Acosando a golpe de bolso

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Albert estaba oculto tras un cartel electoral de Pablo, usando sus poderes de Yandere para observar a su senpai desde la distancia. Iba de incógnito, disfrazado con un bigote a lo Aznar y un pelo a lo Soraya Saenz de Santamaría, por lo que parecía la típica vecina del 5º que no para de golisnear. Por desgracia, Albert también tenía un acto electoral esa noche, pero había dado con la solución perfecta para poder escabullirse. Le había robado la fregona a Imelda, su criada pagada en dinero negro y sin contrato, y le había pegado un folio con su cara sonriente. Pero el líder de Ciudadanos era consciente de que eso no era suficiente para engañar a sus votantes, así que había escondido una grabadora debajo del atril del mitin que repetía constantemente: "Soy catalán, catalán de Cataluña, con lábel catalán. ¿Os he dicho ya que soy Catalán?" El plan era perfecto y no podía fallar.

El Naranjito Supremo salió de su escondite y se infiltró entre las filas de señoras mayores que aclamaban a Pablo, lanzándole bragas tan dadas de sí que habrían servido como carpa de circo. Senpai cogió una al vuelo y la agitó con entusiasmo, como si fuera el símbolo más puro y sagrado de la revolución podemita. Albert localizó a la señora a la que pertenecía esa braga y la fulminó con la mirada. Sin saberlo, esa pobre anciana había pasado a engrosar la lista de muerte de Riverín.

Pero ahora no había tiempo que perder.

Albert se abrió paso a golpes de bolso hasta llegar a la primera fila. Un par de señoras le devolvieron los bolsazos, pero en ese momento no había nada que pudiese parar al catalán. Su visión se volvió de color rosa intenso cuando se dio cuenta de que Iglesias estaba a tan solo un metro de él. Su corazón gritaba NOTICE ME!!!!, pero de su boca sólo salió un eructo con olor a fuet. Rápidamente y haciendo uso de los súper poderes que le otorgaba el pica-pica, Naranjito hizo un triple salto mortal lateral y sin que nadie se diese cuenta arrancó un mechón del pelo de Pablete.

-¡Ay! -gritó el apuesto y coletudo revolucionario bolchevique, pero cuando se dio la vuelta para ver quien le había tirado del pelo, sólo vio el vacío.

***

Ya en casa, Albert situó la recién adquirida reliquia en el altar. Estaba tan emocionado que no podía parar de estornudar. La noche había sido un éxito. Ahora sólo quedaba ver si Paco, su gaditano infiltrado en el CIS, había sido capaz de cumplir con su misión.

CONTINUARÁ...



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