Capitulo Cinco.

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DANIEL
Besar a una alumna por supuesto que estaba al otro lado de la ética, pero ¿a quién cojones le importa la ética cuando no puedes controlar el impulso que te envía a sus labios con los que sueñas cada noche? Sin pensarlo un segundo más uní mis labios con los suyos, rogaba que no me rechazara aunque no me importaría tomarla a la fuerza entre mis brazos.
Dios, cuando sentí que nuestros labios se enlazaban tal parecía que algo me impulsó hacía el cielo, encajábamos como dos piezas de rompecabezas, al principio tal vez debido a la sorpresa se quedó estática pero con el pasar de los segundos y sin que dejara de insistir, comenzó a corresponderme, mierda me había dicho una y otra vez que si probaba esos labios podría continuar y superar esta extraña atracción pero tal parecía que estaba completamente equivocado.
Rompí el beso y escuché como lanzaba una pequeña queja por mi ausencia, estaba igual porque no quería alejarme de ella, no necesitaba pasar un segundo más para entender que ella sería mi condena, viviría en el mismísimo infierno.
-Syrah -mi pecho aún subía y bajaba, mi respiración estaba desbocada.
-Bésame, Daniel -amé la forma en que lo dijo.
No fue necesario que me lo pidiera dos veces, posicioné mis manos en su cara y un segundo después estrellé mis labios contra los suyos pero lo que me hizo perder la cabeza fue sentir sus manos acariciando mi cabello, la intensidad con la que nos estábamos devorando, sólo hacía falta prender un poco de mecha para que todo estallara. Necesitaba más, necesitaba fundirme con ella, sus labios eran la más dulce adicción, pero como una maldición recordé que estábamos cerca de la escuela, en vía pública con el sol en el punto más alto cualquiera podía reconocernos, aún luchando contra mis deseos más íntimos me alejé de ella.
-Syrah -mi voz era completamente ronca. -Tenemos que irnos.
Como si la hubieran aventado a la realidad, soltó una maldición y se alejó de mí, en verdad no tienen una idea de lo mal que me sentí al perder su calor y el tacto de su cuerpo.
-Lo lamento -intentó salir del auto pero la detuve a tiempo.
-Syrah, mírame -poco a poco levantó la vista, no me gustó lo que vi.
-Daniel, lo siento, me dejé llevar, esto... -se le cortó la voz.
-No te estoy reclamando nada, Syrah -hice una pausa. -Te lo dije antes moría por besarte, no me arrepiento de nada pero estamos cerca de la escuela y alguien nos podría reconocer, nos meteríamos en graves problemas.
El silencio inundó el auto y el ambiente se volvió hostil en pocos segundos, toda la pasión que habíamos mostrado se esfumó, Syrah ya no buscaba tener contacto conmigo, sentí un golpe en el corazón.
-Lo sé, Daniel -comenzó a decir. -Nunca pierdo la compostura de esta manera, no me beso con el primero que pasa frente a mí, esto no volverá a suceder porque es un error -lo dijo con determinación.
-No digas tonterías -la interrumpí de golpe.
-No son tonterías -afirmó con sus ojos que ahora estaban cristalinos. -Tengo novio y no quiero hacerle daño, no se lo merece y todo lo anterior sumado a que le amo tanto.
-Pero tú si te debes sacrificar por lo que sientes, ¿cierto? -cada vez hablaba con más ira y resentimiento, no lo podía evitar. -Él puede ser un hijo de puta pero tú no puedes ser sincera con tus sentimientos y no me digas que no sientes nada por mí porque hace unos minutos comprobé que me deseas tanto como yo te deseo, Syrah.
No era precisamente el momento adecuado para hablar de Adam, no debí haberlo traído a colación, no podía arruinar así nuestro primer beso, al decirle algo así lo único que podía conseguir era alejarla y como una mierda ahora que sabía a qué sabían sus labios no podría alejarme tan fácilmente.
-¿Por qué hablas así de Adam? Tú no le conoces -me miró con desprecio. -Él sería incapaz de engañarme, tú eres el hijo de puta.
Nunca debí decirle todo aquello, al instante recordé que ella no podía estar enterada de todo lo que se suscitó en Londres o de lo contrario no seguiría con él, me sentía el más estúpido por actuar de esa manera aunque anhelaba que se diera cuenta en poco tiempo el tipo que tenía por novio.
-Adiós Daniel -me dijo con lágrimas en los ojos.
Al instante se bajó del auto, comenzó a caminar, mierda aquello no me estaba sucediendo, tenía un gran debate interno sobre bajar por ella pero no podía irme y dejarla ahí, arriesgándome a que pasara alguien en ese momento y recibir una fuerte cachetada, bajé rápidamente del auto, corrí hacia Syrah, la tomé en mis brazos y la subí al auto.
-No vuelvas a irte de esa manera, ¿entendido? -le advertí sin importarme la forma en la que me miraba.
-Soy libre de irme cuando quiera, Daniel -me mandó una mirada asesina.
-Estás conmigo, Syrah -levanté para tocarle la mejilla pero al instante se apartó.
Cuando iba a replicar, sonó su celular, ese maldito tono, no podía ser cierto, noté como se tensaba, cerró los ojos y dejó salir el aire que había acumulado poco a poco para poder responder sin que notara que no se encontraba bien.
-¡Hola Adam! -odié como decía su nombre.
Alcanzaba a escuchar un poco de su conversación.
-Por favor, no vayas el viernes a clases -cómo una mierda que no iba a ir, la obligaría a estar en mi clase aunque me inventara un maldito examen.
-¿A dónde vamos a ir? -le respondió dulcemente.
-¿Qué te parece Puebla? -dijo aquel idiota. ¿Puebla?, ¿qué tenían que ir hacer a Puebla?
Imposible, ya me encargaré de que no salga de su departamento en todo el fin de semana.
-Pero sería saliendo de clases, sabes que no puedo faltar -resoplé, no podía creer que le siguiera el juego, que lo estuviera considerando.
-No, cariño, quiero salir temprano para que no nos agarre la noche, bueno para estar juntos toda la noche -sentí como la sangre me hervía, tan sólo pensar que la tocaría, que exploraría cada centímetro de su cuerpo me hacía sentir un impulso de llevarla a mi departamento y no dejarla salir nunca.
-Adam -le advirtió sin mucho éxito, ¿no se había enterado que continuaba a su lado?
-Te extraño Sy, quiero pasar un fin de semana con mi hermosa novia.
No aguantaría demasiado si esto continuaba así, sería capaz de arrebatarle el celular, gritarle que era mía, que no estaría con el imbécil de Adam Gibbs, su lugar era junto a mí, sin pensármelo dos veces la llevaría a mi departamento y le haría olvidar que alguna vez supo de Adam.
-Está bien, ¿a qué hora nos vemos el viernes? -imposible, no, no irá con él.
-Paso por ti a las 7:00 a.m., ¿vale? -te quitaré esa estúpida sonrisa de la cara Adam Gibbs.
-Genial amor, nos vemos el viernes, adiós.
Colgó como si no hubiera sucedido nada, guardó el celular y después me dirigió una mirada divertida, se estaba divirtiendo al ver mi expresión, la ira me estaba cegando.
-No es necesario que me lleves, me voy a casa, tomaré un taxi, seguramente te esperan todos en el cine, no te entretengo más, hasta mañana Daniel -hizo el movimiento para abrir la puerta nuevamente.
-No te vayas Syrah, ahora mismo me importa una mierda el cine.
Estaba apretando los dedos en el volante a tal grado que ya estaban blancos, prendí el auto y comencé avanzar haciendo caso omiso a las protestas de Syrah.
-¿A dónde vamos?
-A mi departamento -respondí de forma mecánica.
-No quiero ir a tu departamento, por favor déjame bajar -asustada era lo último que quería que estuviera.
-Tenemos que aclarar muchas cosas Syrah, estamos a punto de llegar a nuestro destino.
Calló de golpe, esperaba que replicara de vuelta, que argumentara mil cosas para que no siguiera avanzando pero no volví a escuchar su voz hasta que sonó de nueva cuenta su celular aunque no volvió a hervir la sangre debido a que era otro tono.
-¡Hola Ruth! -le dirigí una rápida mirada pero estaba viendo por la ventana. -Lo siento, no me siento bien y voy para mi casa -mintió y esperó la respuesta de su amiga.
-No, no te preocupes, no es necesario, disfruta la película pero asegúrate de recordar los mejores detalles y mañana me cuentas de que iba -soltó una risita. -Te prometo que no estoy con Adam -apreté de nueva cuenta el volante y por el rabillo del ojo supe que había notado mi reacción. -No lo sé, le pedí que me dejara en la parada de autobús y he tomado un taxi, pensé que iría con ustedes, bueno ahora asegúrate de decirle a Richard que no estoy con el señor Taylor -carajo había olvidado por completo a Richard. -Vale, nos vemos mañana.
Colgó y aún con la mirada clavada en la ventanilla, me dijo: -Por favor déjame aquí, Ruth me ha dicho que Richard irá a buscarte a tu departamento, no creo que sea buena idea que me vea ahí a menos claro que quieras que te corran y a mí que me expulsen -dijo fríamente odiaba que tuviera esa actitud conmigo, porque adoraba sus sonrisas, es lo que alegraba mis días.
-Entonces más vale que vayamos a tu departamento, ¿dónde vives? -giré para verla pero seguía evitando mirarme, quería ver sus ojos, quería ver ese brillo único cuando sonreía, odiaba su indiferencia más que nada pero no la dejaría ir tan fácilmente.
-¿Qué? -gritó. -¿Te has vuelto loco?, no, imposible, a mi departamento no, por favor simplemente déjame aquí, Daniel, olvidemos todo esto.
-Más vale que me digas por donde dirigirme o estaremos dando vueltas y vueltas, tú decides.
Al final cedió y simplemente me decía en qué calle girar, pero aquello era una broma, me estaba dirigiendo por donde se ubicaba mi departamento, no era posible que conociera mi dirección además que estaba huyendo de mí y tal como lo pensé llegamos a mi bloque de departamentos.
-¿Aquí vives? -le pregunté aún incrédulo.
-Si, departamento 15 -respondió rápidamente mientras bajaba.
-No me lo puedo creer -dije en voz baja pero alcanzó a escucharme.
-¿Qué? ¿Ahora qué sucede? -seguía sumamente enojada.
-Es curioso pero vivo en el departamento 17 -abrió los ojos cuando terminé de hablar.
-Imposible, es un chiste, ¿cierto?
-Para nada, hermosa coincidencia pero si hasta somos vecinos -sonreí abiertamente.
Soltó una serie de maldiciones que es imposible repetir porque hasta yo mismo me perdí aunque tengo que admitir que fue gracioso verla tan enojada, era tan perfecta que hasta echando humo por las orejas me parecía completamente sexy.
Corrí detrás de ella, en ningún momento me dirigió una mirada, subió las escaleras como si el mismo diablo la persiguiera, llegamos a su departamento e introdujo rápidamente la llave, entró y le seguí sin esperar una invitación.
-Comienza hablar, tengo que reunirme con Adam en poco tiempo -volvió a hervir la sangre por mis venas.
-No vuelvas a mencionar su nombre, me resulta... -no había una palabra que lo describiera. -Repugnante.
-Mala suerte pero te tienes que aguantar o algo más sencillo: ―Déjame en paz‖ y te aseguro que no volverás a escuchar su nombre, lo único que tienes que hacer es alejarte de mí.
La acorralé contra la pared mientras la rodeaba con mis brazos y colocaba mis manos cerca de su cara, no se esperaba ese movimiento pero tampoco hizo nada para apartarme, sin duda me deseaba tanto como yo y moría por conocer todos los secretos de su cuerpo.
-No vuelvas a decir algo parecido nunca más, Syrah porque no me alejaré de ti, eso tiene que quedarte claro, ¿entiendes?
Y con esas palabras daba por terminada la conversación, porque no estaba ahí precisamente para hablar, lo que deseaba era volver a probar sus dulces labios, tener un poco más de mi droga personal, no puso resistencia alguna porque a los pocos segundos me rodeó el cuello con sus brazos mientras la atraía hacía mí rodeándola por la cintura, escuché a lo lejos cómo saltaba ese maldito tono pero Syrah se había olvidado de todo el mundo y por el momento hasta de Adam, tan sólo existíamos nosotros.

Lo que no se dioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora