La casa estaba en total silencio cuando Reby salió de su habitación. Aunque claro, quizá aún era demasiado temprano para despegar el ojo.
Al llegar a las escaleras intentó recordar los escalones que Michael le había indicado para no hacer tanto ruido al bajar, pero se detuvo con el pie a medio camino de dar el primer paso cuando entre sus recuerdos se coló lo que había sucedido entre ellos la noche anterior.
Se llevó una mano a la frente, anticipando que el color rojo estaba subiendo por su cara como una inundación de jugo de tomate e impulsivamente echó un vistazo por encima de su hombro hacia la puerta de la habitación de Michael.
<< Dios. Dios. Dios >>
Maldición. ¡Cuántas ganas tenía de asomarse!
Maldición.
Antes de darse tiempo para pensar en otra cosa, bajó a toda velocidad, se internó en la cocina y tan pronto como entró, se detuvo en seco, conteniendo un ruido de sorpresa.
Ashley se encontraba ahí y tan pronto como levantó la cabeza y vio a Reby, dejó de barrer el suelo y se enderezó.
—Hola —dijo Reby, pegándose contra la pared y avanzando así hasta la puerta trasera.
—Hola —repuso Ashley tras un momento de silencio mientras la seguía con la mirada y antes de que Reby abandonara la cocina añadió—: Te han dejado el desayuno ahí —apuntó con la cabeza el plato que estaba sobre la mesa, lleno de fruta, dos huevos estrellados y un jugo de naranja.
Reby le sonrió (o al menos eso intentó) y se acercó, jalando una silla hacia atrás para sentarse. De inmediato se dio cuenta de la hoja arrancada de una libreta de espiral y unas letras que decían: << Para Reby. Atte: Michael >>
Sus ojos fueron directos de la nota a Ashley, quien todavía la miraba expectante, pero de inmediato desvió la mirada hacia otro lado y siguió barriendo.
Reby enarcó una ceja y tomó los cubiertos, pero no comió nada enseguida. ¿Qué tal si era una trampa y Ashley había envenenado la comida y escrito la nota?
Caray, tenía que dejar de pensar así de Ashley, ya lo había hecho antes y todo había resultado obra de Michael. No había motivo razonable para pensar que aquello era diferente. Debía acostumbrarse a que la chica era totalmente inofensiva.
Justo se llevaba un bocado a la boca cuando Ashley dijo:
—¿A dónde iban tú y Phillip anoche?
Reby se atragantó de verdad y empezó a pegarse el pecho con el puño. ¿Phillip?
Oh, ya.
—¿De qué hablas?
Ashley volvió a dejar la escoba y frunció el ceño como queriendo decir << Sabes perfectamente de qué hablo >>
A Reby no le cayó para nada bien ni el tono de voz ni el gesto, pero se mantuvo tranquila, limitándose a encoger un hombro.
—Los vi salir de tu habitación y luego salir por la puerta trasera.
Reby se llevó un bocado de fruta a la boca y enarcó ambas cejas.
—Jesús, ¿siempre espías a los invitados?
Ashley pareció sonrojarse y de pronto miró para otros lados, como si ya no fuera capaz de mirar a Reby a los ojos.
—Phillip sabe que no debe salir en la noche.
—"Phillip" ya no tiene cinco años, Ashley —repuso, y algo le daba la certeza de que Ashley se guardó un << contigo >> al final del << no debe salir en la noche >>—. Y tú tampoco, ¿qué tiene de malo?
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Te quiero, pero voy a matarte
RomanceSegunda parte de "Lo que todo gato quiere" Sinopsis Cosas que debes hacer si tu nombre es Reby Gellar: 1. Por nada del mundo entres en contacto con el agua. 2. No caces gatos. 3. No te enamores del amor de tu vida. 4. No te comas al amor...