El manicomio del horror

46 2 0
                                    

En las paredes de aquella casa se podían leer mensajes como: muérete o estás muerto, la gente que solía tomar aquel camino no osaba acercarse a la inquietante casa pues se rumoreaba que los antiguos propietarios eran unos dementes que en su vida se habían dedicado a asustar a los viandantes o incluso comérselos, sin embargo un buen día en un ataque de estupidez se quemaron con su casa al grito de: Volveremos.

Hacía unos cuantos días que una pareja joven, al parecer parientes lejanos de aquellas personas, se habían instalado en el hotel del pueblo. Ella parecía una mujer razonable y el marido un hombre de negocios. Ambos habían llegado para vender la ruinosa mansión al primer bobo que apareciese dispuesto a pagar una horrífica cantidad de dinero, para eso habían llenado el pueblo de carteles y dejado anuncios allá a donde iban.

Pero todo se puede volver en contra de uno mismo, o así les pasó a ellos, pobres ingenuos, que desafiaron a los que nunca hay que enfadar, los muertos y menos si estos no están dispuestos a razonar.

Los rumores, aquellos que corrían de boca en boca comenzaron a molestar a aquellos visitantes, ya que eso dificultaba aún más la venta de la casa. Se propusieron pasar una noche en lo que llamaban el manicomio de los fantasmas. El marido, con la sangre más fría que el hielo no poseía remordimiento alguno pero la mujer comenzó a sentir como dentro de su pecho algo se removía intranquilo.

Habían recogido sus maletas del hotel y ya las habían descargado delante de las puertas oxidadas de la reja, lo que podría haber sido un hermoso jardín no era más que un bosque de hierbajos los cuales ocultaban casi por completo la fuente central. Dentro, todo permanecía cubierto por una gruesa capa de polvo. Revisadas todas las habitaciones decidieron dormir en la habitación de invitados, que no había sido usada nunca. La mujer muy nerviosa bajó a la cocina a preparar la cena, pero cuando intentó coger la cazuela está se elevó de la encimera y luego en su oído pudo oír las inquietantes palabras: ¿Jugamos al escondite? La mujer corrió hacia su marido pidiéndole ayuda pero no había pruebas que demostrasen lo que ella contaba y el hombre no le hizo caso.

Cuando el sol se ocultó y la luna dio comienzo su turno la pareja se dispuso a dormir, la cama chirriaba al mínimo y la ventana aún dejaba pasar un viento helado lo que hacía que la mujer se inquietara cada vez más. Sobre las 2 de la noche ella se despertó cubierta en sudor y fue al baño para refrescarse. Solo tardó 5 minutos y su vuelta su marido ya no se encontraba en la cama... sino en el suelo cubierto en una mancha de sangre. Entonces pudo oír la voz del espíritu: Ha sido muy fácil, ¿quieres ser la siguiente? Ella corrió lo más lejos que pudo, salió de la casa y dijeron que no la volvieron ver nunca más.

A los pocos días encontraron el cuerpo del hombre pero esta vez tenía una nota, que inculpaba directamente a la mujer, la policía se dedicó a perseguir su pista pero a día de hoy su ubicación es desconocida.



Historias cortas y leyendasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora