Capítulo 4. Al día siguiente...

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Lían desearía ser aquel chico que despierta con una chica al lado suyo por haber tenido una noche increíble. Aquel chico que se despierta por los rayos de la luz del sol reflejándose a través de su ventana hacia sus ojos.

Pero al parecer, el destino odiaba a Lían.

En vez de una radiante y cálida luz solar, una incandescente luz de lámpara lo despertó de su profundo sueño.

Alguien moriría por esto.

Abrió los ojos y los volvió a cerrar al ver que la luz se acercaba a su rostro.

- ¿Cuando crees que despierte? - pregunto Dan.

- No lo sé. - la voz de Tomás resonó en... en donde quiera que estarán - Pero eso no importa mientras no se meta con Carrie.

Parecía que su sobre protección tradicional de hermano había llegado a otro nivel.

- Tom, yo creo que te estas pasando - dijo Gabriel posando una mano en el hombro de su amigo.

Vio como el pelinegro lo pensaba por unos momentos, o al menos eso parecía, por que su mirada se dirigía hacia Lían y después hacia Gabriel.

- Nah. - dijo Tomás - lo dejaremos ahí hasta que despierte.

- Pero...

- Sin peros, Gabriel. - interrumpió Tomás a lo que Gabriel frunció su ceño enfadado por el pobre Lían.

Èl más que nadie sabía que Lían no había hecho nada pues sus habitaciones estaban en el mismo pasillo. Gabriel escuchó todo, y si hubiera pasado algo más también lo hubiera echo.

Abrió su boca para refutar, cuando se escuchó un agudo grito al estilo película de horror.

Todos sabían quien era y no estaban dispuestos a lidiar con ella. A Tom se le pusieron los pelos de punta al escuchar el agudo sonido penetrando las paredes de la mansión, cosa que Gabriel notó al instante y aprovecho para ir de puntillas a desatar a Lían.

Daniel estaba negando con la cabeza al ver a Gabriel.
De esto no saldría nada bueno.

Cuando Lían sintió la presencia de Gabriel abrió los ojos con confianza. Pero casi de inmediato deseo jamás haberlo echo.

Se encontraba en nada más y nada menos que en la baranda de la tercera planta. Sus manos y pies atados a la floja baranda que se meneaba por su peso provocando un chirrido cada segundo que respiraba.

Podía ver como su torso subía y bajaba con su fuerte respiración dando así la vista de los dos pisos restantes. Obviamente no le tenía miedo a nada, era un macho pecho peludo de primera y nadie le robaría ese puesto.

Aunque la vida tenia excepciones ¿verdad?

Si, podía ser un macho pecho peludo después.

- Gabriel - Le llamo Lían

- ¿Si? - pregunto el castaño mientras desataba los nudos de sus manos alegremente.

- ¿Cómo mierda me subieron hasta aquí? - pregunto molesto.

- Bueno... - intento rectificar el moreno - tú, tienes el sueño pesado ¿Sabes? - dijo y sonrió.

Maldito Tomas.

Se escucharon pasos ingresar a la habitación.

- Tomás. Andrew. Nicoletti. Ferrer. Gomez - la voz de Carrie resonó en toda la planta, su voz era fría como el hielo y, a diferencia de Tomás, ella no gritó tan solo arrastró las palabras delicadamente, tan delicado que asustaba.
Pudo ver su gélida y dura expresión por el rabillo.

Root [Volverá algún día]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora