Navidad

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Y ya puestos, ¡a subir más!

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Me giré despreocupadamente. Sin esperarme lo que había detrás de mí. Sonriendole a la nada. Aunque no nos llevásemos demasiado bien. Poniendome bien el auricular, para sentir más adentro la música. Para que formara parte de mí.

Entonces, lo ví. Grande y verde. Brillante.

Todo el mundo lo señalaba. Lo immortalizaban en las memorias de sus teléfonos. O tal vez de sus cabezas y corazones, donde la imagen no se perdería jamás.

Parecía que su sombra me acariciara las botas. La tenía justo debajo.

Y me empecé a acercar.

Hasta que al fin, el inmenso árbol de navidad se desplegó ante mí.   



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