El día de la madre

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Ese día Kuroko lloró en los brazos de Kagami por un buen rato, ni si quiera sabían cuánto tiempo había pasado exactamente, pero el atardecer había aparecido detrás de ellos en el momento en el que se separaron.

—Lo siento...

—No, no te preocupes. ¿Estás mejor ahora?

—Sí— se limpió el rostro e intentó sonreír.

—Te ves mejor cuando sonríes, Kuroko —comentó y sonrió ampliamente hacia él —Así que trata de animarte, ¿de acuerdo?

El más bajito se sonrojó ligeramente al verlo. ¿Por qué...?

—¿Kuroko?

Pero fueron interrumpidos por el sonido del celular de Kagami.

—Dame un momento...— sacó el celular, miró el número y contestó —Hi.

Kuroko se quedó mirándolo. ¿Quién era? ¿Con quién hablaba esa persona?

—Sí, todo bien. Ah, no hay problema en serio. Estaré bien, no te preocupes. Sí, sí. Te llamaré igual. Quedamos para el otro domingo entonces. De acuerdo, estamos hablando. Bye.

—¿Kagami-kun, quién era?

—Ah, disculpa. Era mi padre.

—Oh, ya veo.

La expresión de Kuroko cambió por completo al saber que solamente se trataba del papá del pelirrojo. ¿Por qué de repente se sentía tan aliviado? ¿Qué era lo que pasaba con él? A caso... No, no era posible. Además...

—Actualmente, Kagami-kun es mi mejor amigo— soltó de la nada sorprendiendo al otro.

El pelirrojo lo pensó por un momento y luego contestó tranquilo.

—Oh, Kuroko también es el mío —contestó con una hermosa y amplia sonrisa.

El chico bajito se perdió por un momento mirándolo. Su sonrisa era tan deslumbrante. Kagami realmente era como un sol. ¿Pero esta fue de verdad la respuesta que quería obtener?

«Mi mejor amigo...»

—¿Vamos a casa entonces?

—¿Eh?— fue sacado de sus pensamientos.

—Digo, ya es tarde, no vayan a preocuparse tus padres.

—Sí, tienes razón.

—¿Quieres que te acompañe?

—No, no es necesario, pero gracias.

—De acuerdo. Cuídate. Nos vemos el lunes...

—¿Lunes? ¿No vendrás a la celebración por el día de la madre?

Hubo un pequeño momento de silencio, por lo que Kuroko se desconcertó.

—¿Sucede algo malo?

—No, no. Solo que ya sabes que mi mamá no está aquí, así que no tendría a quien traer mañana.

—Oh, es verdad. —Lo miró preocupado. —¿Eso es triste para ti?

—Na, no te preocupes. Trataré de venir mañana, ¿si?

—Sí, de paso te presentaré a mamá y a la abuela.

—Me parece bien.

—Entonces hasta mañana, Kagami-kun.

—Oh, nos vemos, Kuroko.

Sin más tomaron caminos diferentes para dirigirse a sus respectivas casas. El día había terminado, y no solo para ellos...

El camino hacia tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora