Capítulo V - ❝Las apariencias engañan❞

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          El chico que estaba bajo él se retorcía como un pez fuera del agua, de su medio vital para sobrevivir. Su sudadera iba empapándose a medida que la espalda mantenía el contacto con la superficie gélida de la pista. Para la mayoría femenina del pueblo, Austin Schneider era el chico más romántico, ideal y bien formado físicamente, porque mentalmente dejaba mucho que desear. También había algo que todo el mundo sabía: todas querían llevárselo a la cama. Además de ser el capitán del otro equipo de natación de la ciudad, hizo una cosa que no se lo perdonará NUNCA en la vida, haciendo que su odio y repulsa se acentuase. Maldito bastardo, gruñía éste, sacudiendo su trasero congelado. Pero lo que más le enfadaba de su persona fue cuando trató de propasarse con Adeleine después del baile de invierno, que organizaron los miembros del colectivo estudiantil en el enorme gimnasio del instituto. Él fue, aunque sin acompañante, ya que declinaba todas y de cada una de las peticiones, porque solo deseaba ir con la que era su mejor amiga, pese a que ella iba a ir con otra persona.

FLASHBACK:

          Una mañana de invierno, una semana antes de la celebración, Adeleine tocó a la puerta de su casa, eufórica y llena de júbilo. Entre sus manos llevaba un sobre plateado, decorado con motivos florales y una rosa blanca, cortada muy pulcramente. Eso no era una buena señal. Significaba que alguien ya le había propuesto ir con ella y eso le impedía ofrecerle que le acompañase. Todo lo planeado se iba al traste.

          —¿Qué haces aquí tan pronto, Leine? No son ni las diez de la mañana... —arrastraba las palabras una a una, con pesadez, al igual que su cuerpo medio dormido. Ella saltó sobre su pecho, abrazándole y rodeando su cintura con las piernas.

          —Austin Schneider me ha invitado al baile —le susurró muy bajito en la oreja derecha, apedazándole el alma y el corazón según hablaba. De pronto se deshizo de su agarre y correteó por en medio de los muebles del salón—. ¡A mí, Adeleine Josher! Una de las chicas más invisibles a vista de la gente del instituto. ¿Crees que debería aceptar? Estoy muy nerviosa, Adrien, no sé qué hacer. ¡Ayúdame! —agarrado por los hombros, le sacudía adelante y atrás, mientras esbozaba un puchero con sus labios.

          Al final, accedió, pero solo porque sabía que ante aquella mujer caía arrodillado a sus pies. Cómo la quería.

          —Está bien, está bien... —dijo apenado, tratando de que no se notase. En principio iba a pedirle aquella misma mañana que fuese con él al baile, llevándole un ramo de rosas azules y rojas —sus favoritas, antes que los claveles—, adornado con un lazo negro que las unía entre sí. Asimismo, le entregaría la pulsera plateada que les habían repartido a cada uno de los alumnos para que se la ofreciera a la persona que le acompañaría en la celebración. Ambos subieron a la habitación del veinteañero y fue cuando la mirada de su amiga cayó lentamente sobre la cama, donde encima de las sábanas blancas, reposaba un elaborado ramillete de colores y una caja transparente con el brazalete dentro.

          —Perseus, ¿Aún no se lo has pedido a ninguna chica? Seguro que Nicole o Emma estarán muriéndose de ganas de que el capitán del equipo principal de natación del instituto se lo pida, logrando ser la envidia de las allí presentes.

          —Pero yo no quiero ir con ninguna de ellas, Leine. Yo iba a pedírselo a una chica la cual, al parecer, no se da cuenta de las indirectas que le lanzo cada día. Cada día. No importa, de igual manera... se me han quitado las ganas de ir —cogió el ramo y salió corriendo escaleras abajo como alma que lleva al diablo hasta llegar al porche del jardín trasero. Allí lo estrelló contra el suelo, haciendo que algunas flores salieran de su sitio. Pasados tres minutos, la chica apareció frente a él, acuclillada. En el rostro llevaba una mueca de disgusto, a causa de que no sabía que le sucedía—. Por favor, déjame solo...

[PERSEUS] - #Wattys2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora