres mejor. Eres inmortal puedo asegurarte de que no morirás bajo mis puños. Ahora me retracto de lo dicho anteriormente, Salomón ha sido blando contigo, posiblemente esa sea la razón por la cual tu compañera tiene habilidades más pulidas. Espero que te recuperes pronto...— Gentile retiraba su brazo del interior de Radamis, luego empezó a retirarse, dirigiéndose al interior de la casa. Florencis que observó atónita toda la secuencia se acerca a su compañero que estaba a punto del colapso. —... No... Moriré...— Radamis quedaba inconsciente. —No, no morirás.— aseguraba Florencis que lo sostenía en sus brazos, dejando caer algunas lágrimas.
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El Pilar del Universo: Los Guerreros de la Esperanza
Science FictionNarra la historia de Radamis y compañía. La generación que consiguió derrocar al tirano, para reescribir la historia del Universo. Sus comienzos, todo lo que tuvo que pasar para terminar siendo aquel que determinó encapsular a la próxima generación...