Capitulo Uno.

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SYRAH
Hace una semana que iniciaron las clases, la monotonía comienza hacerse presente, la salida al cine con mis amigos, comer en cualquier lugar al finalizar las clases, tal vez un helado o simplemente sentarse en el pasto haciendo chistes absurdos de los profesores aunque nunca se puede descartar quedarse horas en la cafetería haciendo una actividad para el siguiente día que nos lleva más tiempo del previsto.
Aún me cuesta levantarme temprano porque nunca he sido muy madrugadora que se diga, más bien hasta ahora no he conocido a nadie que lo sea pero ahora sí que me esmero, digamos que existe un motivador y su nombre es: Daniel Taylor.
No logro acostumbrarme a su presencia, cada vez que me pregunta algo me quedo como una tonta y no puedo evitar ruborizarme, maldita sea terminaré volviéndome loca si no paro esta situación, como ahora mismo no entiendo nada sobre las ecuaciones que está escribiendo porque mi mirada está dirigida a otra parte de su anatomía, digamos más interesante, sin esfuerzo sería feliz si pudiera mirarlo todo el día, es un deleite.
-¿Tienen alguna duda sobre el tema? -demonios se ha dado cuenta que le estaba mirando por la forma en la que le brilla la mirada. -Syrah, ¿tienes alguna duda?
Joder, me está hablando a mí, vamos cerebro conecta con la lengua y di algo coherente, no lo eches todo a perder.
-No, ninguna -debo dejar de ruborizarme cada vez que me habla.
-Excelente, en ese caso resuelvan la actividad tres, tienen hasta el final de la clase para entregármela -¿por qué no deja de mirarme? ¿en serio no puede voltear a otro lado? Sí, le estaba viendo el trasero pero debe superarlo.
Comienza a sonar mi celular con el tono ―Amanecer‖ de Los Daniels, una de mis bandas favoritas mexicanas pero ese tono lo ha elegido mi novio: Adam Gibbs. Me levanté rápidamente para salir y atender la llamada.
-¡Hola! -maldita voz.
-¡Hola bombón! ¿Cómo estas? -dijo Adam del otro lado de la línea.
-Bien, todo excelente -justo en ese momento Daniel salió del salón.
-Genial, ¿te gustaría ir a comer? -continuó diciendo Adam.
-Si, claro, ir a comer suena excelente pero ahora mismo estoy en clase, hablamos después, ¿vale? -no quería sonar tan cortante.
-¿Segura que estás bien? -ahora sonaba preocupado.
-Sí, solo que me encuentro en clase como te he dicho antes, te mando besos, nos vemos luego.
No permití que me diga nada más y todo se debe a que Daniel no me quita la mirada de encima desde que salió del salón y se colocó a mi lado, sí como lo ves, ha seguido mi llamada con Adam y por lo que se puede notar no le ha gustado demasiado pero eso no tiene lógica, ¿verdad?, apenas y nos conocemos.
-¿Llamada de emergencia? -es lo único que pregunta cuando paso junto a él para regresar al salón.
-Mmmm, bueno en realidad no, simplemente se trataba de mi novio -le digo mientras levanto los hombros tratando de quitarle importancia.
-Sólo puedes atender llamadas de emergencia, lo mejor es que le pases tu horario a ese novio inoportuno -¿en qué momento se cabreó? Ese ceño fruncido no me gusta nada, odio los cambios de humor.
Vale, salí de su clase sin pedir permiso pero no nos encontramos en la secundaría como para que tome esa actitud, ¿qué le pasa?
-No volverá a suceder -esbozo una enorme sonrisa y parece funcionar porque al instante me sonríe, ¿tiene que ser tan perfecto?
-Me parece una decisión sabia.
-Bien -ha llegado el momento incómodo y por supuesto lo nota porque comienza a cambiar su peso de un pie a otro.
-Creo que tengo que apresurarme para terminar la actividad.
Me vuelve a regalar otra sonrisa mientras asiente tranquilamente y es la señal que esperaba para entrar al salón y romperme la cabeza con unos ejercicios que no entiendo, todo gracias a no poner atención a la explicación, ¡ayuda!
