Cada vez XIX

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Después de regresar a la ciudad todas las mañanas nos encontrábamos en el café, ya para aquel entonces ella había notado que estaba bajo su voluntad, podía hacer lo que quisiera conmigo.

Observaba mi reloj cuando escuche abrirse la puerta, era ella caminando hacia la mesa, mientras se sentaba comento - se me ha hecho tarde... - y poco después pidió otro café.

Tardo en percatarse de mi expresión poco celebre al pronuncia - 9:39 am. - levante mi taza para señalar que esa era la tercera que tomaba.

Entonces se inclino hacia mi y pronuncio en un tono dulce - lo siento ¿que puedo hacer para que me disculpe? -

También me incline para responder siguiendo su linea de voz - mínimo un beso -

Se acerco un poco mas a mi rostro y pregunto - ¿y máximo? -

Pensé la respuesta por unos segundos - dos besos... - y al acabar de pronunciar aquellas palabras una risa se escapo de sus labios para posteriormente alcanzar los mios.

Cada vez que probaba de sus besos sentía la euforia de la primera vez, era como irreal, como si todo a nuestro alrededor se paralizara para dejar ese momento solo para los dos, casi como si fuera magia, sentía ansiedad, esa inexplicable necesidad hacia que en cada intento de acabar persiguiera una vez mas sus labios, como si respirar no fuese prioridad en ese momento.

Salimos de ahí y la acompañe hasta el teatro, entonces me dirigí a bellas artes, toda la tarde hablando de Gustav klimt, se hacia mucha referencia a su pintura mas famosa "The Kiss", de sus obras la que mas a llamado mi atención, es una representación realista y geométrica del beso de una pareja. Lo que me gustaba era como el artista quería sugerir los placeres físicos de la vida deleitándose en el lujo y la belleza, termine allí y fui a recoger a Alisson.

Antes de llegar a ella me percate de que se encontraba hablando con un hombre, pero este ya se había marchado cuando pude llegar, me causo curiosidad y cuando le pregunte de quien se trataba volvió a aparecer la miasma Alisson esquiva, y también mis celos al saber de quien se trataba, el mismo de las llamadas.

- ¿Marcus, porque ese nombre siempre parece estar detrás de ti? - Tomo mi brazo y tiro de el hasta llegar al auto - ¿podríamos marcharnos? ¡Quiero probar tu comida! -

La lleve a mi departamento, pasamos antes por una tienda y compre todo para prepararle la cena, después de comer nos quedamos hasta tarde hablando y tomando vino, así que se quedo a dormir, yo había habitado cada rincón de su cuerpo y enredado en cada mechó de su pelo, pero aun así dormir a su lado era siempre un placer divino.

MágicaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora