Alianzas con peineta

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Mientras tanto, en Ferraz...

Pedro Sánchez no se podía creer lo que le vaticinaban las encuestas, más que nada porque sus barones no paraban de llamarle para decirle que eso tenía que ser un error de imprenta. Pero Pedro, que todavía tenía fe en el sistema y en la democracia no les hizo caso. Las encuestas habían cambiado de forma NADA sospechosa y ahora le daban mayoría absoluta con 250 escaños. ¡Quién se lo iba a haber dicho! Susana Díaz estaba tan contenta que incluso le había preparado una fiesta. Pero lo que el Ken socialista no sabía es que en realidad la fiesta era una tapadera, una tapadera de algo terrorífico solo imaginable por una de las mentes más maquiavélicas de nuestro tiempo. Porque... ¿quién coño se va a creer que Susana le iba a preparar una fiesta a Pedro?

A la vuelta de la esquina, la tenebrosa socialista andaluza contemplaba a Pedrolo y no para imaginárselo desnudo precisamente. Las intenciones de Susana Díaz no eran otras que cargárselo de camino a la no-fiesta y para ello no dudaría en usar sus armas más letales. Abrió su bolso, una imitación barata de top-manta de Dior y rebuscó en su interior. Entonces lo sacó, su as en la manga, su bala en la recámara: una copia de los estatutos del PSOE con prólogo dedicado de Felipe González. Apuntó como si estuviera en la matanza del pueblo y lanzó al blanco, hacia la cabeza del sex symbol socialista.

Los planes de Darth Susana se vieron frustrados, no se sabe si por obra divina de Pablo Iglesias (el de la coleta sedosa no, el otro) o porque una piruleta chuporroteada tirada en el suelo distrajo a Sánchez. Bueno, en realidad sí se sabe: fue por la piruleta. Justo en el momento en que los estatutos iban a dejar KO a Pedro, el se agachó a recoger el delicioso dulce. Susana Díaz maldijo en voz baja. Lo que ella no sabía es que aunque hubiera acertado su ataque no habría tenido efecto, porque a Pedro los estatutos del PZOE se la sudaban cantidad. El improvisado plan había sido un fracaso y ahora tenía que montar una fiesta para que Pedro no sospechase. Por suerte, Tomás Gómez y un dispensador de agua con peineta serían suficiente para distraer a Sánchez.

Mitin de Ciudadanos, Bilbao, por la tarde...

A muchos kilómetros de distancia, Albert, haciendo uso de sus poderes yandere, supo inmediatamente que el plan de Susana había fallado. Inda-chan le había hecho el favor de pasarle su número personal a cambio de una foto de los gayumbos de Rajoy y Susana había estado de acuerdo en colaborar con él para librarse de Sánchez. Al fin y al cabo le debía una a Naranjito por lo de su investidura como presidenta de Andalucía y Pedro le caía gordo. La noticia le trastornó tanto que en el mitin, intentando contener su ira asesina, sólo fue capaz de hablar de ETA y de que era catalán. Ah, y de que los vascos son unos vascos muy vascos y mucho vascos. La gente, sin embargo, pasaba de su discurso, porque estaba demasiado distraída comentando lo bajito que era Albert en persona.

CONTINUARÁ...


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