Capítulo 13.

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Era nochebuena y afuera las calles se llenaban de la magia blanca mejor conocida como nieve.
Holanda llevaba un vestido rojo esa noche. Con calzas negras, botas de cuero y dos trenzas que rozaban sus hombros. Se había maquillado ligeramente los ojos y había llenado de brillo sus finos labios.
Fotografió desde su ventana las calles blancas maravillada. Sonrió observando la foto en su teléfono y suspiró.
Era una noche especial para ella y no dejaría que nada ni nadie la arruinara.
Estaba invitada a una cena elegante en casa de Kevin, pero no iría sola, sino muy bien acompañada de su nona, que resultó ser amiga de la abuela del castaño. Se habían conocido en la secundaria donde en ese entonces eran rivales, pero al pasar los años arreglaron sus malentendidos y hasta el día de hoy se hablaban por teléfono e intercambiaban recetas ya que ambas estaban obsesionadas por la pastelería.

—¡Qué pequeño es el mundo!—se asombró Holanda el día en que se había enterado. La familia de Kevin y la suya ya estaban unidas posteriormente a su relación, gracias a sus abuelas.

Se colocó su perfume de vainilla en toda la ropa y bajó con su celular en mano a la planta baja. Todo estaba decorado con guirnaldas, muérdagos y luces navideñas. Todos en su casa amaban la navidad y no perdían la oportunidad para llenarla con adornos.
Al bajar se dio cuenta de que estaba sola. Su abuela llegaría en una hora con un taxi para recogerla y su padre vendría dos horas más tarde junto con la estúpida de Perry.
Caminó tranquila, la casa estaba en silencio y se encontraba en paz hasta que el sonido del timbre de su celular la sobresaltó.

—¡Mierda!—clamó temblando.

Con sus manos temblorosas consiguió tomar su teléfono y atender la llamada.

—¿Hola?—contestó.
—Hola mi amor ¿Cómo estás?
—Joshua no me llames así—se quejó Hollys poniendo los ojos en blanco.
—¡Oh lo lamento! A veces olvido que estás con el enfermo de tu novio ahora—soltó con sarcasmo.
—Mira, si llamaste para decir eso será mejor que cuelgue...
—No te llamé para eso—dijo.—Sólo quería preguntarte si te gustaría venir a casa esta noche, estoy solo con mi hermano y en serio me haces falta

Holanda mordió su labio inferior, nerviosa. ¿Cómo mierda iba a decirle a Josh que pasaría la noche en casa de Kevin? Probablemente sería mejor mentirle, no quería que se enojara con ella, lo quería demasiado como para que eso sucediera.

—Lo siento, no estaré esta noche—dijo en tono lastimero.
—¿En dónde estarás?
—Iré a casa de mi abuela—mintió cerrando los ojos.—Ya le he dicho que sí y no quiero dejarla sola en navidad, tú me entiendes...
—Claro, a ella no puedes dejarla sola pero a mí si
—Joshua entiende, yo la quiero mucho y...
—Y a mi no, entiendo, buenas noches Holanda.

Josh colgó de inmediato dejando a Hollys con la palabra en la boca, haberle mentido no hizo una gran diferencia después de todo.
Negó con la cabeza y tomó su abrigo negro, se colocó un gorro de lana y salió fuera a esperar a su abuela que diez minutos después apareció elegante, en un taxi y lista para llevarla a la cena.
Holanda subió al vehículo y en quince minutos estuvieron frente a su puerta.
La pelirroja no había querido sacar su mano de los bolsillos, el aire era completamente helado y el rocío caía sobre ella empapando su abrigo.
Un aire extremadamente frío levantó su vestido e hizo que su piel se erizara por completo.
Golpeaba los pies contra el suelo en un intento por quitar el frío que traía encima, pero no lo lograba. Unos minutos después Norma apareció detrás de la puerta con su mejor sonrisa, pidiendo perdón por la demora.

Hollys entró quitándose el abrigo extasiada por la hermosa decoración. Las paredes pintadas de rojo como vino estaban adornadas con guirnaldas y muchas estrellas de luces parpadeantes. La alfombra con renos y un Santa Claus en el medio rodeado de árboles de navidad había hecho que riera, incluso los sofás estaban cubiertos por fundas blancas con calcetines rojos.
El inmenso árbol rodeado de luces y adornos de diversos colores iluminaba la habitación desde el sitio más privilegiado de la casa. El árbol era el centro de atención al igual que su flamante estrella dorada en la punta. Bajo él, sobre una alfombra roja se encontraban los regalos esperando por ser abiertos a las doce en punto.
Hollys estaba emocionada, era una de sus festividades favoritas en la vida.
Besó a su abuela en la mejilla y luego a la nona de Kevin, que la observaba con una sonrisa, complacida por su llegada.

