Imagina 5SOS

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Has manejado ya 10 km y ya solo te faltan 10 más para llegar al aeropuerto. Te muerdes el labio mientras miras al retrovisor para ver, una vez más, el asiento de bebé en el asiento de atrás, vacío. Aun te preguntas si fue buena idea dejar a tu hija con su abuela mientras tú ibas por él. Sabes que es el único momento a solas que vas a tener con él, y que no lo has visto en persona, en ya casi un año. Pero sabes que de igual forma, él quiere ver a su hija, y abrazarla. Pues durante los últimos 10 mese solo la ha visto en fotos y por vídeo-llamadas contigo. Piensas que tal vez es un poco egoísta de tu parte. Alejas el pensamiento y entras en la desviación que te lleva a la pista para entrar a la zona del aeropuerto. Todavía falta al menos una hora y media, pero ya puedes sentir los nervios en las entrañas.

Pasan unos minutos y finalmente lo ves allí. El hangar más cercano a la autopista. Entras en el estacionamiento y después de dar un par de vueltas en busca de un lugar para estacionar, logras estacionar el auto y bajar de él tan rápido que por poco olvida tu pase de entrada a la parte privada del aeropuerto. Mientras caminas por el pasillo que conecta la nave del estacionamiento con la de la terminal te preguntas ¿cómo te las vas a arreglar para volver al auto una vez que estés con él. Tal vez no fue tan buena idea que te dejaran ir tu misma por él. Tal vez la idea original de que te llevaran al aeropuerto con escoltas y luego los llevaran a ti y a él de vuelta a casa, no era tan mala. Pero en realidad no, porque no planeabas sacrificar el momento a solas en el auto, por nada en el mundo.

  — Señora, no puede entrar aquí sin un pase. — te dice el gigante de la puerta de la zona privada.

Casi te da risa, si él supiera lo que acaba de hacer. Si tu marido se entera que te han tratado así, ese hombre perdería su trabajo. Entonces bajas tus gafas de sol para que te pueda ver los ojos y lo miras con incredulidad.

  — ¿Disculpa? — preguntas y le muestras tu pase con tu nombre y foto.

Ves el rostro del hombre cambiar de rojo a verde y de verde a morado en  un segundo. Con un gesto de disculpa se hace a un lado y te deja pasar mientras musita una disculpa.

Entras a la gran sala de espera, mide al menos la mitad de una cancha de fútbol y es tan alta que un avion podría entra allí. A la izquierda hay una cafetería que te recuerda a la dulcería del cine y del lado derecho hay una enorme pared del vidrio que da a los hangares. Al fondo está la puerta, la puerta por donde más tarde lo veras entras. En el centro de la habitación hay una serie de butacas acolchadas y allí hay tres mujeres y un niño sentados.

  — ¡Pero miren quien es! — te dicen las esposas de los demás chicos. Desde que estas con él, casi has olvidado que antes solían gustarte los cuatro. Las saludas de beso a las tres. Ese momento parece casi como un sueño si lo viera desde tu perspectiva adolescente. 

Sonríes porque recuerdas aquel día en el que finalmente se conocieron. Creías que morirías, pero no lo hiciste. Y luego creíste que él te olvidaría como si fueras una más, pero no lo hizo. Ahora sabes  que en realidad él, las recuerda a casi todas, si no es que a todas. Pero tú fuiste especial.

"—Que bellos ojos tienes — te dijo él y cuando volteaste lo viste y casi te orinaste por saber quien era el que te estaba haciendo un cumplido.

  — Tu... tu también... tienes ojos bonitos. — recuerdas haber tartamudeado después de que lo abrasaste eficientemente. 

Solo era un cumplido y tú vivirías con eso. Pero no podías borrarlo de tu mente, tú sabías que lo amabas. Y tal vez no lo conocías, pero lo sentías en tus entrañas, él era para ti. Y al parecer, no fue solo un cumplido, pues él había sentido eso mismo cuando vio tus ojos y supo que era para siempre."

  — Vuelo 32 de Escocia - Australia, arribó hace dos minutos. — dice la operadora en el altavoz sacándote de tu ensoñación.

Ya llego. Él ya está aquí,  piensas.  ¡Ya esta aquí!

Los hombres de la puerta se preparan para abrir a la señal de sus radios y después de unos minutos que te parecen años, se escucha la voz con estática del intercomunicador de los hombres y abren la puerta. Allí atrás esta el largo pasillo que conecta con el avión por el cual desearías correr para encontrarlo más rápido.

1, 2, 3, 4.... 8 segundos y ya tienes el pulso en la garganta. ¿¡Porque no sale!?

Entonces la escuchas amortiguada dentro de los muros del pasillo. Es su risa, la reconocerías en donde fuera. Tal vez es un reflejo pero te levantas del asiento. Casi olvidas que no estas sola, las otras tres mujeres imitan tu paso.

Entonces el primero de ellos aparece y allí, detrás de él, allí esta tu chico. El que has amado desde que escuchaste aquel cover de Ed Sheeran en Internet. Ese chico que pegaste en tu pared con ese primer póster que apareció en una revista. Ese chico por el cual te desvelaste solo para ver su nuevo vídeo. Ese chico por el cual ahorraste hasta tu ultimo centavo para comprar sus discos e ir a sus conciertos. Ese chico que en aquel museo se te acerco y te dijo que tenías bonitos ojos. Ese, por el que dejaste todo para ir con el en aquella gira mundial. Ese que casi vomita cuando se arrodillo frente a ti y te mostró una caja de terciopelo vacía. Ese que lloró un poco mientras decían sus votos en el altar y que compro cosas para un ejercito de bebés cuando le dijiste que estabas embarazada. Incluso cuando tu tenias miedo de que pudiera afectar su carrera. Ese que tu amas. Ese que es tu marido.

Se vieron y el mundo se detuvo a su alrededor. Ni siquiera te diste cuenta pero empezaste a corres para colgarte de su cuello y llenar su rostro de besos y él el tuyo. Él también corrió, tiro sus maletas allí donde estaba cuando te vio y corrió para tomarte de la cintura y levantarte del suelo unos centímetros. Te besa en el cuello y en las mejillas mientras lloran y ríen descontroladamente. Ya na importa en el mundo, estas en sus brazos y nada te puede quitar eso.

  — Hola bebé — te susurra él al oído con su hermosa voz y tu retrocedes para verlo a los ojos.  — Que bellos ojos tienes — te dice y los dos se ríen.

  — Vamos a casa — le dices y se besan de nuevo.


Noches de inspiraciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora