Recuerdos dolorosos

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Kagami se encontraba sentado en la cama con la espalda recostada en la pared, una rodilla flexionada y una mano sobre ella. Había permanecido en esa posición por bastante tiempo. Aunque al principio trató de levantarse no pudo hacerlo. Ni si quiera había probado bocado en todo ese rato, simplemente había dejado el celular tirado encima del colchón y se había sentado a recordar los momentos que tanto atesoraba. Las lágrimas comenzaron a resbalarse por sus mejillas antes de que él mismo se diera cuenta de ello, su mirada y sus pensamientos estaban perdidos en otro lugar... El hogar al que nunca podría regresar.

-Mom...

En ese momento el celular de Kagami no dejaba de prenderse. Alguien lo llamaba insistentemente desde hace una hora, por lo que lo había puesto en silencio y solo se veía la luz de la pantalla encenderse y el nombre de "Alex" aparecer en ella. El muchacho giró la vista hacia el objeto por un instante y luego la regresó a la nada.

-Tatsuya idiota...

El celular se prendió de nuevo, pero esta vez se trataba de un mensaje de texto de parte de Kuroko. Kagami volvió a mirar y se afligió más de lo que ya estaba, mas decidió tomar el aparato para leerlo.

"Buenos días, Kagami-kun. ¿Cómo estás? Yo estoy en casa con mamá y la abuela, si gustas puedes venir con nosotros. Si estás con tu papá u ocupado de algún modo, no importa. Solo quisiera saber cómo estás".

Al parecer su mejor amigo estaba preocupado por él y eso que ni si quiera sabía la historia detrás de esto. Suspiró y dejó caer el celular sobre la cama de nuevo.

-Lo siento...- se disculpó y se llevó una mano a la cabeza por lo frustrado que se sentía en ese momento.

Si tan solo fuera más valiente, aceptaría la invitación de Kuroko, la propuesta de su padre o al menos le contestaría la llamada a Alex. Pero no, no podía tomar ninguna de esas opciones, porque estaba huyendo después de todo. Para no preocupar a nadie, él simplemente se quedaría ahí llorando solo. Hasta que el dolor haya pasado, entonces se pondría en pie de nuevo y sonreiría como siempre, tal cual como le había prometido a su querida madre. Así que ese día simplemente se permitiría llorar todo lo que le fuera necesario y al siguiente retornaría a clases con la misma actitud de siempre.

Kuroko se reunió con su madre y su abuela para felicitarlas por su día. Pidieron mucha comida y se sentaron a almorzar juntos mientras platicaban amenamente y luego veían una película. El padre del chico nunca había vivido con ellos, así que técnicamente siempre habían sido solo ellos tres, pero de ese modo estaban muy bien. Sus dos madres siempre fueron buenas con él y nunca le faltó nada, por lo que con eso le bastaba. Pero, ¿cómo sería con respecto a Kagami? No le dio tanta importancia al principio, pero en realidad sabía muy poco de él y eso comenzaba a preocuparle. Le escribió en la mañana, pero no había obtenido ninguna respuesta hasta ahora. Se preguntaba si su compañero estaría bien o si quizá se sentiría un poco solo. Debía de ser duro dejar a tu familia, tu país y a tus amigos de repente, ¿no? Seguro era solitario... Aún así Kagami nunca se mostró triste en ningún momento, al contrario siempre se veía tranquilo o incluso feliz. Ni si quiera le había costado trabajo llevarse bien con los demás o hacer un nuevo mejor amigo... Pero seguro que en el fondo, el pelirrojo debía de estar extrañando a su madre y a sus antiguos compañeros. Si tan solo pudiera hacer algo por él...

El muchacho de cabellos celestes tomó el teléfono móvil por enésima vez solo para confirmar que no tenía notificación alguna. Suspiró sintiéndose inquieto. Pasaban las tres de la tarde y Kagami no mostraba ninguna señal de vida. ¿Qué debía de hacer? ¿Llamarlo? ¿Y si solo era que estaba ocupado? Apagó la pantalla del aparato y lo dejó caer sobre las piernas.

El camino hacia tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora