Capítulo 2. Misión fallida

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Era tarde en aquella gran mansión. La noche había caído rápidamente y una brisa golpeaba cosas fuera de esta, cosas que ninguno de las doce personas dentro podía imaginar y, quiza, jamas verían con sus propios ojos, pero aquellas cosas que el viento golpeaba causaba un ruido estridente fuera de aquella construcción, muy fuerte, lo suficiente para cubrir el ruido de tres pares de pisadas que tenian debajo suyo el ruido de la madera vieja y chirriante.

Los doce chicos se habían ido dispuestos a dormir después de lo entretenida pelea de Dan, el cual ahora estaba en su habitación, sosteniendo el anterior pedazo de carne que tenia Rose sobre su cabeza, ahora encima de su morado ojo, mientras dormía.

Se escucho un crujido en la estancia.

- Silencio, Arthur. Nos van a oír. - reclamo Tom. El rubio había pisado una madera floja.

- ¡Hey! - susurró Arthur como un grito - Yo no soy al que le gruñen las tripas.

Tomas miró a Damian serio, con las cejas fruncidas. Damian le sonrio nervioso y se encogió de hombros.

- No lo puedo evitar - se quejó Damian mientras acariciaba su estómago en circulos - Yo tener mucha hambre.

- ¡Pero si te acababa de comer unas papas antes de venir! - exclamó el rubio con indignación.

- "Unas papas " no son suficiente.

- Ya callense - susurro Tom adoptando muy seriamente su situacion de lider.

Los tres amigos estaban en la primera planta dispuestos a cargarse de toda la comida que pudieran antes de que Carrie o Elia los atrapen, para después poder ir a dormir en paz.

¿Por qué? Pues la respuesta es muy simple. La habitación de Damian esta entre la de Tom y la de Arthur. Y pues... Damian es Damian.

- Muy bien - Tom suspiro - Es la hora. Damian, pásame el rubor de Gema.

Damian metió su mano en el bolsillo derecho del pantalón y le tendió un pequeño estuche de plástico a Tom, el cual lo abrió y soplo por todo el piso de la sala.

El día que llegaron, o mejor dicho, el día en que todos despertaron, habían encontrado todas las cosas que necesitaban en sus cuartos, que tenían sus respectivos nombres en cada puerta.

Damian incluso recordaba que había encontrado un pote de helado sobre su mesita de noche. Ese día fue muy feliz.

Pero el punto en esto es que cada chica tenía su set de maquillaje particular, y si, Arthur se había quejado sobre que él no tenia ningún artículo para el cabello por lo que Carrie le había tirado su crema de peinar en la cara para que deje de quejarse.

De todas formas, ella jamás las usaba.

- Este... - dijo Arthur que miraba la escena confundido - ¿Para que hacemos esto?

- Tu, sólo espera... - comentó Tom a lo que Damian asintió.

- Mira, Arturo...

- Soy Arthur - interrumpió a Tomas.

- Cómo sea - dijo Tom mientras le dio otro soplido al polvo - este polvo resaltará los rayos lasers que protegen la cocina, dándonos así una ventaja para esquivarlos y agarrar toda la comida que queramos. Simple y fácil

- ¿Y como sabemos que hay rayos lasers? - inquirió Damian

- Pues... pues...

- Ah - exclamó Arthur por lo bajo mientras se paraba - me harté de ustedes, idiotas. No hay ningún puto rayo y punto.

- ¡NOOOOOOOOOOOOOOOO! - exclamó Tom con un grito de película. Arthur volteo la cabeza y le sonrió malicioso antes de pisar el terreno del polvo - Ni. Se. Te. Ocurra.

Root [Volverá algún día]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora