V. ¿Qué es?

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Spencer quizá se encontraba en el quinto sueño, cuando de pronto, sus ojos se abren sin más, frunce su ceño y se estira como gato por la cama con los párpados pesados, voltea al reloj digital de la pared y son las tres con veinte minutos, no entiende por qué se ha despertado de repente, suelta un suspiro sigiloso y se acomoda la cobija, está a punto de cerrar los ojos cuando se voltea de lado, pero se detiene y sus ojos se paralizan.

Frunce el ceño al no poder distinguir muy bien, se pone las gafas y ahora puede observar a Kenai, quien está sentado en la esquina de la cama pegado a la pared, arropado de pies a cabeza, con los ojos cerrados fuertemente y tiembla mientras deja soltar pequeños y silenciosos sollozos. Enarca una ceja y por algún motivo su corazón comienza a agitarse, no sabe qué sucede consigo mismo cuando se quita la sábana de encima y se levanta de golpe acercándose a la cama del menor. "Kenai, ¿estás bien?, ¿qué te ocurre?" Su voz es muy profunda debido al sueño, profunda y afligida, tan profunda y grave que incluso hace que Kenai de un respingo y levante la cabeza asustado.
"Otra vez es él, haz que se vaya, por favor, que se vaya" murmura Kenai con los ojos cerrados mientras tirita, Spencer frunce el ceño y se agacha para entrar a la litera hincado en la cama.

"Ey, tranquilo, ¿de quién hablas?" le pregunta colocando una mano en su hombro, entonces Kenai reacciona al tacto y abre los ojos, la miel está derretida y sus labios tiemblan curveados hacia abajo. Lo mira asustado, le cuesta un segundo reaccionar.
"¿Kenai?" pregunta Spencer, y ni él mismo sabe por qué se está preocupando por el menor, si la gente no le cae bien. "Oh, Dios mío" murmura Kenai enterrando la cabeza entre las rodillas, comienza a llorar y Spencer de verdad se preocupa, se coloca frente a él y toma sus tobillos. "Kenai, ¿qué pasa?" Le pregunta, el menor levanta la cabeza, los mechones de cabellos se le han pegado en la frente sudada, sus ojos están derretidos y sus mejillas húmedas.

"¡Ya tengo quince años!, ¡no se supone que me siga pasando lo mismo!, ¿por qué?, ¿por qué me pasa esto?, ¡me hace sentir como un... un...!" Spencer colocó una mano sobre la rodilla del menor.
"Ey, tranquilo, todo está bien..." susurra Spencer, aunque no sabe qué ha estado mal. "¿Qué te pasó?" le pregunta con suavidad, Spencer no sabe si lo que está pasando es un sueño, no entiende qué hace importándole la vida de otros.
"Tuve una pesadilla... de nuevo" le dice, Spencer se relaja un poco y se sienta sobre sus pantorrillas.

"No te preocupes, ha sido sólo eso, una pesadilla" le intenta tranquilizar, Kenai se pasa la manga del pijama por la cara secándose las lágrimas.
"¡No tendría que tener pesadillas!, además, ¿por qué siempre es la misma?" Pregunta con la voz rota.
"Oye, es normal tener pesadillas, pero no te asustes, son solo eso, pesadillas" le dice, Kenai se destapa y se lanza hacia el mayor abrazándole el torso, Spencer se sobresalta y levanta un los brazos. "Woh..." dice viendo al menor "¿entonces por qué se sienten tan reales?" murmura con la vocecita tambaleante.

Spencer se queda unos segundos paralizado, pero luego baja las manos, puede sentir la respiración tiritante del menor en su pecho, tiene la cara contra él, le está mojando la pijama de lágrimas, pero parece no importarle, hasta que al fin, pone una mano en la cabeza del niño, y sus dedos pueden acariciar las suaves hebras rubias de su cabello rizado, mueve su mano lentamente, acariciándole.
"...es como tocar seda" susurra sin darse cuenta de sus propias palabras, Kenai levanta la cabeza y sus ojos mieles se clavan en los suyos, Spencer se queda perplejo ante aquella ojos, y se derrite junto a ellos. "¿Ah?" pregunta Kenai al no haber escuchado. "N-nada..." titubea el mayor.

Kenai bosteza, y sus ojitos pestañean varias veces, antes de cerrarlos por completo, Spencer en cambio abre los suyos como platos.
"¡Ey no, espera!" le dice, pero es en vano, puede sentir como la respiración del menor ha cambiado, se ha quedado plácidamente dormido.
"Maldición..." Farfulla mordiéndose el labio, no quiere despertarlo, porque sabe que si lo hace no podrá dormir toda la noche. Pero por alguna razón... tampoco quiere soltarlo.

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