-Sy, tengo que irme temprano, nos vemos mañana -ella es mi mejor amiga, su nombre es Ruth pero tiene la maña de abandonarme en los momentos que más le necesito, simplemente es la más inteligente y como ella no está babeando por el guapo profesor inglés, ha puesto atención y terminado la actividad, mientras yo me encuentro atascada en el primer ejercicio de ¡DIEZ!
-Espera, no te puedes ir, ayúdame -literal le estoy suplicando hasta le pongo ojos de cachorrito.
-Lo siento pero he entregado mis hojas, la próxima vez te ayudaré lo prometo.
No deja que le siga suplicando porque sale arrollando a todo el que le pone en el camino, esa actitud sólo puede significar una cosa: tiene una cita con George Andrews, su novio perfecto y ahora me recuerdo el por qué no babea por Daniel, ella ya tiene a su novio inglés perfecto.
-Genial, simplemente genial -digo en voz alta, más alto de lo que pretendía.
-¿Sucede algo? -de nuevo esa maldita voz a mi espalda, cierro los ojos unos segundos porque me llega el olor de su colonia mientras mi corazón da un vuelco.
-Tengo algunos problemas para resolver la actividad, no entiendo nada, ¿te la podría entregar mañana? -pongo mi mejor sonrisa, si justamente la que convence a mi hermano diciendo: He no me reclames nada porque no he tomado dinero ―prestado‖ de tu escondite secreto que está atrás de tu cama entre aquellos ladrillos de forma particular, vale creo que me he delatado pero aún puedo engañar a mi hermano, no me miren de esa manera en muchas ocasiones necesito dinero ―prestado‖.
Se queda pensando por unos segundos, considerando mi propuesta hasta que me dice seriamente:
-¿Mañana? No, imposible, pero si tienes dudas nos podríamos reunir terminando tus clases en el aula 1510 -¿qué? ¿está loco? No, de ninguna manera, tan sólo pensar estar a solas con él me muero de nervios, podría decir cualquier cosa, decir una estupidez o simplemente abalanzarme contra él, es una terrible idea.
-Quería irme temprano, prometo ponerme a estudiar para resolver la actividad para mañana a las 6:50 a.m. estará lista.
-Llego tarde para mi siguiente clase Sy, tú decides espero verte después de clases.
Y así de fácil se ha ido, caramba ¿qué voy hacer? pero no puedo dejar de entregar una actividad, mierda, estoy metida en un menudo lio tal vez sería más sencillo si no me mirara de esa forma, si su voz no fuera tan sensual acompañada con ese acento y por Dios ese cuerpo, oficialmente estoy perdida.
Sí, como suponen le he llamado a Adam para avisarle que me es imposible reunirme hoy con él para ir a comer aunque le he prometido que mañana sin falta nos veremos, aunque he de admitir que le echo de menos una barbaridad.
Está a punto a terminar mi última clase, faltan alrededor de quince minutos para terminar mi día, eso significa quince minutos para ver de nuevo a Daniel, pero todo es como si fuera en mi contra ¿saben?. Se preguntarán el por qué, bueno me lo he encontrado varias veces en el transcurso de la mañana y no deja de sonreír de esa manera tan particular, es como si estuviera planeando algo, como si anhelara que llegara el momento de vernos sin otros alumnos de por medio y no ayuda en nada esa actitud.
Ha terminado mi clase, solo unos pasos me separan de Daniel, maldito dilema pero no me voy acobardar, ya tengo mi plan muy bien estructurado: entraré, me explicará el tema, resolveré mi actividad y saldré en menos de media hora, sí, ese es un gran plan. Ha llegado la hora de la verdad, nada de demorarme más de media hora.
-¡Hey! -le digo apenas pongo un pie en el salón, levanta la vista y nuestras miradas se encuentran. -¡Hola!
-¡Hola Sy! ¿Qué tal tu día?
-Largo, muy largo ya sabes nada interesante -es más que evidente el sarcasmo.
-Bien, bueno, ¿cuáles son tus dudas?
-Mmmm, todo -suelta una carcajada y no puedo evitar lanzarle una mirada asesina.
-Entiendo, en ese caso es mejor que comencemos.
