Andrea sabía lo que él iba a decir. Podía rechazar su proposición, sería la decisión más juiciosa, pero una parte de ella se sentía profundamente atraída por él. Nunca había deseado a otro hombre, y aunque él no la amaba, al menos se ocuparía de ella. Quizá con el tiempo las cosas comenzaran a funcionar entre ellos. Podrían tener niños...
-¿Querrías tener hijos? -le preguntó con seriedad.
-Si te refieres a que te dé un hijo para reemplazar al que perdiste, sí, puedo hacerlo, aunque todavía no. No estás en condiciones de quedar embarazada. Pero podemos tener hijos si es que lo deseas.
No parecía muy entusiasmado con la idea. ¿Desearía de verdad tener una familia? ¿O quizá deseara tenerla, pero tenía miedo una vez más de mostrar sus sentimientos por temor a ser herido?
-Estás atrapada aquí, gracias a tu inocencia -le recordó él-. Así que puedes llevar mi nombre igual que la mitad de mi rancho.
-¡Muchas gracias! -contestó ella en tono cortante- ¡Qué maravillosa propuesta de matrimonio!
-¡Pues tómala o déjala! -replicó él-. Yo tampoco estoy encantado, pero es la única solución que veo.
-¡No pienso dormir contigo!
-¡Por mí, duermes en el maldito granero! -espetó él con ojos centelleantes.
Los labios de andrea temblaron y tiró aún más de las sábanas.. ¿Cómo habían llegado tan de repente a aquella situación?
-Si te casas conmigo, tendrá que ser por la iglesia -advirtió ella-. No estoy dispuesta a hacerlo por lo civil.
-¿Acaso te lo he pedido? -preguntó, arqueando las cejas.
-Y tampoco quiero una gran fiesta. Quiero una boda pequeña. Y no quiero que venga mi madre. Lo convertiría todo en un circo.
Samuel pareció relajarse un poco.
-De acuerdo.
-Y no quiero llegar al altar teniendo que arrastrar esta pierna.
-Después de unas cuantas semanas de ejercicios, ya no tendrás que arrastrarla. Mejorarás, pero vas a necesitar tiempo y esfuerzo.
-Tirano... -murmuró ella-. Está bien, lo haré, aunque me muera de dolor.
¿Cuándo? -preguntó él con una voz que sonó profunda.
-¿Cuándo quieres tú?
-La semana que viene.
Andrea se quedó boquiabierta y entonces él añadió:
-Bueno, no hay más remedio que sea así, a no ser que quieras que salga en los periódicos. A pesar de ser feo, soy bastante conocido.
-¿Quieres hacer el favor de dejar de desacreditarte? -le pidió ella exasperada.
-Lo haré si tú dejas de hablar de tu pierna.
-Trato hecho.
-¿Quieres un brillante?
-No. Sólo una alianza de oro.
-De acuerdo -asintió él y dio media vuelta hacia la puerta.
-¿Y ya está? -exclamó ella, atónita- ¿Eso es todo?
-¿Qué más quieres? Si me pongo de rodillas con el suelo tan frío tal vez me quede envarado hasta la primavera. Y besarte para sellar el compromiso tampoco sería muy juicioso, estando tú desnuda.
-¡No estoy desnuda!
Si lo estuvieras, así que estoy haciendo lo mejor, como tu prometido que soy. No te quedes despierta-hasta muy tarde. Tenemos que empezar con los ejercicios mañana por la mañana. Que duermas bien -salió de la habitación.
Andrea se quedó pasmada mirando la puerta. ¡Vaya proposición de matrimonio! ¡Vaya novio ardiente! Hubiera deseado tener algún jarrón a la mano para arrojarlo contra la puerta, pero como no era así, se metió en la cama, cubriéndose la cabeza con las sábanas.
Samuel caminaba por el largo corredor hacia su habitación silbando alegremente, con una extraña luz iluminándole los ojos, y de repente rompió a reír. Tenían por delante un largo camino, pero acababan de dar el primer paso. Iba a compensar a andrea de todo su sufrimiento. Iba a curarla de todos sus males. Abrió la puerta de su habitación y entró. Sabía que tardaría mucho en dormirse, pero no le importó en lo más mínimo.
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Cuero y seda
RomanceCuando andrea dejó a samuel Wade, juró que jamás volvería. Por culpa de él había arruinado su vida, su carrera... y había perdido al hijo que esperaba. La que una vez fue una famosa modelo envuelta en encajes de seda, apenas podía realizar la tarea...