Capítulo 8

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El domingo por la mañana decidí salir a dar un largo y muy merecido paseo a las afueras de la ciudad. Tomé las llaves de mi auto y conduje hasta el lugar favorito de mamá, aquel donde pasábamos tardes enteras los tres.
Al cabo de una hora llegué al pequeño lago. Seguía justo como lo recordaba. El agua todavía era clara a pesar de las múltiples plantas dentro de él, los árboles que lo rodeaban estaban algo anaranjados debido al otoño y el pasto estaba perfecto, como si fuera cortado cada mes. Tal vez así era.
Por más tiempo del que pensé, me quede tumbada viendo el cielo, recordando los años en que mi madre estaba a mi lado. Además, analicé lo que me rodeaba, el qué pasaría y como seguiría mi vida entorno a John, papá, mi carrera... En fin, todo.

A las dos de la tarde di mi paseo por concluido y decidí ir a comer algo antes de ir a casa.

-¿Qué dices? Sólo será hasta las nueve.

Una cena de la empresa se llevó a cabo, para suerte, en el restaurante de Jacquie y como siempre, papá trató de convencerme para ir.

-No lo sé, estoy algo cansada y...
-Irá John -dijo alzando una ceja.
-¿Y qué te hace creer que por él iré? -mi tono era duro pero divertido.
-Porque es él.

Vale, eso fue más que suficiente para convencerme. Solté un suspiro ruidoso y asentí con una sonrisa.

-Tenemos que salir a las cinco, tienes una hora y media para arreglarte. Ve, rápido.

Puse los ojos en blanco y subí a mi habitación. Busqué aquel vestido lila que intenté usar para la cena que tendría con John y me arreglé lo más rápido que pude.
En menos de una hora ya estaba lista, sólo me faltaba buscar un abrigo para estar perfecta.

Cuando llegamos al restaurante se repitió aquello que no vivía desde hace casi dos años. La mayoría de los asistentes eran hombres de más de cincuenta años y uno que otro acompañado de su esposa, mujeres vestidas con vestidos ostentosos y demasiadas joyas. Yo sólo quería ver a Jacquie... Y a John.

-¿Te diviertes? -el tono burlón de mi padre me hizo poner los ojos en blanco.
-Como no tienes idea -contesté con sarcasmo.
-¿Por qué no buscas a Jacquie?, seguro muere por verte.

Me dispuse a hacer lo que mi padre me dijo, desde la boda de Bella y James no me había atrevido a verla.
No me tomó mucho encontrarla, estaba en la barra de las bebidas hablando animadamente con varias mujeres. Alzó la vista y la salude con la mano, se disculpó y se acercó muy rápido a mí.

-Anne, querida. Pensé que no vendrías -dijo depositando un beso en mi mejilla.
-Ya sabes -le devolví el gesto-. Mi padre puede ser muy persistente.

Ambas comenzamos a reír y nos hundimos en una conversación muy interesante. Al cabo de unos minutos, Jacquie carraspeó, y fue que supe que quería decir algo pero no sabía cómo.

-¿Qué pasa? -intenté hacerla hablar.
-Es sólo que, ya que te casas en unos días...
-Jacquie -la interrumpí-. No me casaré.

Su cara de sorpresa me hizo saber que William no le había dicho nada. En parte me alegraba eso ya que se estaba tomando enserio lo de la discreción.

-¿De verdad? Pero ¿por qué?

No sabía que contestar, su mirada me intimidaba y cuando traté de decir algo inteligente la voz de John me ayudó.

-Porque me ha dado una segunda oportunidad.

Estaba muy cerca, podía sentirlo. Acabo con la poca distancia que había hasta que quedo a nuestro lado y nos saludó, no se tomó libertades cómo antes, lo estaba entendiendo.

-¡Pero que alegría!

Jacquie nos abrazó a ambos y reí nerviosa.

-¡No saben lo alegre que me hacen!
-Mamá, aún nadie lo sabe, ¿podrías guardar el secreto? -John le guiñó el ojo a su madre.
-Claro mi niño -le apretó las mejillas y sólo pude reír-. Tu secreto está a salvo conmigo.
-Madre, sueltame.

Intensifiqué mi risa y pude notar un leve rubor en las mejillas de John.

-Bueno ya, Anne y yo iremos afuera.

Quise rechistar pero no pude, John ya me estaba jalando del brazo.

-¿Por qué salimos? -pregunté cuando llegamos al estacionamiento.
-Sólo quería hacer esto.

Se acercó y amoldó sus labios a los mios. Pasé los brazos por su cuello y me dejé llevar. Al término del beso John soltó un ruidoso suspiro.

-No sé cuánto tiempo pasará hasta que le pueda gritar al mundo que eres mía.

Lo último me molestó un poco pero lo dejé pasar. Pero lo debía admitir, también quería lo mismo.

-Sólo un poco más, sólo unos cuantos....
-¿Días?, ¿meses?, ¿¡años!? -me interrumpió-. Anne no podría aguantar más años sin ti.
-No me dejaste terminar -reí-. No será mucho tiempo, lo prometo.

Sonrió satisfecho y me abrazó. Aquel gesto hizo que una corriente viajara por todo mi cuerpo.
Regresamos al local justo a tiempo para la cena. Por obviedad, me senté un poco lejos de John y a un lado de mi padre. Nuestras miradas se encontraron más veces de las que recuerdo y el tiempo se me hacía eterno.

Sobreviví a la cena y todos pasamos a un pequeño salón alterno donde pusieron música, para variar, y fue ahí cuando mi padre y yo decidimos irnos.

El lunes por la mañana me preparé para ir a la "reunión" que Priscila había preparado. Por alguna razón no me emocionaba mucho la idea pero no podía echarme atrás y cancelar, a fin de cuentas, el tema central eran mis libros.

Estacioné mi auto cerca de Hudson's y puse mi mejor sonrisa para entrar. Encontré fácilmente a la mujer rubia que ya conocía pero me extrañó un poco verla sola.

-¡Anne! -saltó de su asiento y se acercó para abrazarme.
-Hola Priscila, ¿dónde están todos?
-No deben tardar, por favor, toma asiento.

Me acomode justo frente a ella y dando la espalda a la puerta. Pasaron varios minutos hasta que dijo:

-Ahí vienen los demás.

Tuve que voltear para poder ver a los recién llegados.

-No puede ser -exclamé en un grito sofocado.

Por Siempre Mi Falso Seductor [Reeditando] (John Newman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora