La anciana salió a las 7:00am de la pequeña casa, estaba apurada y su gesto no era tan agrable, la seriedad en su rostro, revelaba la angustia que estaba sintiendo.
La lluvia la hacia enojar más, y el abrigo no era suficiente, el frío bailaba en su piel.
La oscuridad de esa mañana era inmensa, pero tenía que llegar a la casa cercana del viejo Sarís, y esta vez no se iba a arrepentir.
Caminó en el barro durante dos horas. Apenas llegó, el viejo Sarís le abrió la puerta, prestándole una toalla y un nuevo abrigo.
- Señora, ¿Se encuentra bien? - dijo el anciano preocupado. - ¿Dejó a Lía sola?
La anciana asintió y se paró del sillón, posó una mirada suplicante y comenzó a llorar, a lo que Sarís la consoló de manera rápida.- Tiene que ayudarme, buen amigo. Su ayuda es lo que más necesito en estos momentos tan desagradables.
Entonces el anciano lo abrazó, estuvieron un buen rato de ese modo hasta más no poder.
Las lágrimas se habían secado de los ojos de la señora María y esta se fortaleció.
- ¿En qué quiere que la ayude?
- Yo moriré en poco tiempo - dijo - por eso necesito que envuentres la pluma negra. No quiero que Lía sufra lo que sufrió su madre, no se lo merece, es una buena chica.
- Quizá por mi edad yo no pueda. Pero mi nieto sí - contestó este. - Sabe mucho de supervivencia, gracias a un curso que realizó con unos amigos. No se preocupe señora, todo saldrá bien, ahora mismo lo llamo para que venga. Esta muy lejos, es más probable que llegue mañana.
La señora le agradeció de corazón, dándole una cadena bien cuidada y luego se marchó a contarle a Lía. Para que no se vaya caminando, Sarís la llevó en su transporte.
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La Pluma Negra
Teen FictionLa cabaña había permanecido todo el día con húmedad. Los techos de madera estaban cada vez más débiles y parecía que con tan solo una gota más, se iban a caer. Aquella anciana llamada María, no necesitaba todas esas cosas, solo quería una PLUMA NEGR...