Genda y Sakuma

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El portero de la Teikoku se encontraba en su casa terminando de arreglarse para la cena que tendría con su familia, como era común, en Nochebuena. Además, al día siguiente tendría un almuerzo con sus compañeros de equipo de la Teikoku Gakuen. Todo sería genial, pero... hacía un par de días, había tenido una discusión muy fuerte con Sakuma. Y todo iría bien si hubiera sabido disculparse a tiempo... pero no. Su orgullo le pudo y no supo contenerse con las cosas que le dijo. Seguramente, había perdido a su mejor amigo... Junto con un suspiro, el chico comenzó a ajustarse la corbata que llevaba puesta. El traje de chaqueta quedaba de maravilla en su esbelto cuerpo. En ese momento se encontraba solo en su casa, pues debía esperar a que sus padres volvieran. No sabía qué hacer... Tras peinarse un poco con los dedos, dejando sus cabellos perfectamente como a él le gustaba, salió de su habitación, dirigiéndose hacia las escaleras para bajarlas poco a poco, mirando el ambiente navideño de su casa. Todos los años se adornaba de forma parecida, con más o menos cosas, pero siempre acogedora y con una calidez que solo podía haber en una época como esta. Genda sonrió levemente mientras miraba el gran árbol de Navidad que estaba en el salón, dándole un toque de color, al igual que las guirnaldas y otros adornos que había por las paredes. Sin embargo, en ese momento, la fiesta no era muy alegre para él... En ese momento, sonó el timbre de la casa. ¿Acaso sus padres se habían olvidado las llaves? Era demasiado extraño... Sin más, se dirigió hacia la puerta y la abrió, aunque la sorpresa que se llevó al ver quién estaba allí parado fue notable en sus ojos, abiertos de par en par.

-¿Sakuma?

El delantero estaba allí, mirando al suelo. Llevaba un abrigo bastante grueso, y una bufanda de color rojo que cubría su cuello y parte de su rostro.

-Que conste... que no te he perdonado aún. Pero tenía esto en casa para ti... y tenía que dártelo.

Gruñó el delantero antes de ofrecerle una caja de regalo, con un lazo en esta. El contrario no daba crédito a lo que estaba viendo, pero aun así, agarró la caja y la abrió. En su interior, un gorro de lana hecho a mano, pero con la forma de un pingüino, y unos guantes, también hechos a mano, simulando las zarpas de un león.

-¿Y... y esto...?

Sakuma carraspeó dándole la espalda, con las manos en los bolsillos, pero sus orejas delataban que estaba sonrojado.

-¡N-no preguntes! ¡Solo me aburría, y... lo hice! ¡Ya está...!

Pero Genda no dejó que este acabara. Dejó la caja a un lado, en una pequeña mesa cercana a la entrada, y se lanzó a abrazar a su compañero.

-Gracias, Sakuma... No sabes la ilusión que me ha hecho recibir esto...

El mencionado dio un respingo, intentando apartar a su amigo, pero sin resultado.

-¡E-eh! ¡He dicho que sigo enfadado contigo, idiota! ¡Déjame! ¡Quiero irme ahora mismo!

Antes de que el contrario pudiera seguir quejándose, Genda le hizo darse la vuelta, quedando cara a cara, antes de besar sus labios de forma apasionada pero a la vez tierna. Sakuma abrió los ojos de par en par, golpeando sus brazos para que le soltara. No podía hacer nada... hasta que, poco a poco, se fue quedando quieto, cerrando los ojos y correspondiendo al abrazo para poder seguirle el beso.

"Genda... aquí, delante de tu casa, ojalá tuviera el valor para decirte lo que llevo sintiendo por ti desde hace mucho tiempo... No sabes lo que me ha dolido la discusión contigo, por eso me he tragado mi orgullo y he venido hasta aquí... y... parece que el mejor regalo me lo has dado tú a mí... Te quiero, Genda Koujirou... Feliz Navidad...".





Especial Navidad Inazuma ElevenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora