OSCURIDAD

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NOCHE DE HALLOWEEN

Oscuridad.

Oigo a mi lado una respiración fuerte, rápida... ¿Hay alguien ahí?

Intento abrir mis ojos, pero no puedo, mi cuerpo no responde. Noto un intenso latido en la sien, dolor...

Sigo oyendo esa respiración, pero no lo resisto y entro en la inconsciencia, de vuelta a la oscuridad.

Despertar de nuevo.

¡Ese dolor!, esta vez mi cuerpo comienza a responder: siento como mis ojos quieren abrirse buscando luz. Lo he conseguido, pero sigo sin ver nada, a mi alrededor la negrura. Me concentro. ¡Venga, tú puedes! me digo. Oigo esa respiración tan cerca de mí. Intento hablar, pero no puedo. De mis labios no sale ni una sola palabra.

Muevo mis manos.

Comprendo de inmediato que están atadas. Intento llegar a mi cara. Todo me duele. Con mucho esfuerzo, algunos dedos rozan mi frente, está viscosa, pegajosa... Creo saber lo que es.

Tanteo mi rostro.

Está hinchado, golpeado. No puedo evitar que las lágrimas acudan como torrentes silenciosos. Trago, noto el sabor salado y amargo de las lágrimas mezclado con el metálico de la sangre.

Respiro.

Tengo que calmarme. Oigo esa respiración. ¿Quién está mirándome? ¿Qué me ha pasado? ¿Dónde estoy? No tengo recuerdos, no sé quién soy.

Recorro el espacio que me permiten las correas que atan mis manos. Toco el suelo: liso, frío, duro.

Intento concentrarme.

Una sensación de escalofrío recorre mi cuerpo. Huelo la humedad del ambiente, ese olor característico a moho y tierra mojada. ¿Por qué a mí ? Sin ver, sin poder gritar, inmovilizada y golpeada... Es demasiado.

Despierto.

No sé qué hora es, ni cuanto llevo aquí, pero parece que comienzo a recuperarme. Ahora siento la humedad en mis huesos, el dolor tan intenso, la rigidez en mis músculos... Esa respiración... Esa respiración que he creído me acompañaba.
¡Qué equivocada estaba! Soy yo. Sólo estoy yo. Sola, completamente sola y aterrada.

Al igual que mi cuerpo se recupera, lo hace mi mente.

Sé quién soy, sé qué ocurrió. Sé que no voy a salir de aquí.

-"Ten cuidado". "No vuelvas a casa sola". "No te fíes de desconocidos" ... ¿Cuántas veces hemos oído eso? ¡ Ay, estúpida de mí!

Él con esa cara de niño bueno, con esa sonrisa de ángel.

Será su cara lo último que verán mis ojos. Él será mi ángel de la muerte. Un pensamiento, una preocupación. Seguro mis padres y amigos me buscarán, pero esta noche no. ¡Todo puede pasar en Halloween! Quizás no lleguen a saber que nunca salí del barrio, aunque ellos no lo sepan, cuando caminen entre los álamos que bordean el riachuelo del paseo, cerca del puente viejo de madera...Allí estaré yo. A unos metros bajo la tierra húmeda y fría de mi querido barrio.

Relajo mi respiración.

Debo resignarme. Mis últimas lágrimas caen antes de sumirme en la más completa oscuridad.

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