capitulo 16

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-No supe darte placer -prosiguió- Te tomé, te utilicé, y debiste haberme odiado por ello, mas no fue así. Tus ojos eran como terciopelo, tan suaves que me perdí en sus profundidades. Quise intentar nuevo, hacerlo bien, pero comencé a pensar en Bruce y en algunas cosas que había dicho... y tuve miedo de confiar en ti, así que decidí amenazarte con decírselo a él y te aparté de mí.
-Tú... me deseabas de verdad, ¿no? -preguntó ella con un hilo de voz.


-Eras para mí casi una obsesión. ¡Eras tan hermosa, andrea Cualquier hombre lo hubiera dado todo por tenerte.


Entonces, quizá si, pensó ella. Pero ya no. No con aquellas cicatrices, la cojera y la falta de confianza en sí misma.


-Esos días han pasado ya -dijo sin mirarlo-. Ya no soy la misma.


-¿De veras? Podrías serlo si quisieras.


-¿Con todas mis cicatrices? -preguntó ella, apartándose de él- Me deseaste cuando era hermosa, y porque Bruce también me deseaba. Pero ahora estoy tullida y dolorida, y sientes lástima -por mí. ¡Esa es la única razón, samuel ! Fuiste enemigo desde el primer día que nos vimos, e incluso entonces me mirabas como si me odiaras.


Tenía razón. La había deseado, la había necesitado con tanta fuerza que su odio había sido una defensa para evitar ser herido. Había luchado contra ella porque la deseaba demasiado, y en el fondo de su corazón sabía que ella jamás querría a alguien como él. Pero no podía decirle todo aquello. No podía permitirle saber lo vulnerable que había sido.


-Es cierto que estás tullida -acordó brutalmente-, y da la impresión de que te gusta estarlo, porque no haces ningún esfuerzo para cambiar esa situación. Supongo que prefieres vivir bajo mi techo y comer de mis migajas para el resto de tu vida, ¿no?


Se estaba arriesgando mucho... sus palabras podían causarle un daño irreparable a andrea , pero tenía la corazonada de que tendrían precisamente el efecto contrario.


Y así fue. Los ojos verdes comenzaron a brillar, el rostro delicado palideció de furia y samuel la tomó por la muñeca justo antes que lo abofeteara, tirando de ella para tomarla entre sus brazos.


-¡Tu...


Andrea se revolvió furiosa para soltarse, hasta que uno de esos bruscos movimientos le causó un tremendo dolor en la cadera y no pudo reprimir un quejido.


-¿Ves lo que conseguiste? -la reprendió samuel mientras la sujetaba con una mano y con la otra le daba un suave masaje en la cadera por encima de sus pantalones de pana-. ¿Se te está pasando?


-Déjalo -murmuró ella-. ¡Eres odioso, samuel Radley Wade!


-No sabía que conocieras mi segundo nombre -comentó él.


-Vi tu acta de nacimiento con Bruce una noche que estábamos viendo el álbum de fotos de la familia. La mano de él había dejado de ser terapéutica y ahora la acariciaba suavemente.


-Es raro que recuerdes eso, teniendo en cuenta lo mucho que me odias -murmuró él.


Cuero y sedaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora