Capítulo 3: Feliz primer día de clase

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Las horas de la noche transcurrían con tranquilidad. Mis brazos seguían apoyados a los lados de la cama, y mi cuerpo seguía adoptando la forma de posición fetal. Mis párpados seguían cerrados y mi respiración era suave y entrecortada. Pero el pequeño placer no había durado mucho cuando mi reloj despertador hizo su trabajo, avisándome que era hora de levantarse. Media dormida, tanteé la mesita de noche tratando de buscar el botón para apagarlo, y lo apreté cuando lo había encontrado. "Cinco minutos más", me dije, poniendo una almohada encima de mi cabeza. Sentí el costado de mi cama hundirse, al igual que una mano apoyándose suavemente sobre mi hombro.

-Vamos Mandy, levantate o tendremos que volver a recoger basura del patio, y esta vez, no será mi culpa. -Dijo Pam.

Encendí la lámpara de la mesita y me dirigí al baño con los pies arrastrados sobre el frío suelo de madera. Solté mi cabello de la desordenada coleta que lo sujetaba, cogí un par de toallas, me desvestí y entré a la ducha. Dejé que el agua fría bañara todo mi cuerpo, y cuando salí, sorpresivamente quedé más despierta que nunca.

Me vestí con algo simple, pero cómodo a la vez, jeans tejanos y un jersey granate algo holgado. Cepillé mi cabello y me hice una trenza espiga, la cual cayó ligeramente sobre mi hombro izquierdo. Metí unos cuantos libros y cuadernos dentro de mi bolso. Cepillé mis dientes y me maquille. Nunca he sido de esas chicas que utilizan mucho maquillaje, así que me puse la mascara de pestañas y un poco de rubor, cuanto más natural, mejor.

Salí del baño, y para mi asombro Pamela ya estaba lista. -Esta chica si que es rápida cuando quiere- pensé. Cogí mis libros y los puse en mi bolso, ya estaba lista. Salimos de mi habitación para dirigirnos a clase mientras recordaba el día de ayer.

Crucé el pasillo y allí estaba. Apoyado en mi taquilla, el "chulo" estúpido de antes, con su postura relajada y segura y con la mirada perdida. Me dirigí a el acelerando el paso, no podía creer que estuviera ahí apoyado en mi taquilla como si nos conociéramos de toda la vida.

-¿Se puede saber que haces en mi taquilla? -Dije yo enfadada. El rió, genial, encima le parecía graciosa la situación.

-Me parece que andas equivocada. -Dijo apartándose - Ahora es nuestra taquilla- Dijo con una sonrisa burlona-.

-¿Cómo? -Dije yo perpleja ante lo que acababa de decir-.

-No habían suficientes taquillas para todos los alumnos, y como yo era uno de los más nuevos, la directora me ha obligado a compartir taquilla contigo. A mi tampoco me hace ilusión compartir algo contigo -Dijo al ver mi cara. Abrió la taquilla y dejó sus libros y la cerró inmediatamente-.

-A no ser... -Dijo poniendose delante mío y apoyando su brazo izquierdo en la taquilla. Estaba muy cerca de mi, tanto que podía escuchar su respiración. Sus ojos color avellana se quedaron mirando directamente los míos. - que le cambies el sitio a Derek.

En ese momento lancé una enorme carcajada, no lo diría en serio, ¿Verdad? Le miré fijamente, pero el no sonreía, es más, con su seriedad en ese momento respondió a mi pregunta.

-Estas loco si piensas que me voy a sentar contigo. -Le dije.

-No tomes una decisión de la que te vayas a arrepentir Foster. -¿Cómo demonios sabía ese chico mi apellido?

-Correré el riesgo -dije yo dejando mis libros en la taquilla y yéndome. Odiaba su actitud prepotente, pero si hay algo que odiara aún más, es que alguien me dijera que hacer.

Deje de pensar en lo ocurrido y me dirigí junto a Pam por el pasillo hasta llegar a nuestra clase, donde siempre nos encontrábamos con Derek, pero misteriosamente nadie se encontraba allí. ¿Habíamos sido Pam y yo las primeras en llegar?

Me dispuse a entrar a la sala, pero no alcancé a dar ni un paso cuando algo frío se tumbó sobre mi cabeza. Alguien me había arrojado un cubo con agua fría desde arriba. Todas mis ropas estaban empapadas, al igual que mi cabello y mi bolso. Escuché murmullos y muchas carcajadas. Me giré y ahí estaban todos mis compañeros de clase, riéndose de la broma que me acababan de hacer.

- Feliz primer día de clase - dijo una voz. 

Alcé la mirada para ver quien había sido el estúpido que me había tirado el maldito cubo de agua. No me lo podía creer, no era otro que el chico de la taquilla. El chico de ojos avellana me regalaba una sonrisa burlona, para luego echarse a reír junto con los demás. ¿Quién diablos se creía que era? Me acerqué a el, suficientemente como para que el fuera el único que me escuchara.

-Me las vas a pagar.


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Muchísimas gracias a todos los que comentáis y votáis mi novela.♡❀













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