Secretos ocultos

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Me fui a la casa.
Estaba pensando en lo que habia ocurrido 10 minutos antes. Entré y pensé que aún no la había explorado lo suficiente. Al cabo de un rato, vi otro pasillo oscuro en el que me adentré sin pensármelo. Al final había una puerta enorme, pero muy antigua. La puerta estaba abierta. Al abrirla, pude observar que no había luz, así que subí las persianas de dos enormes ventanas que allí había. Todo estaba lleno de telarañas, así que me supuse que nadie había entrado en un buen tiempo allí. Vi fotos, muchas fotos. Eran el señor Lorder con sus hijos, pero... ¿Y su mujer? No tenía ni una foto suya. Era muy raro... Pero algo más me llamó la atención. Las fotos de Alex estaban rotas, esparcidas por el suelo... Las otras se mantenían intactas. Decidí que ya era hora de salir, pero en ese momento entró Michael:
-¿Qué haces aquí?
-Na-nada, la puerta estaba abierta así que decidí entrar. -Entiendo. ¿Sábes lo que te puede hacer mi padre si te encuentra aquí?
Le miré con miedo. Me disponía a salir de esa habitación, pero entonces noté que la puerta por la que había entrado estaba cerrada. Intenté abrirla, y Michael también, pero nada. Por mas que gritáramos, nadie nos respondía. Intentamos romper las ventanas, pero tampoco. Nos dimos por vencidos. Nos sentamos en el suelo y empecé a preguntarle:
-¿Por qué has dicho eso antes?
-Pues porque una vez cuando era pequeño, entré aquí por curiosidad, pero mi padre me vió y casi que me mata.
-Vaya, que padres tan raros tienes.
-Sí, lo sé. Siempre estuvo muy raro conmigo y con Look. Pero con Alex...
-¿Con Alex qué?
-Que con Alex... A él nunca le a querido.
-¿¡Cómo!?¿Cómo puede un padre no querer a su hijo?
Me mosqueé. Ahora estaba imtentando buscar una salida para decirle al padre unas cuatro cositas de nada.
-¡Ahí, los conductos de ventilación!-grité yo.
-Venga, súbete en mis hombros y abre la puerta de una vez.
Me subí encima de sus hombros como me había sugerido, intenté abrir el conducto de ventilación, y cuando lo conseguí, de allí salió algo repugnante... ¡Era una rata! Retrocedí, me caí de los hombros de Michael y me dí con un cuadro que había en el suelo. Mientras caía, veía el rostro de aquella niña retratada. Aquella niña era igual que... Yo.

|Mi 1/2 Limón|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora