La Sala de los Menesteres

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El pasadizo era largo, con mucha humedad y Piper se temía que había alguna que otra rata correteando junto a ellos. Afortunadamente, no veía ninguna.

El fin del pasadizo dio lugar a una enorme sala con algunos chicos que debían rondar su edad.

-¿Quiénes sois vosotros? –preguntó una chica pelirroja.

-¿Qué pasa con los magos pelirrojos? Son como una plaga- masculló Patrick.

-Conocemos a Harry, Ron y Hermione- dijo Piper ignorando a su hermano.

-¿De qué?

-Ellos nos trajeron hasta aquí- contestó la chica.

-Ellos nos trajeron hasta aquí más o menos- corrigió Patrick.

La pelirroja frunció el ceño cuando escuchó la mención de su antiguo novio, su hermano y una de sus amigas.

-Bueno, coged vuestras varitas. Ahora mismo necesitamos todas las posibles. ¿Sois de Ravenclaw? Tal vez sepáis dónde está la diadema perdida de Rowena.

Patrick y Piper se miraron sin entender ni media palabra de lo que aquella chica les estaba diciendo. Les habían contado que estaban en un colegio de magia y seguramente aquella diadema de la que hablaba la chica era la que estaban buscando Harry, Ron y Hermione para poder matar al tío de nombre impronunciable.

-No estudiamos aquí- explicó Patrick.

Ginny Weasley frunció el ceño.

-Mirad, me da igual de dónde seáis. Sois magos, ¿no? Pues sacad vuestras varitas y preparaos para la lucha.

Ginny se marchó y los mellizos se miraron consternados.

-¿Le decimos a alguien que nosotros de magia... poco?- preguntó Piper a su hermano.

-No- respondió Patrick sin dudarlo-. Nosotros quedémonos aquí e intentemos hacer el mínimo ruido posible. Que nadie sepa que estamos aquí. Sobre todo los mortífagos esos.

Pero no tuvieron suerte. Aberforth no tardó en cruzar el mismo recuadro que habían cruzado ellos mismos. Estaba pálido y sudoroso. Había hecho todo el camino corriendo.

-¡Idos! ¡Están viniendo!

Piper y Patrick no empezaron a correr enseguida. El miedo los detuvo unos segundos antes de que un montón de espectros negros empezaran a entrar por el hueco del retrato.

Desmaius!- gritó un coro de voces detrás de ellos que hicieron retroceder a los encapuchados levemente.

-¡Retirada!- gritó alguien después.

-Harry, hemos pensado, bueno, Ron ha pensado... Ha tenido una idea excelente, Harry...- balbuceaba Hermione.

-¿Qué, Hermione?

-Tú destrozaste el diario de Riddle con un colmillo de basilisco en segundo, ¿no?- consiguió terminar de decir.

-Sí.

-Ron ha recordado un lugar donde todavía hay de esos colmillos.

Harry tardó unos segundos en comprender, pero al final asintió y les dio a sus amigos la copa de Hufflepuff.

-De acuerdo, pero llevaos esto- Ron la cogió-. Y si tenéis la menor oportunidad, deshaceos de ella.

Piper y Patrick corrieron como alma que lleva el diablo, intentado huir de los rayos de luz que salían de las puntas de las varitas de los magos.

-¿Ves por qué teníamos que haber destruido el giratiempo?- le reprochó Patrick a su hermana.

-Perdona, pero fue el dragón lo que nos trajo hasta ellos- replicó Piper y soltó un grito cuando un rayo verde le pasó por al lado de la cara.

-¡Vayámonos de aquí!

Pero ya no pudieron porque se encontraron frente a frente contra dos motífagos. Ellos no sabían sus nombres, pero eran los Carrow.


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