Oda a la libertad

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Si hay algo que detesto infinitamente es la limitación, la dependencia de otra persona, las explicaciones. Cierto es que tampoco está bien deambular cumpliendo única y exclusivamente con nuestro antojo, pero es muy complicado echar a correr si se lleva un lastre a la espalda.

Últimamente, estoy experimentando reacciones sospechosamente negativas. No corresponden con quien quiero ser, pero sí con mi estado de angustia actual. Cuando existe el diálogo pero la comprensión brilla por su ausencia, se va formando, poco a poco, un nudo. Cada vez más tenso...

...Hasta que, llegado un momento, dicho nudo se vuelve indestructible y casi imposible de desatar. Los impulsos cambian, disminuye la paciencia. Nace un vacío que se alimenta de mal temperamento. Efectivamente, queridos lectores: el rechazo se hace presente.

Cuando alguien intoxica tu vida, no te permite desarrollarte como persona, te hace retroceder y sientes que si te espacias provocarás un desastre, quiere decir que tu capacidad de tomar decisiones está a sometida a una fuerte presión. Por una parte, se ha convertido en alguien a quien aprecias, pero por otra, tu vida ha dado un vuelco.

Me siento invadida, agobiada y utilizada. Es como si me estuviesen haciendo una especie de chantaje emocional. Soy consciente que hay personas que han de salir de mi entorno lo antes posible, ya que lo están invadiendo hasta llevarme a los bordes del mismo, pero por otra parte, siento pena, resentimiento. Estoy como encerrada en una jaula, aislada. La llave, la guarda alguien que dice tener capacidad de escucha, pero no es así.

Cuesta trabajo y duele, pero es realmente necesario. Me he dado cuenta de que lo que más deseo es echar a volar, perseguir y explotar mis pasiones, hacer de mi vida una obra de arte. Sin embargo, el ambiente ha de ser limpiado, antes de nada. El camino comienza desde ya; está en mis manos. Me he sacrificado mucho por gente que no merecía la pena tanto como yo consideraba, y estoy desgastada. No puedo afirmar que haya sido en vano, ya que la vida me ha transmitido muy buenas lecciones en este tiempo, pero en ningún momento he sido correspondida. Les tiendes la mano y te toman el brazo. Tal cual. Prefiero retirarlo antes de que me lo arranquen y tendérselo a gente que me quiera tal y como soy. Gracias a Dios, los de verdad no se van nunca, y eso, no tiene precio. Si me estáis leyendo, permitidme que os de las gracias por darle la vida a mi espíritu.

Resumo todo esto remarcando una potente definición de libertad que me enseñaron hace poco: cuando eres libre, sabes escoger aquello que es por tu bien. Teniéndola en cuenta y estructurando las palabras para barrer los obstáculos lejos del sendero, creo (y espero) que he tomado una decisión correcta. Una vez encuentre la fuerza para llevarla a cabo, ojalá sea capaz de hallar cierta motivación que me tome de la mano para seguir adelante, olvidarme de los que me cortan las alas y rodearme de los que potencian lo mejor que hay en mí.

Bomba de RelojeríaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora