Capítulo 12.

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Somnoliento fregó sus ojos con la mano izquierda. El sol le daba justamente en la cara y aún no quería despertar, estaba demasiado cansado como para levantarse.
Miró a su derecha, Hollys estaba acostada en su pecho acariciando su abdomen mientras que él la abrazaba por la cintura. Sin darse cuenta habían acabado juntos.
Sonrió totalmente satisfecho y suspiró complacido de sentir su cuerpo tan cercano al suyo, pegados uno con el otro, como uno solo. Acarició su cabello con cuidado y cautela, tomando precaución para que no despertara.
La piel de Holanda era suave y su textura era tan compacta y delicada.
Le gustaba demasiado, bella, simpática, si bien algo terca y malhumorada, preciosa.  Tocó su teléfono y la mujer habló bajo:

—10:30 AM —anunció. —Del día martes quince de diciembre de dos mil quince. Soleado, 18° para hoy.

Resopló dejándolo nuevamente en la mesa y se levantó sigilosamente con cuidado de no despertarla. Le sonrió y salió de la habitación colocándose los vaqueros del día anterior.
Antes de pisar el ultimo escalón se puso sus anteojos de sol, estaba prohibido que alguien más a parte de su nona y Holanda vieran sus ojos.
El aire dentro era caliente y según el termómetro estaban a treinta grados de calor.
Caminó hasta la cocina donde encontró a Norma haciendo el aseo.

—Buen día Norma —dijo besándole el pelo con cariño.
—Buen día joven Brooks ¿Quiere desayunar?
—Ya te dije que me llames Kevin y no Norma, no te preocupes aún no —sonrió.
—¡Mamá hace mucho frío fuera! —se quejó una voz adolescente.
—Kevin, ella es mi hija, Carly —dijo ella aclarando la confusión del castaño. —Hija él es Kevin Brooks, trabajo para su familia
—Hola y lamento que debas encontrarme sin camisa, si sabía que vendrías me hubiera vestido —rió sacudiendo su cabeza.
—No te disculpes, así está mejor—dijo la muchacha en tono seductor. Kevin lo había notado, pero prefirió ignorarlo por completo. Tenía a su mundo durmiendo en su cama ¿Para qué alguien más? No lo necesitaba en absoluto.
—Bien Norma, desayuna antes de continuar ¿Okay? Estaré arriba por si me necesitas

Kevin desapareció por las escaleras repitiendo en su mente en la forma en que la joven le había hablado. Rió ante el pensamiento.

—Perdona Norma pero tu hija es una lanzada—murmuró negando con la cabeza.

Entró en la habitación y tanteando se dirigió hasta la cama a sentarse.
Revolvió su cabello con rapidez con la cabeza baja, fija en el suelo. Dejó salir un bostezo y se incorporó.
A los pocos segundos sintió las manos de Holanda en su abdomen.  Él corrió las manos hacia las suyas y entrelazaron sus dedos.

La pelirroja apoyó su frente en la espalda de Kevin y suspiró. Se sentía tan bien despertar de esa forma, los deseos de despertarse así siempre la invadían y quería mudarse con él para repetir ese sentimiento todas las mañanas.
Besó sus finas manos y le sonrió.

—¿Quieres desayunar?—le preguntó.

Holanda asintió somnolienta.

—Claro, iré al baño y bajaré enseguida

Ella le plantó un beso en el mentón y salió casi corriendo al baño junto a su mochila.
Se lavó la cara con agua fría para despertarse al tiempo que se miraba al espejo, continuaba en ropa interior. No se había percatado de ello y de alguna otra forma no le interesaba en lo más mínimo. Norma también era mujer,  Kevin no podía verla, además no había otra persona en la casa.
Sonrió. Se sentía fresca y liviana. Cepilló sus dientes y recogió su cabello en una coleta alta dejando caer algunos mechones rojos en su cara.
Caminó descalza hasta la habitación nuevamente y sobre su semi-desnudez se colocó una remera blanca de Kevin. Tapaba perfectamente sus muslos y la mitad de sus brazos.
Aspiró su aroma. Tenía su embriagador perfume masculino, lo adoraba.

Bajó las escaleras lo más rápido que pudo y se encontró a Kevin charlando con una muchacha que le igualaba la edad, totalmente sonriente, con vaqueros ajustados y un suéter rosa pálido. Su cabello negro caía ondulado sobre sus hombros y los ojos verdes que poseía miraba atentamente a Kevin que torcía una sonrisa. Era linda, mierda, era linda. Se enfadó cruzándose de brazos y comenzó a caminar en dirección a ellos.
La joven volteó al sentir su presencia y la miró con mala cara.

