Ken

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Empieza otro día, otro triste y nublado día.
Desde esa tarde, hace dos años y medio que, arruiné lo poco que me quedaba. Que quizá... Por un tonto deseo infantil destruí algo que, aunque n me hacia del todo feliz, me reconfortaba saber que tenia. Mi familia. A partir de ahí, todos los días fueron iguales.

Hoy se cumplen dos años y medio de que esa furgoneta infernal le arrebató la vida a mi "brillante hermano" de un sólo volantazo. Y ya se como será hoy, igual que siempre. Me levanto y salgo de mi cuarto; como era de esperarse, no hay ni un alma en toda la casa; mamá y papá seguramente están en el cementerio llorando la pérdida de su prodigioso primogénito, mientras se olvidan que les queda otro hijo que los necesita más que nunca y que jamas les ha importado. Sólo estamos Oniguiri mi gato, y yo.

Son las 7:45 de la mañana, será mejor que me prepare para ir a clase. Caliento un poco de café en el microondas, mientras mi tarea termina de imprimirse. 7:50 estoy en la parada del autobús. Se que es un poco tarde cuando veo que pasa una chica de mi escuela que es famosa por su torpeza y ser tan distraída. Pasa a toda velocidad en su bicicleta, sólo dejando como rastro el ondear de su castaña cabellera. A los pocos segundos, llega el autobús escolar. Justo detrás de ella, por la forma de la escena, temí lo peor y sólo me límite a cerrar los ojos y esperar el golpe o el grito; no me mal interpreten, no le deseo semejante barbaridad a la chica pero, siendo como es, era de esperarse que ella sea foco rojo para esas situaciones. El sonido de la bocina del autobús me vuelve a la realidad, volteo a la esquina de la acera, y la veo doblando la calle. Está bien.
Esperó que siempre esté bien... No se porqué pero, simplemente quiero eso.

Cuando El Amor ImperaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora