Capítulo 12

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John tomó mi mano y prácticamente me jaló para que me levantara. Comenzamos a caminar en dirección a su departamento. No me atrevía a hablar, sabía perfectamente que era lo que quería John y para que negarlo, yo también me moría porque llegará ese momento.

-¿Por qué tan callada? -me preguntó con esa sonrisa pícara en sus labios-. ¿Estás ansiosa?
-Yo... Este... No sé...

No podía articular palabra u oración alguna. Los nervios me carcomían por dentro, quería llegar al departamento, rápido.

-Vamos Anne, estamos a punto de llegar.

Asentí frenética y caminé más deprisa. Llegamos a la recepción del edificio y John saludó al portero con un movimiento de cabeza, yo sólo pude dedicarle una sonrisa nerviosa.
Entramos en el ascensor y me di cuenta que estaba sudando como nunca.

"Calmada Anne, no es la primera vez que pasa esto. Relajate"

Mi subconsciente me ayudaba pero no podía estar tranquila, John me ponía nerviosa hasta con un roce entre nuestras manos.
El ascensor se abrió y llegamos a la puerta del lugar que tanto ansiaba, abrió y cuando estuvimos dentro, cerró dando paso a un sonoro sonido. Vi como caminaba hasta la sala y aproveché para quitarme los aretes y el collar, empezaban a incomodarme. En el momento que los dejaba sobre la isla de la cocina, John regresó.

-Anne, te necesito -se abalanzó a mis labios y no pude siquiera contestar.

Poco a poco nos fuimos a su habitación sin siquiera romper el beso.
Estaba tan concentrada en besarlo que no me había dado cuenta de que John ya no tenía el saco de su traje. Traté de imitarlo y comencé a quitarme el abrigo y como pude los zapatos haciendo así que volviera a estar mucho más pequeña que el hombre al que amaba.

-Anne, no sabes cuanto te extrañé -mi corazón se derretía al oír aquello.
-También te extrañé -volví a unir nuestros labios y por fin llegamos a la habitación.

John empezó a subir y bajar su mano por mi espalda que estaba algo descubierta gracias al vestido. Moría por sentir sus caricias por toda mi piel. Mis manos fueron directas a los botones de su camisa y los desabroché enseguida. John no puso resistencia y continué con el trabajo que me había impuesto.

-Parece que tienes prisa, vamos, tú no eres la única que merece diversión.

Solté una risita y John comenzó a subir la tela que cubría mis piernas rozándolas a su paso con sus largos dedos. Cuando llegó a la altura de la cintura se detuvo un momento, mordió mi labio y se separó.

-¿Qué pasa? -pregunté abriendo mis ojos que mantenía cerrados por el placer que corría en mí.
-Nada -susurró-. Sólo quiero que esto dure mucho tiempo.

Volvió a sonreír de esa manera que tanto me encantaba y reí.

-Seguro que durará más de lo que imaginas -dije en voz alta.

Levantó una ceja y yo abrí los ojos como platos.
¡Ups!
No pretendía que aquella frase abandonara mis pensamientos.
¿O si?

-De eso me encargo yo.

Terminó de sacar el vestido por mi cabeza y recorrió mi cuerpo con la mirada, sólo llevaba la parte baja de la ropa interior ya que por el diseño de mi atuendo no necesitaba sujetador.
De inmediato sentí el calor apoderarse de mi rostro y agaché la cabeza avergonzada. Aún no me acostumbraba al hecho de estar así en frente de alguien.

-Hey, Anne. Que no te de pena, eres preciosa, mi preciosa.

Sus palabras me sorprendieron. Aquel hombre era perfecto. Decidí volver al juego ya que a él sólo le había desabrochado la camisa y ni siquiera se la quité.
John me tomó por la cintura y me acercó para poder besar mi cuello, por supuesto no le negué el acceso. Mis manos volaron a sus hombros y deslizaron la fina tela por sus hombros. Cuando sus labios abandonaron mi cuello y fueron hasta mi hombro derecho me di el gusto de ver el torso ahora desnudo de John.
Grata fue mi sorpresa al ver que tenía un nuevo tatuaje, justo del lado izquierdo, donde está el corazón. Estaba en un idioma desconocido para mí como para entender lo que decía.

"Luego le preguntaré que dice" me dije a mi misma.

Esta era una lenta tortura. Necesitaba a John, lo necesitaba más que a nada en aquel momento.

-Por favor -supliqué-. Te necesito.
-Tan desesperada como siempre -dijo divertido.

Dicho aquello, nos tiro a la cama y se puso arriba de mí sosteniendo su peso con sus brazos. Fue dejando un reguero de besos desde mi cuello hasta el final de mi abdomen mientras yo jalaba y jugaba con su pelo. Justo cuando llegó a la última prenda que me cubría hizo ademán de meter la mano por la tela, pero no lo hizo.

-Creo que no necesitaremos esto -tomó fuertemente las pantaletas y las arrancó con mucha facilidad.

Ahogué un gemido de sorpresa y excitación al sentirme completamente desnuda ante sus ojos. Se deshizo de sus zapatos, calcetines y pantalones quedando solamente en boxers.
Ascendió nuevamente hasta quedar a mi altura y frotó su sexo con el mío descaradamente, aún con aquellos boxers de por medio me hizo gemir y noté su ya creciente erección.
¡Madre mía! Lo quería desnudo por completo al igual que yo. Una de mis manos bajó poco a poco el obstáculo y él me ayudó a quitarlo por completo.

-¿Lista? -su pregunta más que obvia me hizo reír.
-Eso deberías saberlo.

Sonrió y sacó un preservativo de la cómoda a un lado de la cama.
Levanté una ceja ante su preparación y aclaró:

-Estaba seguro que accederías a este regalo de cumpleaños.

No discutí más. Se puso el condón y volvió a besarme, está vez acompañando el beso con caricias en los pechos.
Sentí como separaba mis piernas y trataba que abrazara su cintura con ellas. Sin más preámbulos me penetró. Solté un grito de satisfacción al sentirlo dentro de mí.
Empezó a moverse lentamente en lo que nuestros cuerpos volvían a acoplarse el uno al otro y nuestras lenguas seguían en su maravillosa danza. Nuestros labios encajaban a la perfección, todo nuestro cuerpo encajaba a la perfección.

-Eres tan bella, eres el amor de mi vida -la velocidad fue aumentando con sus palabras.

No podía contestarle. Las sensaciones que corrían por mi cuerpo lo impedían.

-Anne, di algo, por favor -susurró contra mi cuello para luego morder el lóbulo de no oreja.
-John... Te amo -solté junto a un gemido.

Sentía el clímax llegar. No quedaba mucho tiempo para que el orgasmo arrasara conmigo.
Después de algunos minutos grité y cerré los ojos sintiendo como llegaba mi liberación. John hizo lo mismo pero gritando mi nombre y se dejó caer sobre mí.
Cuando abrí los ojos recobrando el aliento, noté que la cabeza de John descansaba en mi pecho, acaricié sus mejillas y abrió los ojos. Alzó la vista y me dio un beso suave en los labios.

-Feliz cumpleaños, mi amor -sonrió.

Técnicamente ya no era mi cumpleaños pero agradecía el regalo.

-Sin duda, el mejor cumpleaños que he tenido.

Su sonrisa se ensanchó y salió de mí acostándose a mi lado.
No podía aguantarlo, aún no tenia bastante de él. Lo volví a besar dibujando uno de los tatuajes en su brazo y mordí su labio provocándolo. Aquella iba a ser una noche larga.

Por Siempre Mi Falso Seductor [Reeditando] (John Newman)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora