Capitulo 23 Final

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Jin estaba en el vestíbulo de los juzgados, mirando hacia la puerta, comprobando la hora y asegurándose de que su teléfono móvil todavía tenía batería. Estaba incómodo con aquella camisa almidonada y con la corbata nueva, que lo ahogaba.
Había intentado localizar a _______ en su casa y en el teléfono móvil, pero no había contestado. Había llamado incluso a Soyou, después había hablado con Bora, que estaba en la oficina. Nadie había tenido noticias suyas desde hacía varias horas.
Cualquier hombre listo, y realista, se habría marchado de allí mucho tiempo antes. Nada más darse cuenta de que su prometida no iba a aparecer.
Tendría que haber estado al menos un poco enfadado con _______, pero lo cierto era que se lo merecía. En el fondo, casi se alegraba. Era lo que necesitaba para darse cuenta de lo tonto que había sido. ¿Qué razones le había dado a _______ para hacerla creer que se casaría con ella? Quizás _______ pensase que él ni siquiera iba a aparecer. Le había dicho que se quería casar con ella, pero había hecho lo mismo con las otras dos mujeres.
Lo que no había hecho había sido demostrarle a _______ que ella era diferente. Que ella era la buena. La quería, y debía habérselo dicho antes.
Y no era que no hubiese tenido oportunidades. La noche que habían hecho el amor y ella le había dicho a él que lo amaba, podía haberle dicho que él también la amaba. Y después, cuando había admitido que nunca había dicho aquellas palabras, podía habérselo dicho.
Podía habérselo dicho en el hospital, o durante el día siguiente a la pérdida del bebé, que habían pasado los dos juntos. Había tenido aquellas palabras muchas veces en la punta de la lengua, pero algo había hecho que no las dijese. Siempre se había refrenado.
Quizás se había acostumbrado a comportarse así. Su madre había sido la única que lo había querido, y lo había abandonado. Según había ido creciendo, lo más fácil había sido no dejar que nadie se acercase demasiado a él. No dejarse enamorar.
Quizás en su interior siguiese siendo un niño que tenía miedo a que volviesen a romperle el corazón. Pero ya era demasiado tarde. Estaba enamorado de _______. Y lo único que había conseguido al no decírselo había sido hacerle daño.
«La quiero», se dijo, sorprendido de que no fuese tan difícil reconocerlo. De hecho, sonaba bien. Le parecía algo... natural.
Se dirigió hacia las escaleras sabiendo exactamente lo que tenía que hacer.
Era el momento de despedirse del niño que había en él y de empezar a comportarse como un hombre.

_______ no habría sabido decir a qué hora apareció Jin en su casa. Seguía en pijama, sentada en el balancín del patio trasero. Hecha un ovillo. Preguntándose si él habría ido a los juzgados. Quizás estuviese tan enfadado que no volvería a hablarle nunca.
Entonces apareció, todavía vestido con el traje de boda. Se acercó al balancín con las manos metidas en los bolsillos de los pantalones, más que enfadado, parecía cansado.
El traje le sentaba muy bien, tan bien como la ropa de diario.
¿Qué le estaba pasando? ¿Por qué se lo estaba imaginando desnudo?
-Me parece que te has olvidado de que habíamos quedado esta tarde.
-Lo siento mucho, Jin
-El que lo siente soy yo.
-Es culpa mía. Supongo que tenía demasiado... miedo.
-¿Tenías miedo a que me echase atrás en el último momento o a que no apareciese?
Ella asintió, agradecida porque hubiese sido él quien hubiese dicho aquello. Y agradecida sobre todo por su comprensión.
-No te he dado ninguna razón para que pensases que eso no sucedería -admitió Jin tomándole le mano y entrelazando los dedos con los suyos-. Por eso, es todo culpa mía.
-Debí confiar en ti.
Jin rió, aunque no era una risa alegre.
-¿Qué he hecho yo para ganarme tu confianza? ¿Pedirte que te cases conmigo? Ya se lo había pedido en el pasado a otras dos mujeres y no estoy casado con ninguna de las dos.
¿Qué intentaba, hacerla sentir todavía peor?
-No sé adónde quieres ir a parar, pero te advierto que no estás poniéndome las cosas fáciles.
-Quiero decir que yo sabía exactamente lo que esperabas de mí, pero fui demasiado cobarde para dártelo. La única manera que hay de que esta relación funcione es que yo deje de comportarme como un idiota y te diga lo que siento.
-Debí preguntártelo.
-De eso nada.
Quizás tuviese razón. A lo mejor _______ era un poco cabezota o estaba chapada a la antigua, pero lo cierto era que creía que si uno sentía algo por otra persona, debía decírselo.
Jin le levantó el rostro poniéndole la mano en la barbilla.
-Nunca pensé que se pudiese querer a alguien tanto como yo te quiero a ti. Quizás era yo mismo el que no me fiaba de mí.
_______ sintió que los ojos se le llenaban de lágrimas.
-Te quiero, _______ -dijo Jin besándola-. Con todo mi corazón.
Ella cerró los ojos y suspiró. Jin no podía habérselo dicho mejor, ni con más dulzura, porque se lo había dicho con el corazón.
-Yo también te quiero, Jin.
-Te voy a pedir un favor. Quizás esto te suene un poco extraño. Pero te voy a pedir que confíes en mí.
-De acuerdo.
-¿Puedes devolverme el anillo un momento?
_______ confió en él. Se lo quitó del dedo y se lo devolvió.
-Me he dado cuenta de que ya era hora de que hiciese las cosas bien -dijo él apoyando una rodilla en el suelo-. _Lee ______, ¿quieres hacerme el honor de casarte conmigo?
-Por supuesto que sí -respondió ella mientras Jin volvía a ponerle el anillo. Entonces lo abrazó.
-Sé que no querías una boda por todo lo alto, pero creo que ya no tenemos elección.
-¿Por qué? -quiso saber ella.
-Porque en cuanto colgué el teléfono a tus padres después de pedirles tu mano se pusieron a hacer la lista de invitados.
-¿Les has pedido mi mano?
-Ya te he dicho que quería hacer las cosas bien.
En esos momentos sus padres debían de considerarla la mejor hija del mundo. Y sólo unas semanas antes había estado preocupada por si la repudiaban.
-¿Y qué te han contestado?
-Que ya era hora -rió él.

Secretos De Una Secretaria |•| SEOKJIN |•| 《Terminada》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora