Incompetencia

130 9 5
                                    

Tener tantas cosas en la cabeza y no saber cómo hacerlas salir me resulta estremecedor. Es complicado, la verdad, ya que mi forma de "pintar con palabras" es un tanto rebuscada, lo que me conlleva a veces a poner demasiada atención en los más mínimos detalles sin tan siquiera pensar en el objetivo. En efecto: soy una persona perfeccionista. Esto me ha llegado a causar conflictos, pero con el paso del tiempo, voy siendo capaz de limar, poco a poco, algunas asperezas de mi carácter. Sin embargo, aún estoy a años luz de llegar a ser. Sí, nada específico, simple y llanamente, "ser". Algo, alguien, ¡qué más da! El caso es serlo.

¿Queréis que os sea sincera? Bueno, soy rara. Es así, y punto: no pasa absolutamente nada por aceptarlo. Además, mi peculiaridad nunca me ha abandonado, por lo que prefiero verlo como algo positivo. A lo mejor son cosas mías, pero, queridos lectores, ¿en qué momento se os ha ocurrido, a cualquiera de los que me leéis, pensar en ocurrencias tan rebuscadas? En el hipotético caso de que me comprendáis cuando me pongo a escribir sin rumbo ni fin, he de daros mi más sincera enhorabuena, porque ni siquiera me reconozco a mí misma cuando entro en el estado de éxtasis que me supone encajar las palabras con mi realidad.

Pienso que todo tiene un por qué. Reflexionadlo profundamente: ¿de veras creéis en la casualidad? Yo no. Por lo tanto, mi compleja forma de ser tiene una digna explicación. También es verdad que puede verse como un tipo de carácter, o por el contrario, como un mundo hacia el cual mi entorno me ha impulsado. Me gusta llamarlo la burbuja.

No es que yo me encuentre en el interior de esta especie de pompa de jabón, al contrario: me resulta casi imposible entrar. Tampoco quiero, por lo que me es indiferente. El caso es que las burbujas, como supongo que sabréis, son transparentes. La gente se encierra en ellas sin razón aparente; personalmente, no lo entiendo. No obstante, desde fuera se les ve significativamente bien. La comodidad dirige sus vidas, aunque en el fondo, llevan al cuello un quintal de preocupaciones estúpidas; en su interior, nada. Redundante eco y mucho vacío.

En cuanto al universo paralelo al que me han empujado... Es demasiado grande como para comprimirlo en un solo párrafo, pero lo reservo para otra ocasión, que espero que no sea muy lejana.


Bomba de RelojeríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora