Escapada por la tarde

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-Angelito... esto... eh... supongo que es lindo, pero se me están entumeciendo las piernas.

Valerie abrió lentamente los ojos, como con pereza y clavó su mirada en mis ojos, sonriendo levemente. Estábamos en el sofá de su casa, yo medio recostado y ella echada con la espalda apoyada en mis piernas y su cabeza acomodada contra mi brazo.

-¿Supones?

-Y me está empezando a doler un poco el trasero -añadí pasando por alto su pregunta.

-¿Qué te provoca hacer entonces?

-¿Hablas en serio?

-Sí...

-Genial -sonreí algo sorprendido.

-¿Qué? -pareció desconcertada.

-Pensé que sería más difícil y que terminaría haciendo algo yo solo.

-Solo por ese comentario debería dejarte solo para lo que quieras hacer -respondió entre risas.

-Pero te encanta estar conmigo y te encanto.

-Estás perdiendo una maravillosa oportunidad de quedarte callado ¿Has oído esa frase antes? -dijo con voz burlona mientras se sentaba.

Reí entre dientes mientras negaba con la cabeza.

-¿Te acuerdas del libro que me contaste que leíste? -le pregunté.

-La mayoría de personas, cuando van a hacer referencia a un libro, suele ser uno que ellos mismos hayan leído -se burló ella.

-Quizás... sabes de cuál hablo ¿no? El que te regalaste de mi parte cuando nos reconciliamos. El del chico raro.

-No sé si me definición de Holden Caulfield sería exactamente "raro", pero está bien... -sonrió como a la expectativa de lo siguiente que iba a decir.

-El punto es que él le dice a la chica para huir, dejar sus casas y escapar... o algo así me dijiste...

-Algo así era -admitió -pero no sé si te acuerdas que te conté también que él después dice que era una locura y que si es que lo hubiera llegado a hacer, no le habría gustado hacerlo para nada con ella.

-Esos son detalles insignificantes para mi punto.

-¿Quieres que huyamos? -preguntó alzando una ceja.

-No estaría mal, pero me imagino que jamás lo harías. Solo quiero alejarme de todo un rato.

-¿Como cuando fuimos a ver estrellas y no había ni una?

-¿Ah? -la miré un poco desconcertado.

-¿No te acuerdas?

Para mi suerte, el recuerdo regresó a mi mente y pude responder afirmativamente.

-Esta vez tengo algo un poco diferente en mente.

Valerie me miró con curiosidad, atenta a mis palabras.

-¿Estarías dispuesta a hacer una pequeña travesura, angelito?

-¿Qué tienes en mente?

-Solo dime que no le tienes miedo a las alturas.

-No especialmente... -me miró algo extrañada.

-¿Qué hora es? -pregunté mientras me ponía de pie.

-Deben ser como las cinco ¿Por? -preguntó aún más perpleja.

-Debemos apurarnos entonces.

-Castiel, ¿a dónde vamos?

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