—Hollys, sientate por favor, Norma pronto traerá nuestro desayuno—dijo Kevin acomodando sus anteojos.—Mira ella es Carly, hija de Norma, Carly ella es Holanda Parks, mi...
—Novia—lo interrumpió sonriendo con ironía.

El castaño alzó las cejas sorprendido ante sus palabras y bajó la cabeza sin lograr contener una de sus sonrisas de lado.

—No sabía que ya eran novios—rió Norma apareciendo desde la cocina con un plato repleto de panqueques.—¡Felicidades!—clamó alegre.
—Gracias, al parecer es oficial—dijo confundido.

Holanda mordía su labio en el intento de arrancárselo. No había planeado decir aquello, los celos habían hablado por ella y ahora no podía echarse hacia atrás, además no es que lo se dijera estuviera del todo mal, el término novia le fascinaba y más si su novio era ese lindo ojiazul que tenía en frente.
Miró a Kevin. Comía tranquilo sin decir nada. No la había contradecido, en el fondo ella sabía que a el castaño le había fascinado su iniciativa al definir su relación.

La hija de Norma estaba sentada con ellos desayunando. En cada bocado de masa que daba, masticaba su furia por esa maldita pelirroja. Ella había visto a Kevin antes que la otra, nada más que no se había presentado hasta el día de hoy que se le había presentado la oportunidad.
Aunque su oportunidad fue de mierda ya que aquella teñida se la había arruinado.

—¿Debes ir a casa?—preguntó él dirigiéndose a Holanda que había levantado la vista de su plato.
—Si—asintió malhumorada.—No quiero, lo más probable es que ella esté allí y definitivamente no quiero verle la cara

Carly sonrió. Si aquella se iba tendría a Kevin solo para ella por un rato.

—Si quieres puedes quedarte aquí un tiempo más—propuso.—Ya sabes, papá no está, su cama es el triple más grande que la mía y podríamos dormir allí...—Kevin murmuró la última frase besando el cuello de Holanda que se sonrojaba más y más.
—No estamos solos...—rió ella apartándolo.
—¿Tú ves a alguien más en esta habitación? Porque yo no—soltó sarcástico.
—Mal chiste Kevin Brooks, mal chiste

Negó con la cabeza y se llevó un trozo de panqueque a la boca.

—Quiero quedarme pero no puedo, mi padre piensa que estoy en casa de Dafne, ella está cubriéndome—explicó.—Pero tal vez tú si puedas venir...
—Tu padre se enfadará
—No tiene porqué enterarse—sonrió.

Horas más tarde, Kevin y Holanda se introdujeron a su casa por la puerta trasera y con todo el cuidado posible subieron a la habitación sin ser vistos.
Se besaron en la cama hasta que eso los aburrió y luego optaron por charlar un poco acerca del tratamiento. Estaba avanzando muy bien y mejor de lo esperado, Kevin ya podía sentir su visión aproximándose. Estaba feliz por ello, aunque le costaba al final tendría lo que deseaba.

Por su parte Holanda no estaba contenta. La distancia de la mudanza de esa mujer a su casa era mínima y eso la asustaba. Convivir con eso todos los días sería un infierno, y no planeaba quedarse a vivirlo.
Anticipándose a la situación, había llamado a su abuela para contarle lo sucedido y ella accedió completamente a que su nieta se mudara a su casa.
Holanda no quería concretar su plan, pero sería necesario hacerlo si esa mujer se mudaba.

Pero esa tarde decidió olvidar aquel inconveniente y disfrutar de la compañía de su ahora novio, Kevin. Estaba recostada en sus piernas, sintiendo sus caricias y su calor corporal, era fantástico. Escuchaban música ochentosa mientras ella retrataba a Kevin, que abrigado por un buzo gris y gorro se encontraba sentado en su cama cantando a toda voz.

—Así que ahora soy tu novio—mencionó una vez terminada la canción.
—Sí, así es Kevin Brooks ¿Piensa reusarse a lo dicho?
—Sin comentarios. No hay declaración o excusa que yo pueda expresar para anular su sentencia.
—Me parece fantástico

Dejó de lado su boceto y se arrodilló frente a él para besarlo castamente en los labios.

N/A: Estaría encantada de que se pasaran por mi nueva obra ”Trastorno Virtual“
Gracias y las/los amo 😍

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