UN NUEVO COMIENZO

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Me desperté en un lugar extraño, estaba en una cama limpia, blanca, alguien se había tomado la molestia de desnudarme y curar mis heridas. Mi cuerpo gritaba de dolor, aún así sabía que estaba bajo los efectos de algún calmante, me encontraba embotada, drogada, rara...

Intenté poner atención a lo que me rodeaba, miré con ansia la habitación: paredes de madera, muebles rústicos, sencillos, tan sólo adornaba la estancia una mesita al lado de la cama, con una bandeja llena de vendas, tijeras, hilo, aguja, desinfectante... Y otros mejunjes. 

Había una alfombra hecha de nudos de colores, de esas que o las terminas y te sientes orgullosa de tu creación, o la tiras a la basura pensando que lo tuyo no son las manualidades en las que se requieran mucha paciencia.

Bueno... Un pensamiento coherente a mi personalidad, los que me conocen dicen que a veces mi ironía es difícil de entender. Eso quiere decir que me encuentro mejor, después de que me golpeasen, y enterrasen viva para dejarme morir. ¡AH! se me olvidaba... Después de lo ocurrido, un gran lobo me salvó. 

No estoy loca....estoy aquí por él. Lo recuerdo perfectamente. Estoy segura de que así fue. ¿No?

La habitación tiene una ventana pequeña, no cabría por ella si decido marcharme, pero ¿adónde? Oigo los sonidos del bosque, los pájaros con sus dulces canciones, si me esfuerzo puedo oír el correr de un río, huelo a limpio, a vida.

Intento incorporarme un poco, pero un rayo de dolor atraviesa mi cabeza y por primera vez oigo mi voz. Es más un quejido que una palabra, carraspeo, mi boca está seca, toco mis labios que parecen de estropajo, llenos de llagas y cortes. 

Respiro, respiro, intento calmarme. 

Se abre la puerta, y un chico de unos quince años me mira asombrado, por un momento duda si entrar, en sus manos trae una bandeja, vendas limpias, un vaso de agua y un bote de lo que supongo son medicinas. Mira hacia atrás aún decidiendo qué hacer. Intento sonreír, aunque por la pinta que debo tener pareceré más un fantasma agonizante que una chica corriente como yo.

Al fin golpeo un par de palmadas en mi cama para indicarle que se siente junto a mí. Él obedece. 

Deja la bandeja en el suelo y me mira como si yo fuese un problema que debe resolver. Es guapo, tiene los ojos grandes, de un color indefinido, nunca he visto ese color de ojos, son ambarinos con motas amarillentas. Largas pestañas y cejas bastante pobladas. Lleva el pelo como los chicos de ahora, rubio con un flequillo imposible de peinar sin un buen fijador. Por fin me dedica una trémula sonrisa. Y oigo su voz por primera vez: 

_Buenos días, preciosa, menudo susto nos has dado. Te han dejado hecha un desastre.

Le indico el vaso de agua, me lo acerca, me lo bebo todo de un trago... Pero me atasco y toso la mitad del líquido. Frunce su ceño en señal de desaprobación. Es alto y desgarbado, está delgado y viste con ropas amplias deportivas, como cualquier chico de su edad. Es ahí cuando me doy cuenta de mi propia desnudez, me cubro con las sábanas hasta la barbilla. Ese gesto arranca de él unas sonoras carcajadas.

_Me llamo Liam, y supongo que tendrás muchas preguntas ... Y todo eso, pero yo solo soy el recadero, nadie pensaba que te recuperarías tan pronto por lo graves que eran tus heridas. 

Quiero agradecerle todo, lo intento y por fin oigo mi voz: _Gracias.

Sonríe de forma abierta, tiene unos bonitos dientes. _Debo cambiarte los vendajes y asegurarme de que tomas las medicinas

Le dejo trabajar, los dos permanecemos en silencio, yo inmersa en un mar de dudas y él... Bueno no sé lo que puede pensar un chico adolescente en esta extraña situación, pero parece contento con su papel de enfermero. 

Se levanta de la cama, se dirige hacia la puerta, me mira y me dice muy serio: _Casi te perdemos, te prometo que no volverá a ocurrir. Perdóname_. Agacha la cabeza, realmente arrepentido como si lo que me ocurriese fuese su culpa. 

Apenas puedo pensar cuando noto los efectos de los sedantes que he tomado, me sumo en la oscuridad de nuevo.

No sé el tiempo que ha pasado, pero me despiertan unas voces. Hay gente fuera, distingo dos voces, Liam y alguien más. Una voz fuerte, poderosa, se me eriza todo el cuerpo. Intento escuchar lo que hablan pero al rato se callan. Oigo cómo esa voz ordena: _Está despierta, ve con ella.

Liam entra en la habitación y me sonríe, está asustado, sé que teme algo... Es como si temiese mi reacción. Sus ojos intentan evitar los míos, pregunta cómo me encuentro, me da agua, comprueba los vendajes pero evita mirarme, está avergonzado.

_¿Qué te pasa conmigo? no eres el mismo de antes ¿Qué ha cambiado? Le pregunto con ansiedad, no quiero que me tenga miedo.

Liam se sienta en mi cama y sin mirarme a la cara me dice: _Todo es culpa mía, me distraje, te perdí de vista..._ Esto. Dice señalando mi cuerpo con una mueca de dolor en su rostro..._Es mi culpa.

No entiendo nada, por un momento intento pensar en su confesión, pero..._No, no es cierto,  no me hiciste esto, yo recuerdo aquel chico, yo me subí en su coche... Sé que no eras tú.

Lanzó una especie de gruñido, sus ojos me miraron y lo que vi me sorprendió, se veían totalmente amarillos llenos de ira. _¡Oh, maldita sea, no entiendes nada! fue mi culpa, yo no estaba, debía protegerte  y te dejé sola.

Se fue dando un portazo a la puerta. Se fue dejándome aún más confusa de lo que estaba.

Pero no pensaba quedarme  para averiguarlo, debía irme.

Como pude, me incorporé muy lentamente de la cama, todo me daba vueltas, pero debía  largarme de esa casa de locos. Avisar a mis padres que estarán preocupados, no sé cuanto tiempo ha pasado desde el ataque.

¡Tengo tantas preguntas!  pero no me quedaré para encontrar la respuesta.

                                        ¿Os gusta Liam? he elegido a Justin Bierber

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