—Me alegra que vinieran—dijo enseñando sus dientes.
—¡Hollys! ¡Al fin haz llegado linda!—clamó el papá de Kevin con entusiasmo. Abrazó a la pelirroja y ella lo recibió encantada.

Pronto todos se reunieron en el salón principal, incluso Norma y su hija estaban allí. Kevin, al notar que su chica había llegado, bajó y la besó tiernamente para luego alzarla en sus brazos. Sonrió aspirando su aroma.

—Estás hermosa Hollys—dijo Norma sonriendo.
—Lo mismo digo, ese vestido combina con tu cabello—rió la nona del castaño.
—Una princesa—la elogió su abuela.
—Definitivamente te ganaste todas las miradas, haz superado al árbol de navidad, felicidades Hollys—le sonrió el señor Brooks.

Holanda sonrió sonrojada y giró para ver a su novio, que fugazmente había desaparecido.

—Kevin no está, iré a buscarlo—advirtió.

Se dirigió a las escaleras y subió de dos en dos hasta llegar al pasillo. Arrastró los pies hasta la tercera habitación de la izquierda y entró.
El castaño estaba arrojando todo lo de su escritorio al suelo con furia. Tomó entre sus manos su ordenador y lo lanzó contra la pared, al igual que sus libros y todo aquello que se encontrara a su alcance. Estaba llorando, podía notarlo, lágrimas resbalaban por sus mejillas, una tras otra, empapando su buzo blanco. Cayó de rodillas al suelo, quitándose el gorro con ambas manos y aventándolo lejos.
Con tristeza y frustración jaló su cabello y se sentó a llorar tapando su rostro.

—Oh cariño—fue lo único que alcanzó a decir Holanda antes de correr a él.
—Alejate—ordenó cubriendo la cara entre sus brazos.

Holanda lo atrajo hacia sus brazos y acarició su frente acalorada.

—¿Qué está mal mi amor?—preguntó entre lágrimas.

Su corazón se había destruido, verlo llorar era lo peor que había visto.

—Todo está mal, es una vida de mierda, yo no quise esto, nunca la deseé, ya no quiero tenerla—dijo en llanto.

Arrugó los labios y se secó las lágrimas.

—¿De que mierda me sirven los ojos si no puedo verte? Dime, soy solo un puto ciego que no puede ver a la chica de la que está enamorado ¡Mierda! Será, será mejor que te alejes, te mereces algo mejor que esto, soy solo peso

Se quitó los anteojos y allí pudo ver como sus ojos azules se empañaban y se ahogaban en lágrimas que amenazaban con salir.

—Tú eres lo mejor—afirmó besando su frente.—Tú me haz dado lo mejor de este mundo, que es tu amor y no puedo, realmente no puedo imaginarme sin ti...me enseñaste que no se ve a través de los ojos sino con el corazón y que no importa cuanta oscuridad haya a tu alrededor no debes darte por vencido y buscar la luz...—un nudo en la garganta le impidió continuar.

Lloró abrazando a Kevin por el cuello y lo estrechó contra su pecho de forma protectora.
Kevin apretó la mandíbula intentando no llorar más pero no pudo.

—Todo lo que te dije no importa un carajo ahora—soltó enojado.—Fue mentira
—No, no digas eso—negó.—Maldita sea, estás enojado, nada más
—Siento que no te merezco—soltó de repente—Un inútil también, por no poder darte lo que realmente mereces, lo que necesitas y lo siento mucho mi amor, perdón

Sus lágrimas ahora mojaban el vestido de Holanda.

—Lo siento, lo siento muchísimo—le dijo mirando hacia arriba, sintiendo como las lágrimas mojaba sus mejillas. Quería ser fuerte por los dos, pero no podía, era demasiado, Kevin se merecía algo mejor y la frustraba el hecho de no poder dárselo.

El castaño se hizo hacia adelante y vomitó sobre la alfombra sin poder contenerlo. Lo hacía cada vez que estaba nervioso y esta noche, el nerviosismo y tristeza se habían apoderado de él.

—Lo siento, Holanda siento la navidad horrible que estás pasando—dijo limpiándose la boca.
—Sh, tranquilo, eso no importa ahora—lo calló con un beso en la mejilla, corriendo las lágrimas con sus dedos.

Videntes de CorazónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora