Rumores, enfrentamientos y resoluciones.

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-No deberíamos de estar aquí -se quejó un sonrojado Midorima. Quien ni siquiera creía lo que estaban haciendo.

-Pero estamos aquí, así que ni modo, amor -contestó su novio sin la menor intención de moverse ni un centímetro.

-Deberíamos de irnos y dejarlos solos. Confiar en que ellos podrán entenderse.

-Confío en Kurokocchi, pero no en Kagamicchi.

-Incluso así estamos siendo muy entrometidos al espiarlos de este modo. ¿En verdad no sienten ni un poco de vergüenza?

-No -respondieron al unísono y hasta con descaro mientras seguían escuchando detrás de la puerta.

Midorima movió la cabeza, pero permaneció en su sitio.

Ya decía Oha-sa que debía de tener mucho cuidado con escorpio hoy...

***

¿Escuchó bien? ¿Kuroko dijo "te quiero", verdad? Aunque era obvio lo que su mejor amigo estaba intentando decir. Solo podía tratarse de eso, ¿cierto? La expresión de sorpresa de Kagami pasó a ser una más tranquila al entenderlo.

Y justo cuando Kuroko ya no soportaba más el silencio, Kagami contestó.

-Yo también -afirmó con cierto rubor en las mejillas -. Aunque es un poco vergonzoso decirlo entre chicos.

¿Ah? ¿De qué estaba hablando? Ni Kuroko ni quienes los espiaban entendían nada. Acaso esta persona...

-Pero es obvio que te quiero, Kuroko -insistió con una pequeña sonrisa -. Eres mi mejor amigo.

El silencio volvió. Kuroko no sabía si seguir llorando o mejor golpearlo.

-Tú...

Un inesperado y extraño sonido proveniente de afuera los hizo girar por unos segundos, parecía como si alguien hubiese gritado en los pasillos. Pero como eso no les importaba, acabaron por dejarlo pasar y volver a mirarse el uno al otro.

Esto era tan lamentable que las lágrimas de Kuroko no querían detenerse. Porque la declaración que tanto trabajo le costó hacer fue desechada como si nada. ¿Por qué?

Sin entender del todo (en realidad no había entendido nada), Kagami se terminó de acercar y envolvió en sus brazos al más pequeño, en un intento por calmarlo.

Kuroko se quedó quieto por un par de segundos, pero acabó correspondiendo al abrazo. El chico que amaba era en verdad idiota, pero un idiota muy cálido.

-Kagami-kun... -el nombre de esa persona fue lo único que pudo salir de su boca en ese momento.

-Está bien si sientes celos o lo que sea. No me molesta en lo absoluto. Así que en lugar de evitarme, háblalo conmigo, por favor. Yo no te juzgaré ni nada. Sabré escucharte y trataré de ser comprensivo siempre, ¿si?

«¿Acaso crees que le hablas a tu novia o qué te sucede? ¿Por qué eres así? Tan amable conmigo...»

Pero estos pensamientos no podía sacarlos a flote, por lo que solo se aferró al pelirrojo sin decir nada.

-Todo está bien ahora. Así que ya no tienes por qué llorar, Kuroko.

***

-¿¿Por qué solo no lo besas, idiota??

-Ki-chan, no te alteres tanto. Ni vuelvas a gritar o esta vez sí nos descubrirán.

-Es que ese par me desespera. No, él que en verdad me saca de quicio es Kagamicchi. ¿Qué le sucede? ¿Los músculos le obstruyeron las neuronas o qué?

El camino hacia tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora