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1 de noviembre de 2019

-No entiendo por que odias a Alfred- dijo Harry viendo a Louis regresar a la cama después de haber sacado al perro.

-No lo odio, es solo que- pero se vio interrumpido por Alfred, que comenzó a aullar al otro lado de la puerta. Él bufo y enterró la cabeza en la almohada.

-No es su culpa, es solo que él se acostumbro a dormir aquí conmigo cuando tu no estabas, me hacia compañía, Lou.

-Lo conscientes demasiado, Harry, él es enorme y es el perro más cobarde, consentido y llorón que he visto en mi vida.

-Él aun es un bebé, Louis, dejalo en paz.

Louis lo miro con una ceja alzada, Harry le sonrió y se encogió de hombros.

-Bien, ya, calla a tu perro que mañana tengo que ir a trabajar.

-Yo también tengo que trabajar, ¿sabes?

-Ya, pero tu entras a las doce, yo a las ocho.

-Igual es tu perro, recuerda que fue tu regalo de cumpleaños.

-Harry.

-Bien, de acuerdo- Harry se levanto divertido, últimamente le encantaba molestar a Louis. Fue hasta la puerta y la abrió, Alfred de inmediato intento entrar, pero Harry lo detuvo por el collar.-. Shhh- puso su dedo sobre sus labios, no podía ver muy bien al perro por la oscuridad, pero supuso que este había ladeado la cabeza, como siempre hacia.

Cerro la puerta y fue a acostarse.

Primero él, pegándose a Louis, y después Alfred, que se subió junto a Harry.

Si Louis no se daba cuenta que el perro estaba ahí, no tendría por que importar.

Torpe. (l.s.)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora