I - La Hora

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Después de haber eliminado al Imperio Persa, tengo sed de conquistar nuevos territorios. Más territorios de los que tengo. Sé que el Imperio Macedonio es el más grande al momento. Pero deberá serlo por la eternidad.

Nos encontrabamos en una base de guerra macedónica cerca de la India. Era un día gris. Y al horizonte podia ver la miseria del reino indio, era tiempo de conquistarlos pero nos separaba un inmenso río de agua asesina.

-Miguel, necesito que les digas a los generales, que tomaremos rumbo a Khyber

-Esta bien mi señor, ¿hay alguna razón?

-Vamos a avanzar por un atajo conocido por mi padre

Todo empezó de lo mejor, yacía en el año 326 a. C. y todas mis tropas estaban en su mejor rendimiento.

-Miguel, dime el numero de Fuerzas en Combate

-Mi señor, tenemos a disposición para la victoria de Macedonia,    7 000 jinetes y 32 000 infantes

- Excelente, vamos para allá

Mientras íbamos en camino, se me llegó a la cabeza la idea de que posiblemente, me estuvieran esperando a mí con mi ejercito. Lo cual pensé que lo mejor era irme al norte con un pequeño ejercito para así lograr un señuelo.

Pasaron dos dias, y llegamos con mi ejercito pequeño al estrecho de Hidaspes. Era el momento de cruzar.

Pero era dificil, no fácil como pensábamos.

-Señor es muy dificil, hay que cruzar el río...

-Vamos, podemos avanzar, vamos

Los caballos se caían, la gente se desmayaba, era un caos.

- Señor ya el otro ejercito ya pudo cruzar, puedo verlos desde el otro lado

- Excelente, vamos allá

Tuvimos que cruzar un rió largo, el agua llegaba a la cabeza de mi hermoso caballo "Bucéfalo"

-Calma Bucéfalo, yo sé que puedes

Mi caballo relinchaba sin parar, seguro se estaba quejando

El rio era como de veinte kilómetros, no hondo. Pero dificil por las piedras y los posible cocodrilos que quizás aparecieran.

-¡Majestad! ¡Cocodrilos a la vista!

Empezamos a nadar lo más rápido con nuestros caballos, era un día caluroso y los caballos estaban agotados de estar más de 10 horas caminando.

-¡Arreh!¡Arreh! ¡Bucéfalo!

Bucéfalo aceleró, tan rápido como una abeja enojada.

El río se empezaba a enojar, se notaba su furia. Sentía que el agua me quería tragar hasta el fondo de él, de seguro Zeus estaba enojado.

-Majestad, viene un cocodrilo ¡Cuidado!

Mi aliado Miguel, con una lanza, logró clavarla de un lanzamiento, entre medio de los ojos de un cocodrilo de seis metros, antes que éste atacara a Bucéfalo.

-¡Arreh! ¡Bucéfalo, Arreh!

De repente llegó otro cocodrilo, a toda velocidad. Cuando estaba a un metro de mi caballo, saltò del agua como si estuviera volando hacia mí.

Era yo contra esos dientes afilados y esa mandíbula más fuerte que Hércules. Sin pensarlo, con mis instintos, saqué mi espada de mi vaina, e hice un movimiento de tal manera que le pase la espada por todo el cuello. El cuerpo del cocodrilo cayó sobre mí, y su cabeza cayó para el otro lado. Sin tiempo, empecé a nadar junto a mi caballo... estabamos a cinco metros de la orilla.

Empezamos a nadar como guerreros

Llegamos a la orilla y me reuní con el otro ejército macedónico.

-Majestad, ¿llegaron todos a salvo?

-Sí Miguel, con dificultades pero llegamos

-Majestad, ¿que son esos rasguños?

-Un cocodrilo casi mata a tu rey, no te preocupes, nos deshicimos de él

- Gracias a los dioses

Empezamos a acampar, y a preparar todo para la batalla.






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