Comienza a explicarme como funciona la transformada de Laplace donde no se utilizan nada más que integrales, en realidad no es tan complicado y no tendría mayor problema si me lo explicara un profesor feo y desagradable, ¿entienden mi punto? Pero resulta que no soy inmune a su presencia y no se si estoy malinterpretando todo pero con cada pequeño roce de nuestras manos o una sonrisa compartida mi corazón da un vuelco, caramba corazón contrólate tan solo se trata de un guapo inglés con acento hermoso y unos ojos tan encantadores que podrías mirar en su alma. ¡Basta Syrah!.
-Por fin hemos terminado -es lo primero que le digo al finalizar la actividad.
-Si, al menos le has entendido, ¿verdad?
-Por supuesto, estoy lista para un examen -no puedo ocultar mi sonrisa, completamente orgullosa de no tener ninguna duda. -Vale, tal vez lo último era broma.
-No lo digas de nuevo porque lo haré, eh -utiliza un tono severo pero cuando levanto la vista me guiña un ojo y mi corazón se desboca: ―vamos corazón contrólate‖ digo internamente.
-Entendido señor Taylor -justo en ese momento le entrego mi hoja con los ejercicios, necesito salir de aquí antes de cometer una locura como lanzarme a sus brazos y besarlo.
-Es tarde, ¿vamos a comer? -abro los ojos como platos, ¿me está invitando a salir?
Tengo que procesar correctamente mi respuesta, bueno solo vamos a comer no pasará nada, una simple comida no le hace daño a nadie, ¿verdad?, pero por otro lado la relación con un profesor está completamente prohibida y podemos meternos en serios problemas.
-Mmmm, bueno... yo... tal vez... -no puedo terminar de armar una respuesta cuando aparece Richard, él también es profesor en la Universidad y al igual que Daniel es ingeniero en mecatrónica y por lo que hemos podido observar Ruth y yo son grandes amigos.
-¿Daniel ya casi terminas? Muero de hambre, no tienes una idea.
Siento una gran desilusión pero tal vez es lo mejor, Richard me ha dado clases en semestre pasados por lo que cual me llevo muy bien con él, es muy agradable, sumamente atento y caballeroso, por supuesto también es muy guapo no por nada casi todas babean por él.
-Nos vemos mañana, señor Taylor, gracias por su ayuda -me levanto de golpe para salir disparada. -Adiós señor Starkey, un gusto verlo de nuevo.
-Adiós Syrah.
Lo sé, soy una cobarde pero no podía quedarme con ellos, ahora veo con mejor perspectiva que Richard haya aparecido justo a tiempo para no caer en la tentación de decirle que sí a Daniel.
Con el afán de salir rápidamente de la escuela y no volver a toparme con ellos de nuevo salgo casi corriendo pero al girar en uno de los pisos choco con alguien.
-Mierda, mi tobillo.
-Syrah, ¿te encuentras bien? -venía huyendo de él y ahora me está ayudando a levantarme pero cuando trato de apoyar el pie suelto una enorme maldición.
-Amor, lo siento, no te vi.
-¿Adam? -¿en qué momento apareció Adam a mi lado?
-Si, cariño, ¿te duele algo?
-Oh mierda, mi tobillo.
-Vamos a que te revise un doctor, apóyate en mí.
Sé perfectamente que tendría que correr a los brazos de Adam Gibbs pero la verdad es que se está muy bien en los brazos de Daniel Taylor y por lo que se puede notar no tiene la mínima intensión de soltarme, al contrario al escuchar las palabras de Adam me sujetó más fuerte acercándome más a su cuerpo.
-Gracias señor Taylor por su ayuda -cojeando me acerco a los brazos de Adam.
Pero como si esto fuera una guerra de testosterona en el momento que Adam me abraza me da un enorme beso que me deja sin aliento y todo enfrente de mis profesores, no podría estar más sonrojada.
-Vale, creo que tendré que cancelar nuestra reservación pero no importa cariño ahora podemos ir a mi departamento, claro primero visitaremos urgencias me preocupa tu tobillo, preciosa.
A la hora de voltear para poder despedirme de Daniel y George no puedo evitar darme cuenta que Daniel está muy pero muy cabreado por toda está situación por lo que me limito a esbozar una débil sonrisa y caminar al lado de Adam Gibbs, mi novio.

Lo que no se dioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora