IV. ¿Tan difícil es?

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"Psssst, Spencer"
"Oh que la chin... ¿Y ahora que?" preguntó en un susurro mientras se ponía la libreta en la cara, ésta vez, se encontraban en clases, y Spencer había tenido la grandísima y hermosa suerte de quedar al lado de Kenai.

"¿Por qué las clases aquí son tan largas?" preguntó, Spencer se encogió de hombros y siguió viendo al frente, la clase pasó aburrida, a Kenai en realidad no le gustaba mucho la filosofía, quizá era porque usaban palabras que él no podía entender. Hizo la boca de pato y se colocó las manos presionándose las mejillas mientras apoyaba los codos en la mesa, suspiró, miró la pizarra y fijó su mirada en la palabra «Amor» que estaba al lado de «sopesar», Kenai dejó su mirada fija la nada, tratando de entender un poco.
«¿Qué es el amor?... ¿en realidad existe?, y si existe, ¿cómo se consigue?» El rubio verdaderamente no sabía si aquellas palabras eran algo significativo, y mucho menos por qué lo estaban dando en clase de filosofía.

El rubio levantó la mano.
"Si, el nuevo"
"Señor Howell, ¿qué es el amor?" al hacer esta pregunta, todos giraron su cabeza y voltearon a ver a Kenai con cara de estúpidos, inmediatamente el salón estalló en risas y la pequeña cara de Kenai se fue tornado de rojo.
"¡Silencio, silencio por favor" exclamó el maestro haciendo que las risas cesaran. "Kenai, ésta es una clase seria" dijo el hombre viéndole a través de sus gafas. "...es de verdad" murmuró al ver la expresión de sus compañeros, el profesor frunció el ceño. "¿Me vas a decir que nunca te has enamorado?" le preguntó, Kenai enarcó una ceja. "¿Y eso qué es?" preguntó, el salón volvió a estallar en risas, acompañado segundos luego del timbre para salir, todos recogieron sus cosas y salieron con sonrisas de burla en el rostro, cuando Kenai se vino a dar cuenta, era el ultimo en el salón.

Bufó y recogió sus cosas, se colocó la mochila en el hombro y comenzó a caminar hacia la salida. "Señor Rockefeller" le llamó el profesor, el rubio se gira un poco aturdido y se detiene en los ojos fríos del señor Howell. "Le pido por favor que no vuelva a ultrajar mi clase de esa manera, no aceptaré ese tipo de bromas en mi clase" le dijo, y antes de que el rubio pudiese protestar, tomó su portafolio y salió del salón.
Kenai hizo un mohín «Pero no era una broma...» rezongó.

Cuando iba caminando a su habitación, se encontró con algunos chicos y chicas que lo miraban con perversión. "Oye Rubiales" le llamó uno "¿no sabes qué es el amor?" le preguntó para luego sacarle el dedo
"Aquí tienes tu amor, y tengo mucho más si quieres" le dice, después todos comienzan a lanzarle besitos de una manera muy idiota, Kenai se aferró a su libro encogiéndose y calentándose de las orejas.

En el penúltimo pasillo antes de su habitación "Aww, miren, ahí viene el 'niño que quería amar'" burlaron dos chicas de tetas falsas. Eran tres, una castaña, rubia, y la otra morena. «No pensé que cuando James me hablaba de "Los tres tipos de zorras" fuera tan literal»
"Pobrecillo, seguro en su casa ni lo querían" concluyó una morena que estaba a su lado, a Kenai se le aguaron los ojos y las chicas se acercaron a él. "La tarea de matemáticas la encontramos difícil" dicen sacando unos cuadernos y libros "No te vendría mal que nos las hicieras, para eso están los becados, ¿no?"

Estaban a punto de sonreír y cuando le iban a colocar los libros a Kenai en las manos, otra mano lo agarra de la muñeca y lo jala a tres pasos de distancia, las tres se quedan mirando hacia arriba y Kenai busca la cara del responsable. "Creo que las tres tenéis la suficiente fracción de cerebro para hacer uno solo y resolver vuestros propios ejercicios"
Espetó mientras las miraba con mucho asco "Claro, si es que por lo menos tenéis algo de cerebro" escupió, jalando a Kenai y llevándoselo de ahí, y las tres chicas que se quedan con la boca llena de baba y las bragas húmedas, sintiéndose tontas, pero eso ya lo eran.

Kenai miró aturdido aquellos ojos azules, y aquel rostro tan serio.
"No dejes que te manipulen, niño" le dijo, Kenai intentó recordar el nombre. "Wallace..." Logró murmurar, al aludido se le vio una sombra de sonrisa. "No estaré siempre por ahí para ayudarte, tienes que saber defenderte, ¿vale?" Le dice despeinándolo, a Kenai se le coloran las mejillas y asiente cabizbajo.
"Hasta luego, pequeño" le dice y desaparece de pronto por el pasillo, Kenai sacude la cabeza y camina por fin hasta su habitación entrando y tirando la mochila al suelo.

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