Capítulo 15

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Las cosas no mejoraban. Había creído que sería más fácil, aunque la herida no llegara a sanar nunca, pero desde el momento en que Kai lo había acompañado hasta el avión en el aeropuerto, el dolor no alcanzaba nunca su cúspide para luego descender. Permanecía con él. Si lograba olvidarlo durante el día, mientras trabajaba con Ben, su nuevo paciente, volvía a atacarlo durante la noche, cuando se iba a la cama y se quedaba allí tumbado, solo.

Canadá estaba muy lejos de Corea del Sur, al otro lado del mundo, o eso le parecía. En cuestión de un par de horas había cambiado el frío pero maravilloso clima, por una capa de casi un metro de nieve, y no lograba entrar en calor. Los Wilson eran gente amable y considerada; se desvivían por ayudarlo con Ben, y Ben era un encanto, pero no era Kai.

Los brazos infantiles que a veces lo abrazaban espontáneamente no satisfacían su necesidad de unos brazos fuertes y viriles, ni los besos húmedos adorables de Ben y su hermana pequeña, Lily, le daban cada noche lo hacían olvidar los besos que lo habían hecho zozobrar en un mar de placer sexual.

Nunca había imaginado que pudiera añorar sus peleas con Jongin, sus estruendosas discusiones, pero así era. Echaba de menos todo lo que tenía que ver con él, desde su mal humor de las mañanas a la sonrisa maliciosa que iluminaba su cara cuando se burlaba de él.

Cuando recibió por correo un abultado cheque reenviado por el Dr. Jasper, tuvo que hacer un arduo esfuerzo para no ponerse a gritar del dolor al ver su firma. Deseó romperlo, pero no podía. El cheque correspondía a la cantidad que habían acordado de antemano. Pasó un dedo por la letra grande y angulosa. Todo era tal y como esperaba; en cuanto se había alejado de él, había pasado a tomar parte de su pasado. Había hecho lo mejor para él, sin ser consciente de que tendría que vivir el resto de su vida al borde de la agonía.

Llevaba con los Wilson exactamente un mes cuando recibió una llamada telefónica. Frunció el ceño, perplejo, le dio a Ben su libro para colorear y sus crayolas para que se entretuviera hasta que volviera y salió al pasillo para contestar el teléfono.

- Es un hombre.- susurró Betty Wilson, y le sonrió alegremente. Luego fue a ver qué le pasaba a Lily, que de pronto se había puesto a llorar como si le estuvieran arrancando los cabellos.

Sehun se llevó el teléfono al oído.

- Diga.- dijo con cautela.

- No voy a morderte.- dijo una voz profunda y rica con aire divertido, y él se dejó caer contra la pared; sus rodillas amenazaban con ceder bajo su peso.

- Jongin.. .- susurró.

- Llevas ahí un mes.- dijo. - ¿Se ha enamorado ya de ti tu paciente?

Él cerró los ojos y procuró sofocar la mezcla de dolor y placer que amenazaba con cerrar su garganta. Oír su voz lo hacía desfallecer, y no sabía si quería reír o llorar.

- Sí .- dijo con esfuerzo. – Está locamente enamorado de mí.

- ¿Cómo es?.- gruñó el mayor.

- Un rubio impresionante, con grandes ojos azules. Se pasa horas enfurruñado si no gana cuando jugamos.- dijo, y se limpió una lágrima de la mejilla.

Kai se echó a reír.

- Parece un competidor muy duro. ¿Cómo es de alto?

- Pues no lo sé. Tan alto como un niño de cinco años cualquiera, supongo.- dijo.

- Vaya, es un alivio. Supongo que puedo dejarte a solas con él un par de meses más.

A Sehun se le resbaló el teléfono y tuvo que agarrar el cable para que no se le cayera del todo. Se lo acercó al oído y le oyó decir:

Mi fisioterapeuta favorito.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora