*Narra el Rey de Paura: Poros*
Hijos míos, la guerra se aproxima, debemos darle su merecido a Alejandro y sus esclavos. Son nuestros enemigos, si no los atacamos ahora, ¡perderemos todo!
-Mi rey, ya nos avisaron que llegaron los macedonios- dijo el consejero.
-No puede ser, dejame ver
Me levante de mi trono y salí a las afueras de mi castillo con mi hermoso caballo de color negro: "Asturio" para ver que veían mis hombres. Para el asombro de mis ojos, allí estaba... Alejandro Magno, próximo rey que mataría si seguía avanzando con su patetico ejército.
Me regresé a mi castillo y ordene que llamaran a todo el ejército que llevabamos entrenando. Llegue al cuartel de guerra.
-Sikha, ¡¿Donde estas?!
-Disculpe Majestad. Estaba viendo el número de guerreros
- Habla, ¿cuantos hay?
- Tenemos 20 000 de infantería, 200 elefantes, 400 carros y 5 000 jinetes, mi señor
- Traelos a afuera del castillo, ¡Ya!
Mientras Sikha traía al ejército, me dirigí a donde el general Hipsos para que diera orden de hacer un campamento a las afueras del castillo para tener todo listo.
Llegue al segundo cuartel, sin encontrarlo, empecé a gritar
-¡Hipsos! ¡Hipsos!
De repente, escuché un grito
- ¡Ah! ¡Auxilio!
Me acerqué y era Hipsos, tenía una daga clavada en el pecho.
- ¡¿Hipsos que ha pasado?! ¡Llamen a un doctor!
- Mi rey, el espía... el espía...
- Hipsos, ¡Responde! ¡Responde!
Empecé a notar que su mirada estaba perdida, y su respiración de detenía. Me di cuenta, que tal vez, los dioses se lo habían llevado.
En ese momento llegó el doctor
-Doctor, ¿Esta vivo?
El doctor empezó a revisar detenidamente.
-Lo siento mi rey, pero no
Me llegaron sentimientos de odio y rencor contra los macedonios. Era momento de hacer pagar a Alejandro, todas sus atrocidadades que había hecho. Con sólo matar a mi primo Hipsos, ya era suficiente para que el reino de Paura lo hiciera pagar.
- Den indicaciones al subgeneral que haga un campamento a las afueras del castillo- le dije a uno de mis hombres
Pasaron nueve horas y ya estábamos listo con el ejercito en el campamento. La luna nos estaba sonriendo y las estrellas nos estaban alumbrando. Era una buena señal para saber desde ese momento, que la victoria era nuestra.
En el campamento, llamé a todos, y empecé a dar un discurso para motivarlos.
-¡Fuera lo que fuera, vamos a luchar por Paura, por nuestra madre! Si llegamos a ganar esta guerra, les prometo, ¡que les triplicó el salario hasta con bonos!
-¡Larga vida al rey! ¡Larga vida al rey! ¡Larga vida al rey!- gritaban
La guerra es la mejor manera de demostrar el amor a nuestra amada tierra, por ella nacimos y por ella morimos.
Esperamos sentados, mirando atentamente al horizonte, vigilando a los macedonios.
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La Ultima Espada
Tarihi KurguEl Emperador más grande de Todos los Tiempos, el Rey de los Reyes, el Señor de los Señores... En su última batalla se enfrentaba a uno de los más poderosos de Asia, el innombrable...