Capítulo 9.

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—¿Puedo ir para allá? No quiero estar aquí cuando llegue—murmuró ella al teléfono.
—Ven, mi padre no está, podemos estar tranquilos y hablar—contestó.
—Okay, estoy en camino, deja la puerta trasera abierta, no quiero que nadie me vea
Hollys colgó el teléfono y acomodó su vestido a cuadros azul. Estaba linda, llevaba unas medias bajo el y unas botas hasta la rodilla protegiendo sus pies. Se colocó un gorro de lana y una chaqueta negra para cubrirse del frío. Tomó su mochila y celular para salir.
Caminó tranquila por el pasillo bajando la escalera, intentaba irse antes de que la maldita llegara, pero cuando estuvo abajo de dio cuenta de que era demasiado tarde.

Era alta y morena, con ojos negros y piel blanca. Llevaba un vestido azul y tacones negros. Sonreía complacida mientras admiraba la casa.
Holanda pisó el suelo fuertemente de modo que la mujer se percató de su presencia. La miró con odio y asco. Ella no permitiría que nadie, absolutamente nadie, ocupara el sagrado lugar de su madre.

—Hola, tú debes ser Holanda, soy Perry—dijo extendiéndole la mano, la cual Hollys ignoró, colocando las suyas en los bolsillos de la chaqueta.—Tu padre me ha hablado mucho de ti y me ha dicho que dibujas excelente y haces retratos, tal podrías hacerme un...
—¿Hacerte un retrato? Lo siento sólo lo hago con personas y objetos que me inspiren, no con cualquiera. En otras palabras, no lo hago a pedido—sonrió falsamente, inspirándole odio.
—Holanda veo que ya haz conocido a Perry—dijo su padre entrando desde el salón.
—Desgraciadamente si—masculló.
—¿A dónde vas con esa mochila?—preguntó tomando el abrigo de Penny que observaba atenta.
—A casa de Dafne con los chicos—mintió encogiéndose de hombros.
—Pero es cena familiar esta noche—objetó.
—¿Familiar?—rió sarcástica.—¿Entonces que hace esta aquí?—se cruzó de brazos. Sus palabras eran veneno.
—¡Holanda!—la reprochó.
—Dijiste familiar y yo no veo a la familia aquí—se protegió.—Ahora si me disculpas, voy a casa de Dafne donde está mi verdadera familia

Abrió la puerta rápidamente cuando su padre la tomó del brazo haciendo que gimiera de dolor.

—Podría denunciarte por esto—dijo mirando su mano.—¡Sueltame ahora!—chilló.
—Hollys te quedarás a cenar, te guste o no

Giró los ojos y se fue a su habitación.

—Iré a dejar mi mochila sonrió—sonrió fingiendo darse por vencida.

Al entrar, cerró con llave y abrió la ventana. Se asomó a ella y estaba decidida a hacerlo. Sacó el pie derecho apoyándolo con sumo cuidado en la cornisa para luego hacer lo mismo con el otro.
Avanzó pegada a la pared, con la adrenalina recorriéndola entera, provocando que su sangre corriera por sus venas con más rapidez, con desenfreno. Al llegar al extremo dio un ágil salto al tejado de la cochera que era tres metros más bajo y corrió en él en picada. Al llegar al borde se sentó allí con ambas manos en la terminación y saltó dos metros hasta el suelo. Una jugada increíble, se dijo satisfecha y sorprendida.
Miró su casa por última vez y corrió a velocidad antes de que su padre se percatara de su ausencia.

Llegó a casa de Kevin en menos de media hora e ingresó por la puerta trasera que estaba abierta, tal como ella le había dicho que hiciera.
Se quitó la mochila y se escabulló hasta la habitación de Kevin, en la planta alta.
Lo encontró en su cama leyendo un libro desconocido y bebiendo algo de una taza roja. Hizo ruido para que el joven se percatara de su presencia.
Giró de inmediato y ella fue a su encuentro. Se sentó sobre sus muslos y besó castamente sus labios.

—¿Cómo estás?—preguntó.—Hace dos semanas no te veo, estuviste desaparecida
—Creo que sobra decir que como la mierda—dijo bajando la vista.—Es mi kriptonita, mi debilidad, no puedo con esto, yo...es demasiado imaginar a esa mujer como mi nueva madre
—No tiene porqué ser tu nueva madre, no la pienses de ese modo, no lo será si tú no quieres
—Lo sé, pero su tan sola presencia me incomoda, me hace odiarla profundamente
—Hollys mírame—suplicó.—Sé que no te gustará escucharlo pero...ella no tiene la culpa ¿Entiendes? En todo caso la tiene tu padre pero tampoco él, hay que superar el pasado, no puedes vivir en el recuerdo, debes dejarla ir—Kevin acarició su mejilla con ternura.
—¿Tú estás de su lado? ¡Lo que me faltaba!

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