El programa <<La vecina Dorothy>>

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Elmwood Springs, Missouri (1 de junio de 1948)

Todos los habitantes de Elmwood Springs y sus alrededores recuerdan el día que instalaron la emisora de radio en el patio de la vecina Dorothy y lo entusiasmados que se sintieron la noche en que vieron por primera vez la bombilla roja en la punta de la torre, brillando como la luz de un árbol de Navidad en lo alto del cielo negro de Missouri. Como el terreno era llano,  se veía a kilómetros y kilómetros en todas direcciones, y con los años llegó a ser una señal conocida y familiar.  Aquella luz unía de algún modo a la gente.

Lo más probable era que cualquiera que se encontrara en el pueblo entre las nueve y media y las diez de la mañana escuchara el programa <<La vecina Dorothy>>, a menos que hubiera perdido el conocimiento a golpes. Y todos los vecinos lo seguían, a excepción del viejo Henderson, que continuaba considerando la radio un invento tonto para gente tonta. El instituto y la escuela primaria programaban los horarios de entre las nueve y media y las diez de la mañana de modo que los docentes pudieran seguir el programa desde la sala de profesores. En bastantes kilómetros a la redonda, las mujeres abandonaban lo que las ocupara en casa y se sentaban a la mesa de la cocina a escuchar, lápiz y papel en mano. Dorothy Smith era una de las amas de casa más oídas en la radio en la zona del Medio Oeste, y si daba una receta de pastel de arce, esa misma noche la mayoría de los hombres lo comía de postre.

El programa se transmitía en vivo de lunes a viernes desde el cuatro de estar de Dorothy y se oía por la emisora WDOT, en el 66 del dial. Nadie se atrevía a perderse el programa. No sólo daba consejos caseros y anunciaba los próximos acontecimientos, sino que, además, nunca se sabía quien podía aparecer. Por el programa pasaba gente de todo tipo para hablar,  cantar, bailar claqué, o hacer lo que les apeteciese. Una vez, una tal señora Mary Hurt llegó a hacer música con cucharas. Mamá Smith tocaba interludios en el órgano. Había invitados fijos que nadie quería perderse,  como Ruby Robinson, la enfermera de la radio; Beatrice Woods, la cantante ciega que tocaba la cítara y cantaba; el reverendo Audrey Dunkin, que acudía a menudo para dar una charla o leer un poema inspirador; y también un coro con campanillas de la Primera Iglesia Metodista. El año anterior, habían salido al aire los soldados del Mendruguillo cantando su éxito "Pégame otra vez a tus faldas, mamá", y la vecina Dorothy también recibió la visita de la Orquesta Hawaiana Chicle de Fruta, que llegó desde Yankton, Dakota del Sur. Y aún falta mencionar a dos muchachas del pueblo, Ada y Bess Goodnight, que cantaban sin anuncio previo, y las noticias, que por lo general eran buenas.

En 1948, la vecina Dorothy era una mujer regordeta con la cara dulce y ancha de una muchacha. Si bien tenía más de cincuenta años, su aspecto no había cambiado mucho desde que cursaba primer año en el instituto y la conoció su marido, Doc Smith, el encargado de la farmacia Rexall. Después de acabar el instituto, Dorothy estudió en la Escuela de Economía Doméstica Fannie Merit, de Boston; volvió luego al pueblo, se casó con Doc y dió clases en la escuela durante un tiempo, hasta que tuvo a su primera hija, Anna Lee. Anna Lee sufría leves problemas de salud; un poco de asma, que fue, sin embargo, suficiente para que la vecina Dorothy considerara conveniente quedarse en casa con ella. Doc estuvo de acuerdo. Puesto que permanecía en casa todo el día, Dorothy quiso al menos mantenerse ocupada, y comenzó a hacer pasteles y más pasteles. De frutos secos, de limón, de plátano, de caramelo, de cereza, de chocolate, de arce y de mermelada. Hacía pasteles de todo lo imaginable, aunque su especialidad eran los temáticos. Le encargaban un tema y ella preparaba un pastel adecuado para la ocasión. No es que no supiera hacer unos simples fideos o cualquier cosa que le pidiesen,  pero era famosa por sus pasteles.  Ni un solo niño en todo Elmwood Springs y alrededores había dejado de recibir en su cumpleaños un pastel suyo redondo, blanco y rosa, con un tiovivo de juguete en miniatura. Por eso fue al auditorio Mayfair, de Poplar Buff, el día de la <<demostración casera>>, para ofrecer por radio la receta de su pastel redondo.  Allí mencionó por casualidad que hacía sus pasteles con harina Copo Dorado y cuando,  al día siguiente, las ventas de la harina Copo Dorado se duplicaron en cuatro estados del país, los directivos de la empresa propusieron a la vecina Dorothy que realizara un programa de radio. Ella les dió las gracias, pero dijo que no podía aceptar su propuesta porque no podía ausentarse de casa todos los días y, además, recorrer más de treinta kilómetros de ida y de vuelta hasta la emisora de radio de Poplar Buff. Por eso le instalaron la antena de radio en el jardín de su casa, y su hijo menor, Bobby, se crió en la radio. Bobby tenía solo dos años cuando el programa de la Vecina Dorothy salió al aire por primera vez, pero de esto hace ya más de diez años, y lo que él ahora recuerda es que siempre hubo un programa de radio en el cuarto de estar.

Bienvenida A Este Mundo, Pequeña - Fannie FlaggDonde viven las historias. Descúbrelo ahora