Vías de escape

Existir. Vivir. ¿Y la diferencia?

A veces ni la música calma.
Ni las palabras te desahogan.
Más bien, te ahogan un poco más.
Y cuesta mantenerse a flote.

Porque cuando te duele algo. Dentro.
Duele tan fuerte que no se acaba nunca.

Hoy, sigue sonando Eminem.
Lose yourself.

Y el día sigue siendo aún más gris.
Y hoy estoy cansada de todo.
Pero sobretodo, de mí.

Pero da igual, yo seguiré fingiendo que todo está en orden.
Seguiré apretando los dientes. Sonriendo.
Sin que nadie se percate de que la sonrisa se ha roto hace tiempo. Mucho.

Por momentos las ganas de llorar se me clavan en el pecho  pero yo aguanto.
Y sigo sonriendo.
Porque si duele, apriete los dientes.

Aunque, ya estoy cansada de fingir que todo va bien.
Cansada de estar para todos. Cansada de seguir ahí.
Para decir: todo saldrá bien. Vendrán tiempos mejores.
Para decir: tú puedes con todo.
Para soltar: saldrás de todo.
Cansada de siempre ser positiva. Cansada de buscar salidas. Cansada de luchar, incluso.

Quizás no soy tan valiente como creen.
Y más cobarde de lo que me imagino.

Pero es que a veces creo que simplemente existo. Por decir algo. Pues vivir es mucho más que existir. Vivir es eso, vivir. Sentir la vida. Sentir al mundo. Sentir.
Pero yo hoy creo que solo existo.

Juraría que me he perdido. A mí misma.
Y quizás. Quizás. Me haya perdido a propósito.
Pero me da igual.
Quizás. No quiera volver.
Quizás. Cuando vuelva no sea la misma.

Porque cuando estás cansada de todos, puedes huir de ello.
Pero cuando estás cansada de ti, ¿qué hostia haces?
Pues perderte.
Y si no te encuentras da igual.
Tú sigues existiendo.
La gente te sigue observando.
Hablando.
Viendo.
Preguntando.
Pero nadie vive dentro de ti.
Y nadie sabe si estás ahí.

Por eso, yo sigo dándole vueltas.
Si pienso, existo.
Pero si existo, ¿vivo?
O si vivo, ¿existo?